La
historiadora de la Medicina Ana María Carrillo Farga hace un repaso por
antiguos contagios mundiales y cómo los países se organizaron para combatirlos
y utilizarlos a su favor.
La Cruz Roja traslada víctimas de la gripe 1918 en San Luis Missouri |
Los días en el desierto
Quienes piensen
que lo que ahora vivimos es excepcional deben saber que
las cuarentenas existen desde los Estados venecianos del siglo
XIV. Entonces se desconocía el periodo de incubación de las enfermedades (y
muchas otras cosas de índole científica y sanitaria), de modo que se estableció
un aislamiento arbitrario de 40 días, un número bíblico, en efecto, los que
pasó Jesucristo en su travesía espiritual por el desierto. La peste era el
demonio por entonces. Las cuarentenas no solo aislaban al enfermo del sano,
también impedían el desembarco de las naves que llegaban a puerto, y aun así la
población se contagiaba misteriosamente… Solo a finales del XIX, con el
desarrollo de la bacteriología (los virus aún eran pequeños para ser detectados
con la tecnología disponible) el campo del conocimiento saltó de la Biblia a la
ciencia.
La infancia de la globalización: dos teorías
Paciente con fiebre amarilla en aislamiento 1910 |
Una estrategia internacional
La salud empezó a
ser cosa de todos oficialmente en 1851, en la primera reunión internacional que
se celebró en París, todavía con un cariz muy europeo. En 1881 la cita fue en
Washington. “Las primeras convenciones sanitarias buscaban proteger a los
países y regiones de la llegada de epidemias, pero tratando de interferir lo
menos posible en el libre comercio y el tránsito de personas”, dice Ana María
Carrillo. La agenda de aquellos encuentros tenía otros objetivos secundarios,
como impulsar la creación de organismos de salud en los Gobiernos de cada país
o insistir en que en caso de pandemia lo conveniente era informar con
transparencia a la comunidad internacional, así como la pertinencia del
saneamiento de puertos y ciudades. Preocupaban especialmente aquellos años el
cólera y la peste, que hacían estragos desde mediados del XIX y que fueron el
detonante de estas cumbres sanitarias. Después sería la fiebre amarilla. Las
dos guerras mundiales dejaron sus respectivos avances en este campo. Tras la
primera, se creó la Liga de las Naciones con su área sanitaria y en 1948 nació
la Organización Mundial de la Salud. México, Estados Unidos, Guatemala, Costa
Rica y Uruguay ya habían fundado en 1902 la Organización Panamericana de la
Salud (OPS) que, el tiempo andando, sería filial de la OMS. Todos estos
organismos buscan respuestas coordinadas en tiempos de pandemia. En 1951 se
redactó un primer reglamento sanitario internacional, reformado en 1969, que
incidía en la no interrupción del tránsito de personas de forma radical. “Es
parecido a lo que hace México hoy en día. Aquel documento decía que
parar el comercio no detiene las epidemias”, señala Carrillo.
El peso del comercio
El equilibrio que
han buscado, a la desesperada, muchos países en esta crisis del
coronavirus entre la protección de la salud y la estabilidad en la
economía tiene siglos de tradición. En aquellas reuniones
internacionales de sanitaristas e higienistas del XIX tenían mucho peso las
intervenciones políticas y empresariales, la diplomacia comercial. “Los
comerciantes siempre trataban de ocultar las epidemias y los Gobierno también
preferían evitar cierto pánico, así que las alarmas llegaban tarde para el
control efectivo de la enfermedad, que se extendía más y más. Hubo que
convencer de que la transparencia ayudaba al control y, por
tanto, a la economía”. El comercio ya estaba globalizado y América Latina y el
Caribe se incorporaban a ese negocio internacional cuando se atravesaba la
segunda revolución industrial. México, por su parte, comienza un intercambio de
mercancías muy desigual, pero fluido, con Estados Unidos. Como en tiempos de la
conquista, las epidemias también se convierten en este siglo en una
herramienta, en este caso de control comercial, para cerrar fronteras o
estigmatizar a los países. “Texas tenía en cuarentena permanente a México para
obstaculizar el comercio mientras los Estados Unidos miraban para otro lado
argumentando que cada uno de sus Estados era soberano”, explica la profesora de
la UNAM.
