Pero ahora ellos están sufriendo.
Lombardía fue la
región del mundo más afectada y el personal médico está teniendo dificultades tratando de mantener la cordura.
Paolo Miranda es un
enfermero de cuidados intensivos en Cremona. "Estoy más irritable",
confiesa. "Me enojo fácilmente y busco pleitos".
Hace unas semanas, Paolo decidió
documentar la desoladora situación dentro de una unidad de cuidados intensivos
tomando fotografías. "Nunca quisiera olvidar lo que nos ocurrió. Pronto
estará consignado a la historia", me cuenta.
"Aunque la
emergencia se está calmando, nos sentimos rodeados de
oscuridad", señala. "Es como si estuviéramos llenos de
heridas. Cargamos internamente todo lo que hemos visto".
Pesadillas y
sudores nocturnos
Es un sentimiento compartido por
Monica Mariotti, también una enfermera de la unidad de cuidados intensivos.
"Las cosas son mucho más difíciles ahora que durante la crisis",
afirma.
"Teníamos que
combatir un enemigo. Ahora que tengo tiempo para reflexionar, me siento tan perdida, sin dirección".
Durante la crisis, el personal estaba
abrumado y no tenía tiempo para pensar. Pero, a medida que la presión de la
pandemia se desvanece, igualmente lo hace la adrenalina.
Todo el estrés acumulado durante las últimas semanas empieza a
subir a la superficie.
Su colega Elisa
Pizzera recalca que se sintió fuerte durante la emergencia pero que ahora está exhausta.
No tiene energía para cocinar ni
encargarse de los quehaceres en la casa y, cuando tiene un día libre, se pasa
la mayor parte del tiempo sentada en el sofá.
No es el
"nuevo normal"
Martina Benedetti, una enfermera de
cuidados intensivos en Toscana, todavía rehúsa ver a la familia y amigos por
temor de infectarlos.
"Inclusive mantengo la distancia
social con mi esposo", confiesa. "Dormimos en cuartos separados".
Ahora que finalmente tiene tiempo
para reflexionar, está llena de inseguridades.
"No estoy
segura de que quiera seguir siendo una enfermera", me cuenta. "He visto más gente morir en los últimos dos meses que durante seis
años".
Alrededor de 70% de trabajadores de
la salud que se ocupaban de covid-19 en las regiones peor afectadas de Italia están
sufriendo de agotamiento, según un estudio reciente.
"En realidad, este es el momento
más difícil para médicos y enfermeras", explica Serena Barello, autora del
estudio.
Cuando enfrentamos
una crisis, nuestro cuerpo produce hormonas que nos ayudan
a manejar el estrés.
"Pero, cuando finalmente tienes
tiempo de reflexionar sobre lo sucedido, y la sociedad sigue hacia adelante,
todo se te puede derrumbar y te sientes más cansancio y angustia
emocional", dice la doctora Barello.
Esto es cuando el
impacto de una experiencia traumática afecta la vida de una persona,
meses y hasta años después.
Para los trabajadores de la salud,
esto podría dificultar sus habilidades de continuar trabajando con la
intensidad y concentración que sus trabajos requieren.
Héroes olvidados
Alrededor del
mundo, los médicos y enfermeras en las primeras líneas están siendo elogiados
como héroes por arriesgar sus vidas para tratar a los pacientes. Pero en
Italia, ese aprecio se está desvaneciendo.
"Cuando estaban temiendo la
muerte, de repente todos nos volvimos héroes, pero ya nos han olvidado",
dice Mónica.
"Volveremos a ser vistas como
personas que limpian culos, perezosas e inútiles".
Realizaron
la manifestación para exigir reconocimiento por su labor.
"En
marzo fuimos héroes, ahora ya nos han olvidado",
gritó una enfermera a través de un megáfono.
Les
habían prometido un bono por su trabajo, pero todavía no
se ha materializado.
Sin escape
Por lo menos 163
médicos y 40 enfermeras han muerto de covid-19 en Italia. Cuatro de estas muertes fueron suicidios.
No obstante, muchos
trabajadores de la salud ahora sienten como si la pandemia nunca hubiera
sucedido. "Me siento abrumada por la ira",
indica Elisa Nanino, un médico que atendió casos de covid-19 en hogares de
cuidado
Desde que se levantó el
confinamiento, constantemente ve a personas bebiendo y comiendo juntas sin
máscaras protectoras y sin mantener el distanciamiento social.
"Me gustaría acercarme a ellos y gritarles en la cara, decirles
que están poniendo a todos en peligro", dice. "Es una gran falta de
respeto hacia mí y todos mis colegas".
Pero una cosa en la
que todos los trabajadores de la salud coinciden es el apoyo del público les
ayudó a sobrellevar la crisis.
"No soy ningún héroe, pero me hizo sentir importante",
señala Paolo.
"Todos
nosotros tenemos un papel crucial que jugar en este momento", señala.
"Debemos asegurarnos de no olvidar lo que médicos y enfermeras hicieron
por nosotros".
Los
soldados pueden abandonar el campo de batalla y lidiar con su trauma en casa.
Pero para estos médicos y enfermeras, el próximo turno de 12 horas siempre está a la
vuelta de la esquina.
Tienen
que lidiar con todo esto en el mismo lugar donde han sufrido tanto.
"Me
siento como un soldado que acaba de regresar de la guerra", explica Paolo.
"Obviamente no vi armas ni cadáveres en la calle, pero de muchas maneras,
siento como si hubiera estado en las trincheras".
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