En relación con esto último, todavía hy muchos interrogantes: por ejemplo, se desconoce cuánto dura la inmunidad frente al SARS-CoV-2 o qué respuesta activa. África González Fernández, Presidenta de la Sociedad Española de Inmunología (SEI) y Catedrática de Inmunología de la Universidad de Vigo, habla sobre este asunto, comparando la primera respuesta del organismo con las defensas de un castillo y la segunda respuesta, específica, con la acción de mortíferos y selectivos francotiradores.
Además, ha comentado los resultados de un reciente estudio que concluía que cuatro de cada diez personas podrían tener inmunidad frente al coronavirus y los resultados del sondeo nacional de seroprevalencia que concluyó que el 5% de la población tiene anticuerpos (de tipo IgG) frente al coronavirus.
-¿Cuáles son las conclusiones más importantes que usted sacaría de este informe?
El confinamiento ha permitido que mucha menos gente se infecte y enferme y por tanto es lógico que el estudio de seroprevalencia, que estudia la producción de anticuerpos, haya dado bajo, aunque en zonas con mayor tasa de infección, la seroprevalencia ha sido también superior. El estudio aún no ha finalizado, por lo que será interesante ver los resultados cuando éste concluya, cuando se completen las siguientes mediciones.
-¿Este sondeo puede detectar a todos los que han pasado la infección?
No. No hay que descartar que muchas personas asintomáticas o con síntomas leves no generen anticuerpos, ya que su sistema inmune innato ha podido contener la infección, o en el momento que se las ha medido, no los habían aún desarrollado.
El sistema inmunitario actúa a distintos niveles. Primero entran en funcionamiento las más rápidas pero menos específicas de la inmunidad innata. Si no es suficiente con ella, se pone en marcha la inmunidad específica de los linfocitos y los anticuerpos, que se comportan como verdaderos francotiradores, pero que tardan días o semanas en funcionar.
-No toda las defensas dependen de los anticuerpos. Entonces, ¿podría decirme como responde el sistema inmune cuando es atacado por el SARS-CoV-2?
El mejor simil es pensar en la protección de un castillo frente a invasores. Primero el castillo tiene barreras, fosos, ventanas pequeñas, para evitar su entrada. Pero también hay vigilantes continuamente en alerta, para detectar cuanto antes la llegada de posibles enemigos, para rápidamente informar a los primeros soldados a ponerse en marcha. Esta inmunidad está ya lista para actuar, está preparada, pero es poco específica. Por esto se denomina innata.
-¿Cómo actuaría ese sistema inmune innato?
Se inicia con la producción de interferones producidos por las células infectadas. Este interferón avisa a las células vecinas, para que paralicen la síntesis proteica y por tanto la producción de virus.
Hay también un conjunto de células que eliminan el virus (fagocitándolo) y otras que matan a las que están infectadas (células «natural killer» o NK).
Si esta inmunidad innata es suficiente, por ejemplo porque la cantidad del virus es baja, aquí finalizaría el proceso, y no se vería nada más en estas personas expuestas al virus.
-¿Y si no es así?
Si la inmunidad innata no pudiera contener la infección, se pone en marcha la inmunidad adaptativa, que es mucho más específica, pero más lenta, pero finalmente ayudará a resolver la infección, a generar memoria y a la producción de anticuerpos. En la inmunidad adaptativa participan los linfocitos T (hay de tres tipos, unos que ayudan o «helper», citotóxicos y reguladores), y los B, que producirán finalmente anticuerpos muy específicos.
Son muy importantes los linfocitos T citotóxicos, que destruirán a las células infectadas de forma muy selectiva. Esto podría generar una buena respuesta de contención del virus, y por tanto la inmunidad que se adquiere no es sólo por la cantidad de anticuerpos que se producen, sino que hay muchos más componentes que participan en esta lucha frente al patógeno.
-¿Y qué hay de los anticuerpos?
Algunos linfocitos B se diferencian a células plasmáticas, que producen unas sustancias solubles muy específicas, que se conocen como anticuerpos. Éstos son algo así como una llave que encaja en una cerradura, en una parte concreta del virus. Los anticuerpos son circulantes y se pueden estudiar en suero o sangre de las personas con mayor facilidad.
Ahora sabemos que la mayoría de las personas que pasaron la enfermedad desarrollan anticuerpos frente al virus, y se ha visto que pueden mantenerse durante meses en su organismo.
-¿Qué se conoce de la inmunidad celular frente a este coronavirus?
No había muchos datos del papel de la inmunidad celular frente al SARS-Cov-2, pero ya hay algunas publicaciones recientes como un artículo en la revista « Cell» y de otros laboratorios que están investigando su papel.
Tenemos un problema y es el tiempo. La investigación requiere de pensar, de tener financiación adecuada, y de tiempo, que es justo lo que no tenemos ahora.
-El estudio recientemente publicado en «Cell» demostraba la acción de la respuesta celular, si no me equivoco, ¿qué implica esta investigación?
