La vida sobre nuestro planeta es el resultado de más de 3.500 millones de años de evolución. La misma que ha sido configurado por fuerzas tales como el cambio de la corteza terrestre, las edades glaciales, el fuego y la interacción entre las especies.
En la actualidad nuestro planeta está siendo alterado por nosotros (los humanos). Desde el comienzo de la agricultura, hace unos 10,000 años, y hasta la revolución industrial de los últimos tres siglos, hemos modificado nuestros paisajes en una escala cada vez más grande e irreversible. De talar árboles con herramientas de piedra hemos llegado literalmente a mover montañas para extraer los recursos de la Tierra. Los antiguos métodos de recolección están siendo sustituidos por tecnologías transformadoras, a menudo sin ningún tipo de control que evite la sobre recolección. Por ejemplo, los recursos pesqueros que durante siglos vienen alimentando a nuestros pueblos estarán quedando agotados en unos pocos años por obra de flota de embarcaciones enormes, estas disponen una instrumentación que están orientados por radares las mismas que utilizan redes capaces de "engullir" una docena de aviones supersónicos en un momento. Al consumir una proporción cada vez mayor de los recursos naturales, estamos obteniendo una alimentación más abundante y mejores condiciones de vivienda, saneamiento y atención de salud, pero todo estos logros muchas veces están acompañados por una creciente degradación del medio ambiente, que puede traducirse luego en la degradación de las economías y la sociedad a la que sustenta.
Hasta el año 2000, la población del mundo llegó a los 6,000 millones de habitantes. Los expertos de las Naciones Unidas pronostican que el mundo deberá encontrar recursos para una población de 9,000 millones dentro de 50 años.
Nuestra demanda sobre los recursos naturales del planeta crece con una rapidez incluso mayor que las cifras indicadas; desde 1950, la población se ha duplicado, pero la economía global se ha quintuplicado. Además, los beneficios no se distribuyen equitativamente; en gran parte el crecimiento económico se ha limitado solo a algunos pocos países industrializados.
Al mismo tiempo, nuestros patrones de asentamiento están cambiando nuestras relaciones con el medio ambiente. Casi la mitad de la población mundial vive en pueblos y ciudades (migración acelerada del campo a la ciudad). Muchas personas perciben la naturaleza como algo que se encuentra distante a su vida cotidiana. Cada vez más las personas asocian los alimentos a los que se expenden en los super market, y se olvida a aquellos alimentos de origen natural.
El valor de la diversidad biológica
Los recursos biológicos son los pilares que sustentan las civilizaciones. Los productos de la naturaleza sirven de base a todas las industrias sea cual fuese su diversidad como la agricultura, químico, farmacéutica, la industria del papel, la horticultura, la construcción y el tratamiento de desechos. La pérdida de esta diversidad biológica amenaza nuestros suministros alimentarios, nuestras posibilidades de recreación, turismo, fuentes de madera, medicamentos y energía. Así mismo interfiere con las funciones ecológicas esenciales. Nuestra necesidad de aquellos componentes que nos proporciona la naturaleza de los cuales alguna vez hicimos caso omiso con frecuencia es importante e imprevisible. Cuando el peligro nos acecha recién pensamos en lo natural y volteamos nuestra mirada a nuestro gran almacén que es la naturaleza para curar nuestras enfermedades, algunas infusiones de genes resistentes procedentes de plantas silvestres, para salvar nuestros cultivos de las invasiones de plagas. Es más, la amplia gama de interacciones entre los diversos componentes de la diversidad biológica es lo que permite que el planeta pueda estar habitado por todas las especies, incluidos los seres humanos. Nuestra salud individual, y la salud de nuestra economía y de la sociedad humana, dependen del continuo suministro de los diversos servicios que nos brinda la naturaleza, y que serían sumamente costosos o imposibles de reemplazar. Estos servicios naturales son tan variados, y prácticamente infinitos. Por ejemplo, sería casi imposible sustituir, en gran medida, el control de plagas que cumplen diversas criaturas que integran la cadena alimentaria, o la polinización que llevan a cabo los insectos y las aves en su actividad cotidiana.
La bolsa de "bienes y servicios" prestados por los ecosistemas pueden mencionarse:
- El suministro de madera, combustible y fibra
- El suministro de vivienda y materiales de construcción
- La purificación del aire y el agua
- La descomposición de los desechos
- La estabilización y moderación del clima de la Tierra
- La moderación de las inundaciones, sequías, temperaturas extremas y fuerza del viento
- La generación y renovación de la fertilidad del suelo, incluido el ciclo de los nutrientes
- La polinización de las plantas.
- El control de plagas y enfermedades
- El mantenimiento de los recursos genéticos como contribución fundamental para las variedades de cultivos y razas de animales, los medicamentos y otros productos
- Los beneficios culturales y estéticos
- La capacidad de adaptación al cambio.
La diversidad biológica en peligro
Cuando la mayoría de las personas piensan en los peligros que acechan al mundo natural, en general evocan la amenaza a otras criaturas. La disminución en el número de animales tan representativos como el Cóndor de nuestros andes, el cocodrilo de nuestros manglares en tumbes, los pandas, los tigres, los elefantes, las ballenas y diversas especies de aves han atraído la atención mundial hacia el problema de las especies en peligro de extinción. Hay algunas especies que han estado desapareciendo a un ritmo entre 50 y 100 veces superior al ritmo natural, y se prevé que esto se intensifique de forma dramática. Sobre la base de las tendencias actuales, una cantidad estimada en 34,000 plantas y 5,200 especies animales, incluyendo que una de cada ocho especies de aves del mundo, estarían en peligro de extinción.
