La crisis mundial del coronavirus COVID 19 está dando a conocer al mundo que el camino que habíamos tomado respecto a las crisis sanitarias no era el correcto. Los responsables políticos solo apoyan a los investigadores en el área de la sanidad cuando ocurren catástrofes sanitarias, con muertos, miles de afectados y consecuencias económicas transcendentales, para el buen funcionamiento de la sociedad. No atienden a las solicitudes de apoyo económico de los investigadores sanitarios cuando se solicita financiación para prevenir lo que hoy nos está sucediendo.
Los políticos mientras no ocurra nada no valoran la importancia de estar constantemente investigando sobre estas amenazas biológicas. Los que estamos trabajando a diario en ellas sabemos que van a ocurrir, pero no sabemos cuándo.
Hay factores que sin darnos cuenta o sin querer darnos cuenta influyen en la aparición de estas crisis sanitarias. El cambio climático, la globalización, el estrés y la intrusión de hábitats diferentes a los que nos ha asignado la naturaleza hace que cada vez estemos más expuestos a estas manifestaciones patológicas que empiezan por ser epidemias y debido a los factores anteriormente mencionados, terminan en pandemias.
El cambio climático hace que se modifique la manifestación de vida en los diferentes hábitats, ocasionando situaciones de sequías, inundaciones, migraciones de personas y animales, así como la aparición de vectores, en lugares no propios de ellos, con la consiguiente transmisión de enfermedades.
Respecto a la globalización, las personas de todos los países nos movemos por todos los territorios, bien por trabajo, turismo o migraciones. Esto implica que llevamos con nosotros patógenos autóctonos, que sin manifestarse de forma inmediata, sí lo pueden hacer al cabo de cierto tiempo, transmitiendo la enfermedad a las poblaciones visitadas. Mucho más peligroso son las poblaciones de emigrantes que en situaciones penosas de salud, son obligados a trasladarse de un lugar a otro sin control sanitario, haciendo que enfermedades endémicas de las zonas, donde provienen, sean transmitidas a las zonas de acogida.
Este mismo efecto ocurre con la población animal que debido a las mismas consecuencias climáticas, se mueve libremente por territorios no propios ocasionando la propagación de enfermedades puramente veterinarias y a su vez posibilitando el salto de especies de microorganismos, bien entre los propios animales y de estos a las personas, ocasionando las zoonosis que tanto daño ocasionan.
También la situación de estrés en la que vive la mayoría de la población produce un estado de ansiedad con la consiguiente bajada de defensas inmunológicas, haciendo más factible la aparición de la infección. Para explicarlo superficialmente, diremos que el cortisol es una hormona esteroidea que al aumentar el estrés actúa como inmunosupresora haciendo que las defensas bajen. Este puede ser uno de los motivos que explican por qué los médicos y sanitarios, con edades no muy altas, están padeciendo la enfermedad. Se encuentran expuestos a enfermos, en la mayoría con tasas de viremia muy altas y están muy estresados por la cantidad de trabajo que tienen, sobre todo en el caso del COVID 19.
El otro factor al que hemos hecho referencia es la ocupación por parte de las personas de hábitats que se encuentran en la naturaleza fuera de nuestro entorno y que invadimos. Esto ha podido suceder con las últimas apariciones de enfermedades infecto-contagiosas y de gran impacto en la sociedad (Ébola, SARS, MERS).
Hemos de tener muy en cuenta que la naturaleza nos ha dado a cada especie los hábitats naturales para vivir, algo que el ser humano no está respetando. Nos estamos introduciendo en hábitats donde hay una serie de fauna, flora y microorganismos propios que nunca han estado en contacto con seres humanos. Si el ser humano accede y está en contacto directo con ese ambiente o lo que es peor, lo utiliza para su alimentación, se produce una situación muy favorable para el salto de especie (zoonosis). Esto puede estar ocurriendo en países asiáticos, debido a su cultura y costumbres, donde suelen comenzar este tipo de epidemias.
Todos estos son ingredientes que explican la aparición de este tipo de crisis sanitarias y son factores que hemos de modificar en nuestra forma de vivir.
Otra cuestión vital en estas crisis es el modo como se comunican a la sociedad, dando una información lo más veraz posible sin alarmar, pero sí para prevenir, sabiendo transmitir a la sociedad los datos más útiles que siempre no son los más importantes. Hoy día en España no tenemos una prensa especializada en este tipo de crisis y las consecuencias son bastante desastrosas para la sociedad, como nos está ocurriendo. Tenemos mucha información y poca formación, lo que provoca una alerta social muy negativa.
Los efectos del COVID 19 en nuestro país van a ser muy negativos, no solo desde el punto de vista sanitario –que ya lo está siendo–, sino además los evidentes efectos colaterales en el ámbito económico. Hemos de esperar un número de muertes muy elevado, pienso que más que otros países, debido a que España es el segundo país del mundo, después de Japón, en longevidad. Tenemos una población muy numerosa de personas mayores a las que más afecta esta enfermedad, de ahí que tengamos un número mayor de defunciones. En la actualidad el 15% de muertes son de mayores de 80 años y hay 8 millones de jubilados. Por otro lado, el 33% de muertes no tenían una patología de riesgo y algunos no eran tan mayores.
En estas líneas solo se quiere manifestar errores que repetimos en este tipo de crisis y hacer una llamada a que los responsables políticos tomen verdadera conciencia de lo que nos está ocurriendo y que nos sirva de ‘vacuna’ para las sucesivas amenazas biológicas, que como dije al comienzo no tenemos que preguntarnos si van ocurrir o no, sino cuándo van a ocurrir.
Ya tendremos tiempo más adelante de analizar cómo y por qué se ha producido esta pandemia pero pienso que en estos momentos lo importante es poner de manifiesto los errores cometidos para que no vuelvan a repetirse.
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