El estudio de «Cell» es muy interesante, ya que no solo estudia la respuesta de anticuerpos, sino también las células T específicas frente al virus. Aunque el número de personas estudiadas es bajo, hay respuestas de linfocitos T «helper» y citotóxicos frente a distintas partes del virus. Es importante porque demuestra que hay inmunidad celular (por lo menos a corto plazo). Habrá que esperar más para poder estudiar si las células T de memoria se mantienen y por cuanto tiempo.
Otro aspecto a destacar del estudio es que en un grupo de personas no expuestos a este virus, empleando células guardadas de personas entre los años 2015 y 2018, y por tanto previo a la infección por el SARS-Cov-2, se encuentran también linfocitos capaces de activarse frente a determinadas partes del virus, lo que indicaría que han podido estar previamente expuestos a otros coronavirus del catarro común y que la inmunidad que generaron reconoce también a este nuevo coronavirus. Es lo que se conoce como inmunidad cruzada.
-Supongo que esto son buenas noticias. ¿Significa que las infecciones de coronavirus causantes de catarros confieren protección frente al SARS-CoV-2?
Sí, son buenas noticias. Es posible que tanto los anticuerpos como estas células T que se activaron frente a otros coronavirus confieran cierto grado de protección, pero esto aún hay que confirmarlo. En el artículo estudiaron frente a dos tipos de coronavirus convencionales, los HCoV-OC43 and HCoV-NL63, y encontraron linfocitos T frente a ellos. Aunque no saben si los pacientes estuvieron realmente expuestos a estos coronavirus, lo asumen por el grado de distribución de éstos en la época estudiada.
-Si efectivamente hay inmunidad cruzada y las infecciones previas protegen frente al SARS-CoV-2, ¿se podría decir que cuatro de cada diez personas podrían estar previamente protegidas? ¿Por eso quizás ha habido tantos infectados asintomáticos?
Si, es muy posible que esta inmunidad generada frente al catarro común haya podido proteger a las personas de infectarse de este nuevo coronavirus, o que de contagiarse desarrollaran una enfermedad mucho más leve. Este efecto de protección cruzada se ha observado ya con los coronavirus comunes y también con otros virus.
-Aparte de todo esto, ¿cuáles son las preguntas que no contesta el estudio nacional de seroprevalencia?
En primer lugar, hay muchas cosas por conocer de este virus con respecto a la producción de anticuerpos: ¿en qué cantidad y por cuánto tiempo se mantienen los anticuerpos? En principio, por los datos procedentes de China, podrían mantenerse al menos durante varios meses.
¿Cuál es la concentración de anticuerpos necesaria para indicar protección frente a la infección, y frente a qué regiones del virus? ¿Los niveles de anticuerpos están asociados a menor o mayor gravedad de la enfermedad?
También hay que preguntarse qué anticuerpos son los más relevantes para la protección: ¿los de tipo IgG, IgA? Se supone que serían las IgA que protegen en mucosas, pero la mayoría de test no los miden.
-Supongo que, en definitiva, todo esto es importante para saber si los anticuerpos confieren o no protección...
Así es. Los datos publicados por algunos investigadores estudian in vitro la capacidad de los sueros para bloquear-neutralizar la entrada del virus en las células. El problema es que es necesario recurrir a técnicas complejas, que no es posible realizar en laboratorios convencionales, por lo que solo se ha hecho en un pequeño grupo de personas. Sabemos que no hay casos de reinfección o son meramente anecdóticos. Por tanto, una persona que ya se infectó, queda protegida frente al virus, aunque no sabemos por cuánto tiempo.
-¿Qué hace falta para saber cuánto durará la protección?
No sabemos cuánto dura esta memoria protectora frente a este virus nuevo por el escaso tiempo de duración de la pandemia. En el caso de otros coronavirus comunes suelen dar protección entre 6 meses-1 año. En el caso de SARS y MERS de varios años.
-Por lo que está viendo estos días, ¿cree que hay personas que se están relajando durante este desconfinamiento? ¿El peligro ya ha pasado?
En general creo que la ciudadanía se está comportando de forma ejemplar. Pero es cierto que la gente quiere volver a una cierta normalidad cuanto antes y podrían darse situaciones de relajación. Las medidas de confinamiento han sido eficaces, y hay que seguir con la desescalada regular, medidas de higiene, protección, y detección de nuevos casos de forma rápida con aislamiento y estudio de los contactos para evitar nuevos contagios.
-Por lo que se sabe hasta ahora, ¿cuándo va a llegar la inmunidad de grupo que ponga fin a la pandemia?
La inmunidad de grupo tiene sentido obtenerla con la vacunación. No podemos esperar a que una infección que puede producir tantos problemas y con elevada mortalidad sea la que genere la inmunidad de grupo. Esto llevaría mucho tiempo para adquirirse de forma natural, y con muchas personas infectadas y fallecidas. El único medio de lograr la inmunidad de grupo de forma rápida y segura sería con una vacuna que demostrara que induce buena inmunidad, que es segura y que protege de la infección
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