Este producto irrita la piel y la hace más sensible a la radiación
Cada vez que entramos en una tienda, un
supermercado o cualquier tipo de establecimientos toca el mismo ritual: unas
gotas de gel hidroalcohólico para desinfectarnos las manos. En muchos bares y
restaurantes tienen un bote por cada mesa, y algunas personas incluso los
llevan consigo mismas. Todo en pro de prevenir la expansión del coronavirus.
Pero esta medida de higiene, alertan algunos expertos, podría tener una
peligrosa letra pequeña si nos ponemos a tomar el sol.
“Nos podemos abrasar”, explica la jefa de la
sección de Tumores de Pulmón, Cabeza y Cuello y Melanoma del MD Anderson Cáncer
Center en Madrid, Pilar López Criado. El principal problema está en su alto
contenido de alcohol, que elimina el virus de la piel. “El producto tiene
que tener una concentración de al menos el 70%, por debajo de esta
cifra no acaba con el SARS-CoV-2”, según el decano del Colegio de Químicos
de Madrid, Ricardo Díaz.
El problema no es que el gel vaya a
empezar a arder en nuestras manos. De hecho, “el alcohol se evapora muy rápido
por lo que es muy extraño que ocurra una reacción”, asegura el dermatólogo de
la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) Antonio Clemente
Ruíz de Almirón. Lo que ocurre es que tanto este producto como el sol irritan
la piel, aclara su colega de la AEDV Pedro Rodríguez Jiménez: “Juntos ejercen un efecto
sumativo y, si la piel está dañada por el uso excesivo del gel y la exponemos,
es más fácil que nos quememos”. Igual que al lavarlas demasiado, frotar constantemente las
manos con el hidrogel no solo elimina la suciedad y los virus, también va
mermando el manto lipídico que sirve de protección.
La solución fácil de los expertos
Dado que es aconsejable limpiarse las manos cada
vez que se toca algo fuera de casa (es una de las medidas más importantes para
evitar los rebrotes), hay que buscar una forma de contrarrestar el daño. “Es
tan sencillo como ponernos crema hidratante después de
usar el gel o de lavarnos, y mejor aún si es protector solar”, apunta
Rodríguez Jiménez. Con la segunda opción mataremos dos pájaros de un tiro:
primero, se evita que se resequen las manos, y segundo (aunque no menos
importante), las protege de los daños del sol. Es algo que, dice
este experto, “solemos olvidar”.
“Las manos —junto a la cara— son una de las partes
más expuestas al sol a lo largo del año, pero nos solemos olvidar de ellas y no
les echamos crema. De ahí, que sea una de las zonas del cuerpo donde más se
nota la edad. La piel envejece y es muy habitual que salgan manchas”,
explica Ruíz de Almirón. Lo peor no es esto, la exposición sin protección a los
rayos UV-A y UV-B “favorece la aparición de cánceres de piel como el
melanoma”, añade López Criado. Y no solo hay que usar la crema solar en
verano: “Es necesario ponérsela todo el año y debe ser con un factor de
protección mínimo de 30”, concluye Ruíz de Almirón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario