Los pocos días que
estuvo en planta en el Hospital de Infecciosos Número 2 de Moscú, Valentina
Zúbareva, siguió impartiendo sus clases de Gestión Financiera por Internet. El
16 de marzo, tres días después de su ingreso, la mujer, de 79 años, fue
trasladada a cuidados intensivos. El 19, el alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin,
anunció que esta profesora de la Universidad de Petróleo y Gas era la primera
persona fallecida por coronavirus de Rusia. Un par de horas
después, el operativo de control del virus de la región salió al paso para
recalcar que la covid-19 no fue la causa de la muerte de Zúbareva, que tenía
diabetes y una cardiopatía, sino un trombo. Y el alcalde se desdijo.
Con 232.243 infectados
de coronavirus confirmados, el segundo número más alto de casos en el
mundo, justo por delante de España, según el recuento de la Universidad Johns
Hopkins, Rusia tiene una de las tasas de letalidad más bajas: 0,91%. En todo el
país, con 145 millones de habitantes, han fallecido 2.116 personas. Las
autoridades aseguran que el temprano cierre de las fronteras y la cuarentena
obligatoria a todo el que llegaba de fuera, ya desde principios de marzo, ha
jugado un papel determinante para luchar contra la gravedad del virus. Sin
embargo, los casos se siguen incrementando de forma rápida
—unos 11.000 nuevos al día, al mismo ritmo que aumentan los expertos y activistas
que cuestionan las cifras oficiales de mortalidad.
El caso de
Zúbareva puede arrojar algo de luz sobre los datos. El protocolo del Ministerio
de Sanidad ruso —que registra los fallecidos que le transmiten las regiones—
marca que al formular un diagnóstico patológico se debe diferenciar entre la
muerte por la covid-19 “cuando esta sea la enfermedad principal (la causa original
de la muerte)” y el fallecimiento por otras enfermedades cuando la covid-19
esté presente (y diagnosticada con métodos analíticos), pero “sin morfología
clínica, que podría causar la muerte”. Una línea de actuación que también
mantienen otros países. Sanidad eludió aclarar a este diario, sin embargo, cómo
se computan las muertes, así como los datos por grupos de edad y género, pese a
las constantes peticiones oficiales.
Mientras tanto, la
información parcial ya publicada está contribuyendo a agrietar aún más la
solidez de los datos oficiales. Solo en el mes de abril, Moscú ha registrado
1.700 muertes más que el promedio del mismo mes en los últimos cinco años,
según su registro civil. El mes pasado, los muertos recogidos en las
estadísticas de coronavirus en Moscú fueron 642. En la segunda
mayor ciudad de Rusia, San Petersburgo, se emitieron 5.303 actas de defunción,
lo que representa 232 muertes más que el promedio histórico de los cinco años
anteriores, pero oficialmente solo 29 personas han fallecido por coronavirus.
Además, la
mortalidad de al menos ocho regiones rusas se incrementó un 10% en marzo con respecto
al mismo periodo de 2019, pese a que los expertos señalan que el parón
de actividad por el confinamiento puede haber reducido también
accidentes de tráfico e industriales. En las provincias de Sverdlovsk se han
contabilizado 5.111 muertos por todas las causas, en Lípetsk 1.465, en Kemérovo
3.294, en Leningrado 2.065, en Oriol 939, en Janty Mansiysk 911, en Zabaikalie
1.245 y en Ulyánovsk 1.497, lo que supone el número de fallecidos más alto de
los últimos cinco años, según las cifras de la agencia estatal de estadísticas
(Rosstat). Sin embargo, ninguna de estas regiones supera los 10 fallecidos
oficiales por coronavirus, a fecha actual. La propia Sverdlovsk, una de las
zonas con más infectados de todo el país, solo registra 10 muertes por el
virus. Aunque también hay regiones, como Kaliningrado o Volgogrado, en la que
los muertos generales han decrecido entre un 9% y un 7%.
Sanitarios sin indemnización
En marzo, cuando
las cifras oficiales ya empezaban a mostrar una gran presión asistencial, la
enfermera infantil Yelena Nikonórova fue destinada al hospital central de
Belebéi, en la región de Baskortostán, en los Urales. Allí empezó a trabajar en
la zona roja de tratamiento del coronavirus. El 3 de abril fue hospitalizada
por primera vez por la covid-19. Murió el 27. Tenía 56 años. En su partida de
defunción consta que Nikonórova falleció por neumonía y que padecía covid-19.
