miércoles, 18 de marzo de 2020

Pozas de minería ilegal: estudio revela que son un obstáculo para reforestar un tercio de La Pampa

Un grupo de científicos que lleva cinco años estudiando los efectos de la minería ilegal en Madre de Dios pudo, por primera vez, evaluar al detalle los impactos de esta actividad en La Pampa. Fue en medio del recorrido por este territorio que simula a un gran desierto, repleto de rumas de arena y piedra, donde no queda un solo árbol en pie, que los investigadores descubrieron que las pozas de agua marrón, turquesa y verde -que usualmente se ven desde lo alto en los sobrevuelos son la evidencia más concreta de que allí no volverá el bosque tropical.
“Son 5377 hectáreas de bosques que se han convertido en pozas llenas de agua. Eso quiere decir que los bosques tropicales no van a regresar, están perdidos por varias generaciones”, dijo sin exagerar Luis Fernández, director ejecutivo del Centro de Innovación Científica Amazónica (Cincia) e investigador del departamento de Biología de la Universidad de Wake Forest.
Para determinar el tamaño del territorio afectado por la presencia de estas pozas cargadas de mercurio y cianuro, los científicos observaron el cambio del suelo, entre los años 2016 y 2019, con la ayuda de imágenes satelitales de alta resolución y fotografías tomadas con drones multirotores.
Según el estudio Conversión de paisajes forestales a humedales amazónicos por minería aurífera, nombre de la publicación trabajada por el equipo de Cincia, las 5377 hectáreas de pozas mineras que ahora se observan en La Pampa representan aproximadamente el 28% de las áreas deforestadas por la actividad ilícita en esta zona.

Un bosque de lagunas

La extensión de La Pampa bordea las 18 mil hectáreas, de ellas, alrededor de 5300 hectáreas se han convertido en cuerpos de agua. Es decir, casi un tercio del territorio.
“Me sorprendió la cantidad de pozas que hay en ese lugar. Ha sido una transformación tremenda en una de las joyas del Sistema de Áreas Naturales Protegidas de Perú”, comenta Fernández.
El director de Cincia comenta, además, que los planes de restauración de bosques en las zonas donde ahora están las pozas son prácticamente imposibles de ejecutar, puesto que no se pueden sembrar árboles donde ya no existe el suelo.
“Se ha creado un vasto y novedoso complejo de humedales en un área que antiguamente fue bosque tropical primario, alterando radicalmente la biodiversidad y la recuperación potencial del suelo”, dice el estudio publicado por Cincia.
Fernández señala que se trata de una transformación violenta a nivel de paisaje, pues se han creado nuevos humedales y no se conocen cuáles serán los efectos de estas pozas cargadas de metales tóxicos como mercurio y cianuro. El investigador de Cincia se pregunta sin rodeos: “¿Cuáles serán los efectos de esos metales en la vida silvestre que está regresando?”.
Según la investigación, no se sabe qué consecuencias traerá la conversión del paisaje en un ecosistema tipo pantanal. Por lo pronto, indica la publicación, han detectado la presencia de especies que no solían estar presentes en la zona, “especies raras o no registradas en el departamento”. El pato brasileño (Amazonetta brasiliensis), el avefría tero (Vanellus chilensis), el caracará carancho (Caracara plancus) y la lechucita de los arenales (Athene cunicularia) son un ejemplo.
El director de Cincia añade que también les preocupa que algunos peces y nutrias gigantes del río Amazonas empiezan a convertir ese espacio en su nuevo hogar. “Poco se sabe sobre la biodiversidad y la composición química de estos estanques mineros y los riesgos que pueden representar la vida silvestre debido a la contaminación por mercurio”.

