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domingo, 13 de septiembre de 2009
¿ORO AZUL?
Esta introducción lo hacemos con la finalidad de hacer conocer a todos nuestros amigos lo importante que es el AGUA, como sugerimos con nuestro título, tengamos en consideración que este recurso tiene una relación importante con la seguridad Nacional y Regional toda vez que países vecinos en nuestra región carecen de este recurso el mismo que puede ser en el futuro motivo de desestabilización especialmente para nuestro País. En el siguiente artículo presentaremos un tema relacionado con la Seguridad-Defensa: ¨EL AGUA, UN NUEVO MOTIVO IMPORTANTE EN LA SEGURIDAD Y DEFENSA REGIONAL¨
El agua. Es conocido que los seres vivos estamos compuestos mayoritariamente de agua, proporción que alcanza en algunas especies el 90% y en cualquier caso, la disponibilidad del preciado líquido es una condición indispensable para el sostén de los procesos vitales. Sin embargo, "el derecho humano al agua" no ha podido proclamarse aún como un consenso internacional, entorpecido por las tendencias privatizadoras de un líquido tan antiguo como nuestra evolución y que muchos pudieran suponer omnipresente, disponible en cantidades ilimitadas y virtualmente inagotables.
La situación real dista mucho de esa idílica suposición. He escuchado decir muy en serio en varios foros científicos internacionales, que en este siglo XXI y de no adoptarse las medidas que el conocimiento y la racionalidad aconsejan, las más feroces y encarnizadas guerras pudieran desencadenarse por el control de las reservas hídricas, más que por las de hidrocarburos. Para apreciar la justeza de tan tremendas afirmaciones se hará necesario poner en claro algunas cifras y proporciones.
Los humanos utilizamos hoy algo más de la mitad de las aguas superficiales disponibles en el planeta. A lo largo de la Historia, el progreso de las civilizaciones ha estado aparejado a los métodos utilizados para aprovechar los recursos acuáticos. Los sistemas de riego estuvieron entre los primeros y más trascendentes logros de la inteligencia humana. Las primeras tuberías para distribución de aguas y los primeros canales para desagüe parecen haberse construido hace más de cinco mil años, en el valle del Indo. Grandes ciudades de la antigüedad como Atenas, Roma y el Cuzco disponían de sistemas de abasto de agua comparables por su eficacia a los de las urbes modernas.
Desde entonces, y especialmente a partir de la Revolución Industrial, el consumo de agua no ha hecho sino incrementarse. En todos los países del mundo aumentan con mucha rapidez tanto la demanda de agua como las extracciones para satisfacerla. Tal demanda obedece a múltiples propósitos: agua potable, higiene, producción de alimentos, energía y bienes industriales y mantenimiento de los ecosistemas naturales. En el transcurso del siglo XX se incrementaron en más de seis veces las extracciones de agua en todo el mundo, las que en la actualidad alcanzan a un total anual cercano a los 4 000 km3, equivalentes a la quinta parte del flujo normal de los ríos del planeta.
La presión sobre los recursos hídricos se intensifica a un ritmo que duplica el del crecimiento demográfico. La mayor demanda, y la que crece con mayor rapidez proviene de la agricultura, que determina el 70% de las extracciones totales, alrededor de 2 800 km3/año. Para que se tenga una idea de lo que la demanda agrícola significa, baste apuntar que se necesitan en promedio 3,000 litros de agua diarios por persona para generar los productos que componen nuestra necesidad cotidiana de alimentos. De cualquier modo, hacia el año 2030 la población humana necesitará 55% más de alimentos para poder subsistir, lo que implica un verdadero desafío en términos de la demanda de agua para regadío.
En este orden de cosas conviene no olvidar que, si bien la producción mundial de alimentos aumentó considerablemente en el último medio siglo, se estima que un 13% de la población mundial (unos 850 millones de personas, concentradas sobre todo en zonas rurales) están hoy literalmente hambrientas.
La polarización de la riqueza y la desigualdad en las condiciones de vida se reflejan también en este vital recurso: un ciudadano estadounidense consume como promedio 600 litros por día del precioso líquido, en tanto un habitante del continente africano dispone de algo menos de diez litros diarios.
Si miramos en particular América encontramos que, a tenor de la relativa abundancia natural del recurso, la extracción y el consumo de agua se han venido incrementando a un ritmo muy superior al promedio mundial. No obstante, los recursos hídricos de la región se encuentran distribuidos en forma irregular tanto en el espacio como en el tiempo. Aunque el promedio regional de precipitación anual indica una gran abundancia de recursos hídricos en relación con otras regiones, en América se localizan también grandes extensiones áridas o semiáridas. Casi un 6% de la superficie regional está constituida por desiertos. Por su parte, los Estados insulares caribeños reciben una precipitación muy inferior a aquella de la que disponen sus homólogos de otras regiones del mundo, como el Pacífico o el Océano Índico.
Para completar el cuadro de la situación regional, pudiera añadirse que el río Amazonas transporta un 15% de toda el agua del planeta que desemboca en los océanos. Por su parte, el llamado Acuífero Guaraní (compartido por Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina) es uno de los reservorios de agua subterránea más grandes del mundo: ocupa el subsuelo en un área de cerca de 1 190 000 kilómetros cuadrados, lo que significa una superficie mayor que la extensión territorial de España, Francia y Portugal juntas..
Los problemas con la disponibilidad mundial de agua no se circunscriben al tema de la cantidad, sino que cada vez adquiere mayor relevancia la cuestión de su calidad. Su creciente deterioro está dado por un conjunto de factores tales como el pastoreo excesivo, la deforestación incontrolada y la realización de obras de regadío que no han tomado en cuenta la preservación del medio ambiente. A ello se unen las descargas de desechos sanitarios urbanos, residuales industriales, agroquímicos, etc. Cada vez con mayor frecuencia el problema se presenta como la escasez de agua con la calidad suficiente para un fin determinado, entre ellos el consumo humano. La contaminación o deficiente calidad de las aguas limita el acceso a los cuerpos de agua disponibles, amenaza la salud pública, reduce la biodiversidad y compromete la estabilidad de los ecosistemas.