Sin embargo, las autoridades regionales anunciaron que su muerte no tenía que
ver con el coronavirus, sino que estaba relacionada con la diabetes que sufría.
“La enterraron en un féretro cerrado, sin que sus parientes pudiéramos darle el
último adiós”, se lamenta por teléfono su hermana, Nadezhda Fominá.
Un decreto
presidencial marca que las familias del personal sanitario fallecido por la
covid-19 deben recibir 2,7 millones de rublos (algo menos de 34.000 euros) como
indemnización. Pero Nikonórova no está en las estadísticas oficiales de
fallecidos por el coronavirus. “Están ocultando la causa de la muerte porque
quieren ocultar sus propios errores. No es una cuestión de dinero sino de que
haya una investigación justa”, critica su hermana. Tras la polémica
local, las autoridades afirman que la partida de defunción es
“provisional”, aunque en el documento consta que es “definitiva”.
El caso de la
enfermera de Baskortostán es uno de los recogidos en un listado no oficial de
sanitarios fallecidos por la covid-19 que un grupo de médicos y profesores está
elaborando ante el silencio de la Administración. Las autoridades rusas no
recogen de manera oficial y sistemática las cifras de profesionales de la salud
contagiados o fallecidos por el coronavirus. En el triste listado hay otros 154
nombres, explica el cardiólogo Alexéi Erlij, uno de los precursores de la
iniciativa, que recibe información de todos los puntos de Rusia. Son el 7,35%
de los fallecidos.
“No quiero hacer
analogías con los tiempos de guerra, pero cuando un país afronta un conflicto
hay que saber cuántos militares y cuántos civiles han muerto. En este caso, los
sanitarios están en primera línea, como los militares, hay que saber cuántos
cayeron y cuántos hay en la reserva”, señala Erlij, que desconfía profundamente
de las estadísticas oficiales de fallecidos por la covid-19. “Voluntaria o
involuntariamente muchas muertes por coronavirus no pasan a engrosar las cifras
oficiales. Se puede no diagnosticar el virus pese a que todos los síntomas
están presentes. Así es la lógica de ciertos dirigentes que puede influir en
los datos. O simplemente están acostumbrados a mentir”, señala. En Rusia,
cuatro gobernadores han caído durante la epidemia de coronavirus, después de
que sus regiones saltasen a los titulares por grandes brotes de
infectados. Nadie quiere estar bajo el foco y con una gestión
tan descentralizada y opaca eso puede estar afectando —incluso
involuntariamente— a las cifras.
Seis
millones de test
Otros expertos,
como Viktor Maléyev, vinculado a Rospotrebnadzor, la agencia estatal que vigila
los derechos del consumidor y el bienestar y responsable de contabilizar los
infectados de todo el país, cree que la tasa de mortalidad de Rusia es más baja
porque se han detectado muchos más casos. Según las autoridades, casi seis
millones de rusos se han hecho test de coronavirus. “Debido a las pruebas
masivas de la población y la identificación de infectados principalmente
asintomáticos, el numero relativo de fallecidos es menor que en otros países”,
señala por correo electrónico Maléyev.
También la
viceprimera ministra Tatiana Gólikova resalta la gestión rusa de la crisis
sanitaria y afirma que las cifra de fallecidos es “7,6 veces menor que en el
resto del mundo”. “Nunca manipulamos datos estadísticos oficiales”, ha dicho este
martes en una conferencia, tras las informaciones que cuestionan los números
rusos. El Kremlin aprobó una ley que criminaliza las informaciones falsas sobre
coronavirus. Una medida que, según denuncian los activistas, se está también
empleando para silenciar el debate en los medios independientes sobre la
transparencia en la crisis sanitaria.
Mientras tanto,
los sanitarios se quejan de la falta de material de protección para tratar a los
pacientes de la covid-19 y de medios adecuados para tratar a los pacientes,
como ocurrió en países como España. Rusia tiene una de las cifras más altas de
respiradores por habitante, pero muchos de ellos están inutilizables y se han
quedado anticuados, asegura Anastasía Vasilieva, líder de la Alianza de los
médicos, una organización vinculada al opositor Alexéi Navalni.
Como en otros
lugares, la presión de los sanitarios que trabajan con el coronavirus es
enorme, remarca. En las últimas semanas, tres médicos de distintos centros
rusos han fallecido tras precipitarse por la ventana de sus hospitales. Dos de
ellos habían hablado abiertamente de las malas condiciones de sus lugares de
trabajo. Los casos están bajo investigación, aunque muchas voces
dentro de la profesión creen que la desesperación le llevó a acabar con su vida
en una situación límite.
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