Varios estudios con 3.500 pacientes muestran que el virus está provocando un amplio espectro de anomalías en el sistema nervioso
El coronavirus ataca al sistema
respiratorio sí, pero cada vez hay más pruebas de que, en paralelo, está
afectando al sistema nervioso. Una serie de estudios con varios miles de
pacientes españoles muestra que la mayoría ha desarrollado al menos un síntoma
neurológico. El abanico de manifestaciones es tan amplio que va desde cefaleas
hasta estados de coma. Incluso, las afecciones neurológicas fueron la causa
principal de la muerte en un porcentaje de casos. Aunque se ha señalado a la
respuesta inmunitaria excesiva como causa de estos síntomas, algunos datos
apuntan a que el virus estaría atacando directamente al cerebro.
La Sociedad Española de
Neurología (SEN) ha recopilado los estudios más recientes realizados en
España sobre la conexión entre el coronavirus y el cerebro y todo el sistema
nervioso. La muestra es variada, desde investigaciones centradas en la
alteración de los sentidos del olfato y el gusto hasta un trabajo sobre las
cefaleas sufridas por sanitarios infectados, pasando por el seguimiento a más
de 1.600 infectados buscando accidentes cerebrovasculares.
Pero el trabajo de mayor impacto es
el llamado registro Albacovid. Se trata del estudio de las manifestaciones
neurológicas observadas en una muestra de 841 pacientes ingresados en dos
hospitales de Albacete (el universitario de la capital y el de Almansa) en lo
peor de la pandemia durante todo el mes de marzo. Sus resultados, publicados en
la revista especializada Neurology hace unas semanas, muestran que el
57,4% desarrollaron alguno o varios síntomas neurológicos.
“El espectro neurológico es
amplísimo”, dice el jefe del servicio de neurología del Hospital Universitario
de Albacete y coautor del estudio Tomás Segura. Entre los síntomas más comunes
están la mialgia (dolores musculares de origen nervioso), dolor de cabeza y mareas.
Destaca también que casi el 20% de los infectados estudiados presentaron algún
trastorno de la conciencia, aunque este síntoma se concentró en pacientes de
edad avanzada. Otro 20% de los pacientes (no son grupos excluyentes) desarrolló
problemas neuropsiquiátricos, como insomnio, ansiedad o psicosis. “Algunos
síntomas, como las mialgias, el insomnio o las cefaleas, no habían sido
observados en estudios anteriores”, añade Segura, también profesor de la
Universidad de Castilla-La Mancha.
El 20% de los infectados estudiados presentaron algún trastorno de la
conciencia
El abanico no se detiene aquí. En
porcentajes menores, pero aún significativos (de entre el 1% y el 5% de los
casos) los neurólogos han detectado miopatías (enfermedad neuromuscular), disautonomía
(una alteración del sistema nervioso autónomo) y enfermedades cerebrovasculares
como el ictus. Y ya por debajo del 1% vieron casos de convulsiones, trastornos
del movimiento o encefalitis. En una decena de casos, los pacientes entraron en
coma. Además, las complicaciones neurológicas supusieron la causa principal de
la muerte en el 4% de los fallecidos por coronavirus.
“Del registro Albacovid se desprende
que las manifestaciones neurológicas son más comunes de lo que se pensaba en
pacientes hospitalizados con covid-19″, sostiene el presidente de la SEN, el
doctor José Miguel Lainez. “Además, el hecho de que para la realización de este
registro se haya contado con un mayor número de pacientes, respecto a otros
estudios que se han llevado a cabo en otros países, nos hace pensar que los
datos de este registro son los más aproximados, o al menos en lo relativo a la
población española”, añade.
Otro amplio estudio, esta vez con 909
pacientes de Madrid, mostró cómo la alteración o pérdida de los sentidos del
gusto y el olfato se presentan de forma simultánea en el 90% de los casos. En
la mayoría de ellos las alteraciones fueron la única manifestación clínica o
iban acompañadas de otra sintomatología leve. Otras infecciones víricas, como
las provocadas por la gripe, rinovirus o para influenza, también provocan estos
trastornos, pero se señalaba a la propia congestión nasal y el moco como
agentes causantes. Aquí, más de la mitad de los afectados no presentaban tal
congestión. Así que no se descarta la acción directa del coronavirus sobre el
sistema nervioso central.
El trabajo más reciente, publicado la
semana pasada, fue el de mayor duración (50 días) y participantes (1.683).
Publicado en la prestigiosa revista Brain, el objetivo del trabajo era detectar
y analizar los casos de accidentes cerebrovasculares en la muestra. El 1,4%, 23
de ellos, sufrieron algún ataque o derrame cerebral. Lo relevante aquí no es la
cantidad de casos, ya significativa, sino la calidad de los datos, basados en
las imágenes del escáner y el análisis de los tejidos afectados. Se trata de
episodios de pequeños derrames cerebrales generalizados que preocupan a los
neurólogos porque podrían evidenciar que el coronavirus se ha colado en la
cabeza.
“El cerebro se caracteriza por estar
aislado del mundanal ruido. Si hay un patógeno en el resto del cuerpo, la
barrera hematoencefálica impide que entre”, explica Segura, cuyo grupo es
referente en la investigación del ictus e incluye a la mayoría de los autores
del estudio. Esta defensa permite que la sangre con el oxígeno llegue desde los
capilares hasta las neuronas, pero filtra el resto de tóxicos, bacterias y
virus incluidos, que se mueven por el torrente sanguíneo. “La ruptura de esta
barrera es una afectación que no habíamos visto antes”, añade. Para Segura,
encontrar células del endotelio (capa interna del tejido del corazón o los
vasos sanguíneos) en las muestras de tejido cerebral analizadas podría indicar
que es el virus el que ha vencido la principal defensa cerebral más que un
debilitamiento provocado por la propia respuesta del sistema inmune. Para este
neurólogo, estamos ante “un virus respiratorio que también es neurotóxico”.
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