La maldición del mercurio

La fiscal Karina Garay, de la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental (FEMA) de Madre de Dios, que también ha podido recorrer el área, confirma el problema de la contaminación por mercurio que hay en estas pozas. “Está comprobado que en esa zona no pueden establecerse poblaciones por el alto nivel de mercurio y tampoco sembríos como plátano, cacao y otros [productos] propios de la región por la contaminación”, precisa con referencia a La Pampa, la zona que tiene a su cargo desde el inicio de la Operación Mercurio.
Garay agrega que la contaminación alcanza también a los suelos, sin pasar por alto la gran cantidad de plásticos que han encontrado en La Pampa, muchos de ellos provenientes de envases de alimentos y bebidas, y otros que eran utilizados para cubrir las maquinarias y esconderlas dentro de las pozas ante la inminencia de un operativo de interdicción.
“¿Como reforestar con especies nativas áreas sin suelos y donde casi no hay arena?”, se pregunta Fernández, aludiendo a las más de 5 mil hectáreas convertidas hoy en lagunas. El director de Cincia precisa que el objetivo del estudio era enfocarse en La Pampa, donde se ejecuta la ‘Operación Mercurio 2019’. “Estamos poniendo énfasis en el lugar donde el Estado está planificando la restauración”.
Fernández agregó que este estudio puede servir también para prevenir los daños ambientales en otras áreas protegidas y lugares donde está creciendo la minería ilegal como Amazonas y Huánuco.
César Ipenza, abogado especializado en materia ambiental, señala que los peces en estas pozas atraen a otras especies a las que sirven de alimento. El problema –dice– es que si están contaminadas terminan afectando la cadena alimenticia.
En cuanto a los planes de reforestación, Ipenza precisa que es importante definir las especies. “No se puede optar por aquellas que retengan el mercurio y que luego la acumulan en los frutos. Debe haber un proceso de remediación, recuperación y revegetación con plantas pioneras y colonizadoras que ayudan a que otras aparezcan”.
Ipenza, además, llama la atención sobre la necesidad de que se tomen en cuenta los estudios científicos. “En este caso el trabajo de Cincia es importante para conocer, en base a estudios y proyectos pilotos, cuáles son las especies de árboles más adecuadas para esta zona”.

Tres años en imágenes

“Vimos esa transformación, cómo los bosques y aguajales se fueron convirtiendo en grandes pozas. La pregunta era qué porcentaje del territorio degradado ocupan las pozas mineras”, señala Jorge Caballero, experto en análisis espacial y piloto de drones de Cincia, quien estuvo a cargo del registro y estudio de las imágenes.
Caballero cuenta que se analizaron imágenes satelitales Sentinel y WorldView, además de imágenes infrarrojas de onda corta para ver los cuerpos de agua. “Lo que hicimos fue comparar las imágenes desde el año 2016 hasta el 2019”.
Pero este trabajo no solo abarcó el análisis satelital. Entre setiembre y octubre de 2019, realizaron una segunda visita de campo con drones multirotores para conseguir imágenes de alta calidad de las pozas de agua. “Tenemos imágenes de drones de muy alta resolución, de hasta siete centímetros, que nos permiten ver la vegetación que está creciendo, lugares con basura y otros detalles”.
El analista espacial de Cincia explica que toda la información se obtuvo durante la estación seca, entre mayo y setiembre. Sin embargo, tienen planeada una tercera expedición con drones para mapear la misma zona pero esta vez en la temporada de lluvias. “Nuestra hipótesis es que debido a estas precipitaciones las pozas aumentarán”.
La mayoría de las pozas, alrededor del 46%, tiene una extensión menor a una hectárea, sin embargo, hay lagunas que alcanzan hasta las 27 hectáreas, señala el estudio. “Son cuerpos de agua grandes, profundos, tienen en promedio de tres a cuatro metros de depresión. Las imágenes satelitales muestran lagunas color turquesa, verde y marrón. Y algunas tienen conectividad entre ellas”.
Pero el impacto, según el estudio, también debe verse más allá de las pozas de agua, pues hay árboles y vegetación alrededor que no logran adaptarse a las nuevas condiciones.
Para Sidney Novoa, director SIG y Tecnologías de la Información de Conservación Amazónica (ACCA), es importante concentrarse en la estimación y cuantificación de estos cuerpos de agua como un dato estadístico, pues será información útil para crear un registro mayor sobre el comportamiento de las comunidades bióticas a lo largo de un período de recuperación.

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