Sabían
que se venía una nueva enfermedad: una desconocida infección respiratoria que
había aparecido por primera vez en China a finales del año pasado.
Pero
los casos que fueron llegando tomaron incluso a los especialistas más
experimentados de las UCI por sorpresa. La mayoría de la gente infectada con el
nuevo coronavirus tenía sólo síntomas moderados y, en algunos casos, ninguno. Pero
en muchos de los pacientes gravemente enfermos, la covid-19 es una
enfermedad extremadamente compleja.
Lo que sigue es un resumen de lo que los médicos aprendieron en estos meses de cómo la covid-19 ataca al cuerpo humano y de todo lo que aún continúa siendo un misterio.
Si bien la mayoría
de los médicos "esperaban encontrarse con un virus respiratorio que causa
neumonía, algo parecido a la gripe estacional, pero en una escala mucho
mayor", se hizo evidente rápidamente que el virus
afectaba mucho más que la respiración de la gente, le dice a la
BBC Anthony Gordon, médico de la UCI del Hospital St Mary en Londres. La
neumonía viral es una enfermedad desagradable -una infección grave de los
pulmones que provoca inflamación a medida que el cuerpo lucha contra ella-,
pero en los peores casos, la covid-19 era algo totalmente nuevo.
A los pacientes más graves les provoca inflamación y coágulos de sangre, ataca múltiples órganos y causa problemas que ponen su vida en riesgo.
"Hemos tenido pacientes muy, muy enfermos cuya masa corporal sufre unos cambios profundos", le dice a la BBC Beverly Hunt, especialista en trombosis que trabaja en una UCI en Londres.
Oxígeno
En marzo, cuando el
virus empezó a propagarse más rápidamente en Reino Unido, a los hospitales
llegaban pacientes con falta de oxígeno.
Pero también otros,
los más graves, que presentaban problemas en órganos más allá
del sistema respiratorio y cuya sangre tenían características que los médicos
no pueden explicar.
"Aún no sabemos por qué algunos pacientes se sienten bien al principio, aunque tengan niveles bajísimos de oxígeno en su sangre", dice Hugh Montgomery, médico de cuidados intensivos del Hospital Whittington, en el norte de Londres. Anthony Gordon cree que esto "podría estar vinculado a que la inflamación está afectando a los vasos sanguíneos". "(La infección) No le permite al oxígeno llegar a la sangre y eso da lugar a los bajos niveles (de saturación), pero los pulmones no se ven afectados en esta primera fase".
Por eso muchos médicos se han cuestionado si el uso de ventiladores artificiales para ayudar a los pacientes a respirar es lo más indicado para esta enfermedad. Si bien ha contribuido a la recuperación de muchos pacientes graves, en algunos poner el foco en los pulmones resultó ser un tratamiento equivocado.
Normalmente, los afectados con neumonía viral grave deben estar conectados a un ventilador durante una semana. Con covid-19, "la gente está conectada a un ventilador por mucho más tiempo, y no entendemos por qué", le dice a la BBC Danny Macauley, médico de la UCI del Hospital Real Victoria Hospital de Belfast, Irlanda del Norte. "Puede que sea porque el viruscontinúa haciendo daño o que sea la propia respuesta al virus la que genera tal inflamación que causa múltiples problemas en el cuerpo". Y, muchos de estos problemas, están vinculados a la sangre.
Inflamación y coágulos
Todos concuerdan en
que el nivel sin precedentes de infección de los pulmones hace que la covid-19
sea una enfermedad muy diferente.
Cuando las paredes
de los vasos sanguíneos se inflaman, es más probable que la sangre forme coágulos. Y la covid-19 hace que la
sangre se vuelva muy espesa y pegajosa en los pacientes gravemente enfermos.
"Hemos hallado pequeños coágulos en los vasos sanguíneos
pequeños de los pulmones, pero también coágulos grandes en las mayores
arterias", dice Hugh Montgomery.
"Más del 25% de los pacientes tienen coágulos importantes, lo que es un problema. Y cuanto más espesa es la sangre, más grande el problema".
