Una proteína que sirve de entrada al virus tiene también propiedades anti inflamatorias que protegen frente a las manifestaciones graves de COVID 19
El sentido común, con sus atajos para simplificar las complejidades de la vida, puede ser un obstáculo al conocimiento.El presidente de EEUU, Donald Trump, cayó hace unos días en un fallo típico del pensamiento intuitivo cuando se aplica a resolver problemas de salud. Si rociar con desinfectante al virus lo noquea en un minuto, ¿por qué no tratar de inyectárselo a los afectados con el nuevo coronavirus? En el extremo opuesto, no parecería muy razonable dar sustancias venenosas a un paciente debilitado por un cáncer, pero décadas de estudio han demostrado que hacerlo ralentiza la enfermedad.
Pocas semanas después de la aparición del nuevo coronavirus
ya se hablaba de la ECA2(enzima
convertidora de la angiotensina 2) como una de las puertas de entrada del virus
en las células humanas. Esta enzima, fundamental en la regulación de la presión
arterial, también era utilizada como vía de asalto por el SARS-CoV, el pariente
del actual virus que causó una epidemia en 2003. Aplicando el sentido común,
unos mayores niveles de ECA2 facilitarían la entrada del virus. Esta idea ha
producido momentos de confusión en las últimas semanas. Los medicamentos para
la tensión alta, por ejemplo, incrementan los niveles de esta enzima e hicieron
pensar que podían agravar el curso de la covid. Y algo similar sucedió con el
ibuprofeno. También se ha publicado que los hombres mueren más por la
enfermedad porque tienen más ECA2 en su sangre. La historia es más complicada.
Según explica José Luis Labandeira, catedrático de Anatomía
Humana de la Universidad de Santiago de Compostela, “el sistema de la
angiotensina tiene dos ejes, uno que podríamos llamar malo, proinflamatorio,
que es el que representa la enzima ECA, y uno bueno, antiinflamatorio, el de la
ECA2”. “Los genes de ECA2 y algún otro componente del eje antiinflamatorio se
expresan en el cromosoma X y como las mujeres tienen dos, tienen una mayor
expresión de esos componentes beneficiosos”, añade Labandeira.
La mayoría de los muertos son personas de edad avanzada, aunque la presencia de la proteína que sirve al virus de entrada a las células desciende con el paso de los años
Bloquear parte de la enzima, sin anularla es un trabajo de filigrana
biotecnológica que ya están desarrollando
varios grupos de investigación y empresas de todo el mundo con los anticuerpos
monoclonales, moléculas que se pueden adherir a secciones precisas de los virus
para incapacitar su sección de asalto o su proceso de reproducción. Y hay otras
alternativas más originales.
En Valencia, en el Instituto de Biomedicina del CSIC, Alberto
Marina y Vicente Rubio buscan conservar el anverso positivo de la ECA2
utilizando a su favor el reverso tenebroso de la enzima. Su objetivo es diseñar
variantes artificiales de la proteína que no influyan, por ejemplo, en la
presión arterial de quien las tome, pero que puedan actuar como señuelo para
que el SARS-CoV-2 se una a ellas y deje en paz al organismo. Cuenta Vicente
Rubio, que lidera junto a Marina este proyecto del Ciberer (Centro de
Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras), que uno de los impulsos
para iniciar este proyecto fue una muerte cercana, la de su primer técnico de
laboratorio, con poco más de 70 años. “Probaron de todo con ella y nada
funcionaba, y pensé que eran necesarias alternativas”, recuerda.
La experiencia del equipo del Ciberer viene de la biología
estructural. Observan las proteínas con detalle atómico y ven cómo encajan unas
con otras como piezas de un rompecabezas. “Queremos fabricar un súper receptor,
que tenga una afinidad aumentada por el virus”, apunta Rubio. Junto a este
intento de fabricar un fármaco, que se encuentra en una fase muy preliminar,
quieren comprender mejor el mecanismo que permite al virus infectar a las
células, para poder diseñar moléculas específicas que lo impidan en lugar de
probar muchas y ver cuál funciona.
Por el camino, para fabricar un mejor señuelo, quieren estudiar
si hay variantes genéticas que explican que unas poblaciones sean más
susceptibles al virus que otras. “La población afroamericana, por ejemplo, tiene
niveles menores de ECA2 y se ha visto que la presión arterial está relacionada
con el color de la piel y que los afroamericanos tienen una patología
cardiovascular más acentuada”, explica Marina. “Ahora se están buscando
correlaciones de este tipo que sean sólidas para luego analizar si existe
causalidad”, concluye.
Descifrar los mecanismos precisos que explican el funcionamiento
de esta enzima y su relación con el coronavirus ayudará a superar las trampas
del sentido común para empezar a comprender qué está sucediendo y poder actuar
con conocimiento.
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