El virus como arma arrojadiza
Voluntarias de la Cruz Roja, durante la gripe española 1918 |
La política
clásica de la OMS ha condenado la estigmatización de los países en los que se
ubica el origen de una pandemia: el cólera asiático, el virus chino, la
influenza mexicana, la gripe española… Hay dos buenas razones para ello. Lo
primero es que los virus no son de nadie, “es difícil determinar dónde empieza
una pandemia, quizá donde acaba… En segundo lugar, señalar a un pueblo como el
causante de la desgracia no contribuye a su erradicación, porque “si alguien se
siente señalado o perseguido se esconderá ¿verdad? y eso impide un mejor
control y freno en la transmisión de la enfermedad”. Pero los derechos humanos
no suelen estar en primer lugar en la agenda, y pocos se han resistido a
utilizar las pandemias en beneficio propio. México, por ejemplo, tiene una
triste historia de discriminación con la población china en su territorio, que
no solo contribuyó al trazado de ferrocarriles y obras públicas, sino que se
integró plenamente y se convirtió en una comunidad próspera. He ahí el pecado.
“Siempre se les acusó de transmitir enfermedades. Incluso se acabó relacionando
su color de piel con la fiebre amarilla, cuando solo tenía que ver con la
ictericia que provocaba”. También se les atribuía la peste que se sufrió en
México en 1092/1903 cuando ellos se demostraron indemnes. El gentilicio
de la mortífera gripe española también es interesado. “Se trataba de
evitar que cundieran el pánico entre las tropas, así que era mucho más sencillo
circunscribirla a España, ausente en la contienda”. Siempre ha habido chivos
expiatorios, lo fueron los gais cuando el VIH, las prostitutas en tiempos de la
sífilis. El H1N1 que circuló por México en 2009 fue fatal para el comercio de
la carne del cerdo en este país, que necesitó exhibiciones públicas de los
políticos comiendo tacos para conjurar el miedo.
Manipular el miedo
Esta pandemia que
ahora atraviesa el mundo se traslada en avión, lo que habla de un primer
contagio entre gente pudiente y una segunda fase de contagio local que afectará
a los más pobres en mayor medida, antes o después, como todas. “No siempre las
pandemias tienen su origen en las clases superiores para pasar después a las
más desfavorecidas. Hubo un tiempo que llegaban en ferrocarril o en barco con
el traslado de la clase obrera, los migrantes. Por sus condiciones de vida y
laborales, los pobres siempre acaban sufriendo más contagios y salen peor
parados en la curación. Y eso les convierte en chivos expiatorios como los de
capítulo anterior, porque acaba atribuyéndoselas el origen y la propagación de
la epidemia. Esto también responde a intereses. Ana María Carrillo cita el
ejemplo de México. “A finales del siglo XIX se dio la peste gris, transmitida
por un piojo, y aunque hubo infectados de todas las clases, se manipuló el
miedo contra los pobres, que seguramente resultaron más afectados. Se logró
expulsarlos del centro de varias ciudades y se establecieron colonias de ricos,
como las hoy famosas y acomodadas de la Condesa o la Roma, en la Ciudad de
México, mientras que las clases bajas fueron desplazadas a la periferia.
Muy eficaces son
también las pandemias para dirigir o controlar el comercio. La profesora
Carrillo recela de esa “insistencia actual por criminalizar a los chinos” que
ha circulado no solo en las redes sociales con humor más negro y más blanco,
sino en boca de líderes políticos como Donald Trump, en cuyos
discursos no se apeaba del “virus chino”. La insistencia con China, opina la
profesora Carrillo, tendría en este caso que ver “con el auge del comercio en
ese país, muy pujante en los últimos años. No me atrevo a señalar el origen de
la pandemia, pero veo presiones comerciales en la denominación que se le ha
dado. Históricamente se han usado las pandemias para frenar comercios
florecientes. Ya lo hizo Estados Unidos con la fiebre amarilla, por ejemplo”.
Enseñanzas para el futuro
Médicos chinos de Shandong antes de abandonar Wuhan |
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