Durante miles de años hemos logrado una amplia gama de plantas y animales domesticados importantes para la alimentación. Pero esta reserva se está contrayendo a medida que la agricultura comercial moderna se centra en relativamente pocas variedades de cultivos. Además, el 30% de las variedades de las principales especies de animales de granja se encuentran actualmente expuestas a alto riesgo de extinción.
Si bien la pérdida de especies llama nuestra atención, la amenaza más grave a la diversidad biológica es la fragmentación, degradación y la pérdida directa de los bosques, humedales, arrecifes de coral y otros ecosistemas. Los bosques albergan gran parte de la diversidad biológica conocida en la Tierra, pero cerca del 45% de los bosques originales han desaparecido, como resultado de las talas emprendidas principalmente durante el siglo pasado. Pese a que ha habido cierta repoblación, los bosques de todo el mundo se siguen reduciendo rápidamente, especialmente en nuestra amazonia. Los manglares especialmente en el Departamento de Tumbes, un hábitat fundamental de cría de innumerables especies, están también en situación de vulnerabilidad, y la mitad de las especies ya han desaparecido.
Los cambios atmosféricos mundiales, por ejemplo, el agotamiento de la capa de ozono y el cambio climático, sólo agregan nuevas fuentes de presión. El debilitamiento de la capa de ozono permite que un mayor volumen de radiaciones ultravioletas B alcance la superficie de la Tierra, donde daña el tejido vivo. El calentamiento mundial ya está cambiando los hábitats y la distribución de las especies. Los científicos advierten que incluso un aumento de un grado en la temperatura mundial media, si se produce abruptamente, puede ser de serias consecuencias para muchas especies. Nuestros sistemas de producción alimentaria también podrían verse gravemente perturbados.
La pérdida de la diversidad biológica con frecuencia reduce la productividad de los ecosistemas y de esta manera disminuye la "bolsa" de bienes y servicios que nos ofrece la naturaleza, y de la cual sacamos provecho constantemente. Ello desestabiliza los ecosistemas y debilita su capacidad para hacer frente a los desastres naturales como inundaciones, sequías y huracanes y las presiones causadas por el hombre, por ejemplo, la contaminación y el cambio climático. Ya estamos gastando sumas enormes para intervenir en casos de daños de inundaciones y tormentas, exacerbados por la deforestación (La tala y quema del bosque amazónico es propiciado mayormente por la práctica de la agricultura migratoria, los cultivos ilícitos y otras actividades productivas. A 1990, de los 75 millones de Ha de bosque, se habían deforestado 7 millones; a una tasa de deforestación de 260 000 Ha/año), se prevé que estos daños han de aumentar debido al calentamiento global.
La reducción de la diversidad biológica también nos afecta de otras maneras. Nuestra identidad cultural está profundamente arraigada en nuestro entorno biológico. Las plantas y los animales son los símbolos de nuestro mundo, y están preservados en nuestra bandera, esculturas y otras imágenes que nos definen a nosotros y a nuestra sociedad. Extraemos nuestra inspiración simplemente mirando a nuestro alrededor la belleza y el poder de la naturaleza.
Si bien la pérdida de especies siempre ha ocurrido como un fenómeno natural, el ritmo de la extinción se ha acelerado de forma espectacular como resultado de la actividad humana. Los ecosistemas se están fragmentando o desapareciendo y numerosas especies están en disminución o ya extintas. Estamos forjando la mayor crisis de extinción desde el desastre natural que hizo desaparecer a los dinosaurios hace 65 millones de años. Esta extinción de especies es irreversible y, habida cuenta de nuestra dependencia en los cultivos alimentarios, los medicamentos y otros recursos biológicos, representa una amenaza para nuestro bienestar. Resulta temerario, sino directamente peligroso, atentar continuamente contra el sistema que sustenta nuestra vida. Además, es poco ético causar la extinción de otras formas de vida y, de esta manera, privar a las generaciones presentes y futuras de opciones para su supervivencia y desarrollo.
Los Glaciares y el Cambio Climático
De toda la región comprendida entre los trópicos en el mundo, la mayor superficie glaciar se encuentra en las montañas peruanas.
• Los cambios climáticos sus impactos y la gestión del recurso agua son las prioridades científicas del siglo XXI.
• Por su gran sensibilidad al cambio climático, los glaciares tropicales son excelentes indicadores de la evolución del clima.
• Tres capitales de América latina (Lima, La Paz y Quito) dependen en parte del agua de la fusión de los glaciares, y también los sectores agrícola, industrial, energético, etc.
• Según estudios científicos se ha determinado una reducción del área de la Cordillera Blanca durante 27 años (1962-1998) de 111,89 km2 (15.46%).
Nos preguntamos; ¿Podemos salvar los ecosistemas y con ellos las especies que apreciamos y otros millones de especies que, en algunos casos, pueden producir los alimentos y los medicamentos del mañana? La respuesta radicará en nuestra capacidad para armonizar nuestras demandas con la capacidad de la naturaleza para producir lo que necesitamos y absorber de forma inocua lo que desechamos.
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