Italia ha recibido este domingo por primera vez en mucho tiempo buenas noticias. Los datos sobre la situación de la propagación del coronavirus se estabilizan y la curva muestra los primeros síntomas de descenso desde que empezó la crisis a finales de febrero. La cifra de fallecimientos por coronavirus es la más baja en las últimas tres semanas y cae hasta 525 nuevas víctimas (el sábado fueron 681). Los nuevos contagios pasan a ser 4.316, casi 500 menos de los que se registraron el día anterior (4.805). Un panorama que concede un respiro evidente a Italia, que suma un total de 128.948 infectados, y que empieza a pensar en la entrada en la fase dos de esta crisis, una transición que permita una convivencia controlada con el virus.
Uno de los datos mejor recibidos por el Gobierno este domingo ha sido el del descenso de pacientes ingresados en las UCI, que constituyen el mayor problema para el funcionamiento del sistema sanitario, al borde del colapso en varias regiones. Desde que comenzó la pandemia de coronavirus en Italia, solo había habido un día en el que había bajado ese dato: ayer sábado. Este domingo, por segunda jornada consecutiva, se ha reducido el número de personas en las unidades de cuidados intensivos. Este viernes eran 4.068; el sábado, 3.994; y este domingo se contabilizan 3.977, una bajada de 17 personas en 24 horas en estas unidades médicas, según los datos facilitados por las autoridades italianas. La cifra de pacientes en las UCI depende de los fallecimientos y recuperaciones que se producen —si se muere o se recupera mucha gente en un periodo de 24 horas se liberan plazas de cuidados intensivos— y de los nuevos contagiados.
El principal temor del Ejecutivo italiano es ahora mismo que el optimismo se transforme en imprudencia. Las imágenes de este fin de semana en algunas localidades del sur, donde miles de personas han salido a la calle como si no hubiera restricciones, han provocado enorme inquietud entre los expertos que pilotan esta crisis. Durante el fin de semana, de hecho, se ha multado a 9.000 personas. “Es importante que se mantengan comportamientos muy restrictivos y se respeten todas las disposiciones”, advirtió Angelo Borrelli, jefe de Protección Civil, encargado a diario de ofrecer las cifras de la evolución de la crisis sanitaria en Italia. “La curva ha comenzado a descender y la cantidad de muertes, a disminuir. Tendremos que empezar a pensar en la fase dos si se confirman estos datos”, añadió el presidente del Instituto Superior de Salud, Silvio Brusaferro.
Italia ha decretado la prolongación del confinamiento total y del cierre de la actividad productiva hasta el 13 de abril. En esa fecha podría permitirse empezar a funcionar a algunos sectores como la agricultura, apuntan en el Gobierno. Pero nadie espera que los ciudadanos puedan relajar sus hábitos de confinamiento hasta entrado mayo. Cuando eso suceda, habrá que convivir con el coronavirus hasta que haya una vacuna, según el ministro de Sanidad italiano, Roberto Speranza, que aseguró ayer en una entrevista con La Repubblica que el Gobierno trabaja ya el esquema que aplicará cuando se levante el confinamiento total. “Aquí el verbo correcto es convivir, al menos hasta que tengamos la vacuna o una cura", reconoció.
La paradoja de esta crisis es que quienes podrán salir antes de casa e incorporarse a la vieja rutina laboral y social serán aquellos que contrajeron el virus y se han recuperado. Italia ultima ya la compra masiva de test para detectar los anticuerpos y clasificar a la población que durante unos meses será inmune a la Covid-19.
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