Estos
pacientes de covid-19 "son mucho más propensos a tener una trombosis
venosa profunda", la que se produce cuando se forma un coágulo de sangre
(trombo) en una o más venas profundas del cuerpo, generalmente en las piernas,
explica Berverly Hunt.
"Y
a sufrir de embolismo pulmonar si uno de estos trombos viaja por el cuerpo y
bloquea el suministro de sangre a los pulmones, sumándose al problema de la
neumonía".
Los
coágulos también dificultan la llegada de la sangre a
otros órganos, como el corazón o el cerebro, lo cual deja a los
pacientes graves en riesgo de sufrir un ataque cardíaco o cerebral.
La
proteína principal de la sangre que forma los coágulos se llama fibrinógeno.
"Normalmente, tenemos entre dos y cuatro gramos por litro (...), pero con la covid-19, el nivel aumenta a entre 10 y 14 gramos. Nunca vi algo así en todos mis años como médica", dice Hunt. Otra forma de medir el riesgo de coágulos es a través de una proteína en la sangre conocida como dímero D, cuyo nivel también aumenta de forma desmedida en pacientes con covid-19 graves.
En algunos casos el
nivel elevado de dímero D puede deberse a la presencia de múltiples coágulos. En
otros, indica la existencia de una infección tan grave que puede dar lugar a
una reacción desproporcionada y potencialmente mortal del sistema inmune, conocida
como "tormenta de citoquinas" o citosinas. La
inflamación es tal que puede dañar al resto de los órganos.
Esto es lo que hace más difícil saber cómo tratar a cada paciente individual. Y, por el momento, no hay un manual que explique qué hacer. "No son solo los pulmones los que se ven afectados", dice Hugh Montgomery. "También daña los riñones, el corazón, el hígado" Más de 2.000 pacientes admitidos en terapias intensivas en Reino Unido han sufrido insuficiencia renal.
El cerebro de los pacientes gravemente enfermos también es causa
de preocupación. "Ahora sabemos que un gran número de pacientes (con
covid-19) sufren una inflamación significativa en el cerebro",
dice Montgomery.
"Esta se presenta de varias formas, desde delirios y
confusión, hasta convulsiones y lo que llamamos encefalitis difusa",
explica.
La
falta de oxígeno y los vasos sanguíneos dañados son claramente parte de la
ecuación. Pero cada vez hay más evidencia de que muchos órganos son atacados
directamente por el virus y, sorprendentemente, las enfermedades preexistentes
más comunes vinculadas a los efectos de la covid-19 no son problemas respiratorios
como el asma. En cambio, las afecciones vasculares
que afectan a las venas y las arterias, como la presión
alta, la diabetes y las enfermedades coronarias, además de otros factores
asociados como el género, la obesidad y sobre todo la edad, constituyen un
factor de peso.
Según cifras oficiales, más del 70% de los pacientes admitidos en las UCI de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte han sido hombres, y más del 70% tenían sobrepeso o eran obesos. Más de dos tercios de quienes fueron ingresados en cuidados intensivos por covid-19 y murieron tenían más de 60 años.
Desafíos
Sin embargo, esto
no explica por qué tanta gente infectada es asintomática o tiene síntomas
leves, mientras que otros se enferman gravemente en un lapso de
tiempo breve. Muchos médicos creen es muy posible que la genética sea uno de los factores en algunos
pacientes que se enferman gravemente con covid-19, pero no pueden asegurarlo. Es
posible, por ejemplo, que la variación genética que te hace más susceptible a
tener la presión alta o diabetes también te haga más vulnerable ante
virus".
"Hemos aprendido un montón y el trabajo en equipo ha sido
increíble, pero ha sido difícil", confiesa Anthony Gordon, quien tiene más
de 20 años de experiencia en la UCI. "A veces he regresado a casa
pensando: 'No sé si lo que hice hoy fue lo correcto'". "Estamos teniendo
que aprender en pocos meses lo que hemos aprendido a lo largo de cientos de
años sobre otras enfermedades, y eso ha sido un
verdadero desafío".
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