Con el fin de
comprender las interacciones entre el genoma, el entorno y los rasgos
fisiológicos que resultan de ese intercambio, un equipo de varias instituciones
estadounidenses y una peruana midieron la estatura y obtuvieron ADN de 3.134
individuos en 1.947 hogares de Lima, la capital de Perú. Según explican
hoy en la revista Nature, en su análisis encontraron la
variante genética con la mayor influencia conocida en la estatura de las
personas.
Una versión del
gen FBN1 denominada E1297G, importante en el desarrollo embrionario, suponía
por cada copia una reducción de 2,2 centímetros. Los individuos que habían
heredado la variante tanto del padre como de la madre y tenían dos copias eran,
de media, 4,4 centímetros más bajos. En otros estudios, las variantes genéticas
relacionadas con la estatura más influyentes solo suponían un cambio de
alrededor de un milímetro. La variante se encontró exclusivamente en las
personas de ascendencia indígena, algo que coincide con la observación habitual
de una relación, una vez controlados otros factores como la pobreza, entre
menor estatura media cuanto mayor sea la presencia de genes de nativos
americanos entre los habitantes del continente. En Perú, esa cifra alcanza el
80%.
“Una de las enseñanzas importantes de este estudio es
que variantes genéticas en el mismo gen pueden tener efectos diferentes”
Además, en un
análisis más profundo de los resultados los autores observaron que la variante
era más frecuente entre las poblaciones de la costa que en los que viven en los
Andes o en la región del Amazonas. En particular, en las poblaciones en torno
al valle de Moche, junto al Pacífico, en el norte del país, estos genes de la
baja estatura eran aún más abundantes. Eso se refleja en una estatura media de
158 centímetros para los hombres procedentes de esa zona y 147 centímetros para
las mujeres, varios centímetros por debajo de la media peruana. Los autores del
artículo especulan con la posibilidad de que la variante genética ofrezca alguna
ventaja a quienes vivían junto a la costa.
“Una de las
enseñanzas importantes de este estudio es que variantes genéticas en el mismo
gen pueden tener efectos diferentes”, señala Samira Asgari, investigadora de la
Escuela de Medicina de Harvard (EE UU) y primera autora del estudio. “Hasta
ahora, si le preguntabas a un genetista qué haría una variante de este gen,
probablemente te dirían que causar una enfermedad. Pero eso no es lo que hemos
encontrado”, afirma Asgari. Las mutaciones en el gen FBN1 están asociadas a
dolencias como el síndrome de Marfán, que produce un crecimiento descontrolado
o problemas cardíacos.
“Han tenido suerte
al encontrar una variante con un efecto tan grande. En los análisis para mirar
variantes asociadas a estatura en europeos se ha estudiado a cientos de miles
de personas y solo se han encontrado variantes que cambian la altura en
milímetros”, apunta Óscar Lao, líder del grupo de Genómica de Poblaciones en el
Centro Nacional de Análisis Genómico del Centro de Regulación Genómica de
Barcelona. “Después de encontrar esa selección, lo interesante es explicar por
qué ha sucedido, qué presiones ambientales pueden hacer incrementar o reducir
la estatura”, explica. “Ahora, [haciendo estudios con modelos animales] tienen
que averiguar si esa proteína que han identificado realmente modifica la altura
o eso es un efecto secundario de otro cambio que ofrece una ventaja. Por
ejemplo, puede ser el grosor de la piel, que en un determinado ambiente te
puede dar más probabilidades de sobrevivir”, añade.
“Esta variación
genética no explica totalmente la diferencia entre la población peruana y otras
poblaciones de la zona, es una pieza más del rompecabezas”, indica Xavier
Estivill, investigador de QGenomics Laboratories, también en la provincia de
Barcelona. “Este tipo de estudios, con poblaciones que han podido quedar
aisladas, como las poblaciones indígenas o poblaciones de islas, son muy
interesantes para encontrar estas variantes genéticas”, continúa. “En España,
por ejemplo, hemos estado expuestos a muchas más poblaciones y es más difícil
encontrar esas variantes genéticas con efectos tan fuertes”, continúa. El
estudio que hoy se publica en Nature muestra cómo el ser
humano se adapta a distintos ambientes y cómo factores que en un entorno pueden
ser una ventaja, por la mejora del rendimiento cardíaco o muscular o de consumo
de oxígeno, no lo son tanto en otro; enseña cómo entre la salud y la enfermedad
hay aspectos de equilibrio.
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