La organización de Naciones Unidas peleó duro por los datos mientras elogiaba en público al gigante asiático.
Donald Trump
la ha tomado con la OMS (Organización Mundial de la Salud, un
organismo de la ONU), seguramente como parte de su política de enfrentamiento
comercial con China, que ya venía de atrás, con episodios tan esperpénticos
como sacar esposado del campus al jefe de química de Harvard, sospechoso de
colaborar con el gigante asiático. Trump acusa a la OMS de connivencia con
Pekín en la gestión de la pandemia y ha cortado la financiación a la autoridad
sanitaria de Naciones Unidas. Los hechos cuentan una historia diferente, por
más que eso le importe un pepino al inquilino de la Casa Blanca y a sus
votantes.
Una investigación
de la agencia estadounidense Associated Press documenta que, ya en la
segunda semana de enero, el jefe de emergencias de la OMS, el epidemiólogo
irlandés Michael Ryan, recomendó a sus colegas aumentar la presión sobre China.
Como Ryan lleva 20 años en ese cargo, experimentó en persona la crisis del SARS
de 2002, que acabó causando 800 muertos en el mundo. “Este es exactamente el
mismo escenario”, dijo en enero en una reunión interna, “intentando una vez
tras otra que China nos actualice lo que está pasando”. También dijo:
“Necesitamos ver los datos, es absolutamente esencial en este momento”. La
experiencia es un grado, y Ryan no solo tenía razón, sino que se quedó corto.
El retraso de nueve días en la publicación del
genoma del coronavirus entorpeció la percepción del contagio dentro y fuera de
China y retrasó el desarrollo de las pruebas diagnósticas y los ensayos de
fármacos
El primer genoma
del SARS-CoV-2 fue secuenciado el 2 de enero por un laboratorio
gubernamental chino, pero no fue notificado —ni a la OMS ni a la comunidad
científica— hasta nueve días después. Parece una minucia, pero en las primeras
fases de una pandemia nueve días son demasiado tiempo. Solo durante enero, el
brote de covid-19 se multiplicó por 200, según los CDC de Atlanta (los centros
de control de epidemias de Estados Unidos, una referencia mundial). El retraso
de nueve días en la publicación del genoma del coronavirus entorpeció la
percepción del contagio dentro y fuera de China y retrasó el desarrollo de las
pruebas diagnósticas y los ensayos de fármacos. Solo durante nueve días, pero
durante nada menos que nueve días. Pekín también estuvo espeso en comunicar los
datos detallados de pacientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario