Hoy martes 24 de marzo se cumple el noveno día de
emergencia nacional para frenar el contagio de coronavirus. Las últimas cifras brindadas por el presidente
Martín Vizcarra indican que los casos de COVID-19, desde que se anunciara el primer infectado. A la fecha se
han procesado 7,013 muestras por coronavirus, dando como positivos 416.
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martes, 24 de marzo de 2020
Coronavirus, restricciones reiterables hasta el 31 de julio y multas de hasta 4 mil euros
Las multas de hasta 4.000 € para aquellos que
no respetan las prohibiciones de tráfico y las normas de contención, se
detienen hasta 30 días para actividades comerciales y la posibilidad de que los
presidentes de la región emitan órdenes más restrictivas en los territorios con
mayor circulación del virus, siempre que estén validados dentro de los siete
días por decreto del Presidente del Consejo de Ministros. Esta sigue
siendo la única autoridad capaz de eliminar de manera urgente y temporal las
medidas que comprimen las libertades constitucionales.
Esto es lo que se espera que el borrador del
nuevo decreto de ley se apruebe hoy en el recién iniciado consejo de ministros. Una
reunión donde todos se presentarán con máscaras y guantes. Hay dos
necesidades que deben satisfacerse: obligar a los ciudadanos a quedarse en casa
tanto como sea posible utilizando la disuasión de la sanción monetaria y
remediar el choque continuo entre el gobierno y las regiones, tratando de poner
orden en la cadena institucional.
De hecho, la ley establece que, al expirar las
prohibiciones sobre la circulación y el cierre de escuelas, bares,
restaurantes, parques y todas las demás actividades que se hayan detenido,
serán posibles nuevas restricciones en partes específicas del territorio
nacional o, si es necesario, en su conjunto, siempre que tengan una duración de
no más de 30 días, que pueden repetirse y modificarse incluso varias veces
hasta el 31 de julio, y con la posibilidad de modular su aplicación al aumento
o disminución de acuerdo con la tendencia epidemiológica del virus.
La decisión se tomará con la propuesta del
Ministerio de Salud, luego de consultar a los ministros relevantes y los
presidentes de las regiones interesadas. Después de eso, sin embargo, y
aquí están las noticias, los Presidentes de la Región pueden adoptar de manera
autónoma o urgente medidas más restrictivas para la higiene de la salud que
sean válidas y efectivas durante 7 días
lunes, 23 de marzo de 2020
Ciudadanos de Wuhan denuncian que ya no se hacen pruebas del COVID-19 para maquillar estadísticas
Desde Wuhan, epicentro de la pandemia, aseguran que los pacientes que acuden a los hospitales son rechazados sin hacerles la prueba del nuevo coronavirus "por motivos políticos, no médicos".
Así, un vecino de la ciudad, identificado solo por su apellido, Wan, ha asegurado a RTHKque su madre de 70 años ha recaído con neumonía tras ser dada de alta de un hospital. Ahora no la ingresan porque no ha dado positivo por COVID-19.
La mujer no puede abandonar su hogar porque sigue en vigor el confinamiento y las autoridades le dicen solo que espere. "Me siento impotente", explicó el hijo.
Otros vecinos de Wuhan habrían vivido situaciones similares, según un voluntario de la ciudad, Zhang Yi, quien asegura que su madre, hospitalizada por un problema cardiaco, ha visto cómo el personal rechazaba a pacientes con coronavirus.
Para Zhang hay una necesidad política de que no haya nuevos contagios locales. "Sea exacta o no la cifra oficial, lo sabremos. Es una actitud política, no sanitaria", indicó.
Ding Ding, uno de los hijos de una mujer que murió por el virus, ha denunciado que las autoridades no advirtieron del peligro e incluso a mediados de enero, cuando ya era evidente, aseguraron que no había pruebas de contagio entre humanos. "Nuestra familia es la víctima. Vamos a pedir compensación", explicó.
Decenas de miles de personas fueron contagiadas por el virus desde finales del año pasado en Wuhan, epicentro de la pandemia. Los datos oficiales apuntan a más de 2,500 fallecidos solo en esa ciudad.
Las autoridades chinas aseguran que han logrado que no haya contagios comunitarios del nuevo coronavirus en el país, pero desde Wuhan ciudadanos aseguran que los pacientes que acuden a los hospitales son rechazados sin hacerles la prueba "por motivos políticos, no médicos", según testimonios recogidos por la televisión pública de Hong Kong, RTHK.
Las autoridades han cerrado los diez hospitales provisionales levantados para combatir la enfermedad y aseguran que están volviendo a la normalidad. Por ello, ahora sostienen que ya no son necesarias las pruebas para los enfermos leves.
Así, un vecino de la ciudad, identificado solo por su apellido, Wan, ha asegurado a RTHKque su madre de 70 años ha recaído con neumonía tras ser dada de alta de un hospital. Ahora no la ingresan porque no ha dado positivo por COVID-19.
La mujer no puede abandonar su hogar porque sigue en vigor el confinamiento y las autoridades le dicen solo que espere. "Me siento impotente", explicó el hijo.
Otros vecinos de Wuhan habrían vivido situaciones similares, según un voluntario de la ciudad, Zhang Yi, quien asegura que su madre, hospitalizada por un problema cardiaco, ha visto cómo el personal rechazaba a pacientes con coronavirus.
Para Zhang hay una necesidad política de que no haya nuevos contagios locales. "Sea exacta o no la cifra oficial, lo sabremos. Es una actitud política, no sanitaria", indicó.
Ding Ding, uno de los hijos de una mujer que murió por el virus, ha denunciado que las autoridades no advirtieron del peligro e incluso a mediados de enero, cuando ya era evidente, aseguraron que no había pruebas de contagio entre humanos. "Nuestra familia es la víctima. Vamos a pedir compensación", explicó.
Decenas de miles de personas fueron contagiadas por el virus desde finales del año pasado en Wuhan, epicentro de la pandemia. Los datos oficiales apuntan a más de 2,500 fallecidos solo en esa ciudad.
Así, un vecino de la ciudad, identificado solo por su apellido, Wan, ha asegurado a RTHKque su madre de 70 años ha recaído con neumonía tras ser dada de alta de un hospital. Ahora no la ingresan porque no ha dado positivo por COVID-19.
La mujer no puede abandonar su hogar porque sigue en vigor el confinamiento y las autoridades le dicen solo que espere. "Me siento impotente", explicó el hijo.
Otros vecinos de Wuhan habrían vivido situaciones similares, según un voluntario de la ciudad, Zhang Yi, quien asegura que su madre, hospitalizada por un problema cardiaco, ha visto cómo el personal rechazaba a pacientes con coronavirus.
Para Zhang hay una necesidad política de que no haya nuevos contagios locales. "Sea exacta o no la cifra oficial, lo sabremos. Es una actitud política, no sanitaria", indicó.
Ding Ding, uno de los hijos de una mujer que murió por el virus, ha denunciado que las autoridades no advirtieron del peligro e incluso a mediados de enero, cuando ya era evidente, aseguraron que no había pruebas de contagio entre humanos. "Nuestra familia es la víctima. Vamos a pedir compensación", explicó.
Decenas de miles de personas fueron contagiadas por el virus desde finales del año pasado en Wuhan, epicentro de la pandemia. Los datos oficiales apuntan a más de 2,500 fallecidos solo en esa ciudad.
El Ejército de España halla cadáveres de ancianos en residencias de mayores
La Unidad Militar
de Emergencias (UME) ha localizado cadáveres de ancianos en varias
de las residencias de mayores a las que se ha desplazado para desinfectarlas.
Lo ha revelado la ministra de Defensa, Margarita Robles, en declaraciones
al Programa de Ana Rosa, de Telecinco.
“El Ejército, en algunas
visitas, ha podido ver a ancianos absolutamente abandonados, cuando no muertos
en sus camas”, ha dicho la ministra. “Vamos a ser absolutamente implacables y
contundentes en el trato que se dé a los mayores en esas residencias”, ha
subrayado Robles. Tras asegurar que en la mayoría de los casos se cuida a los
ancianos, pese a las limitaciones de la situación actual, ha añadido que “todo
el peso de la ley caerá sobre quienes no cumplan con sus obligaciones”.
El Ministerio de
Defensa ha confirmado que se han encontrado cadáveres en varias residencias, en
las que buena parte del personal se había dado de baja tras detectarse el
virus, pero no ha querido detallar en cuántas ni cuáles. La UME inició el
pasado fin de semana una campaña en las residencias de la
tercera edad, convertidas en foco de contagio del coronavirus, a las que presta
apoyo sanitario además de desinfectarlas. Solo este lunes tenía previsto
inspeccionar 73 de estos centros, 14 en la comunidad de Madrid.
Fuentes sanitarias
explican que habitualmente los fallecidos se trasladan a un habitáculo
refrigerado denominado túmulo donde se espera a que lo recojan los servicios
funerarios. Sin embargo, cuando existe sospecha de contagio por coronavirus, el
protocolo establece que no se les toque hasta que llegue el facultativo y el
personal de la funeraria, equipados con bolsas y equipos de protección,
permaneciendo mientras tanto el cadáver en la cama. El actual colapso de los
servicios funerarios en Madrid, agregan las mismas fuentes, hace que puedan
tardar hasta 24 horas en venir a recoger el cadáver.
Fuentes del IMSERSO
(Instituto de Mayores y Servicios Sociales) insisten en que pueden existir
casos puntuales de desbordamiento, pero que la mayoría de residencias está
funcionando bien, aun encontrándose al límite debido a la falta de equipos
individuales de protección y a los problemas de personal, ya que muchos
trabajadores están afectados por la enfermedad o en cuarentena.
Cinco fallecidos y 395 casos de COVID-19 en el octavo día de emergencia
Hoy lunes 23 de marzo se cumple el octavo día de
emergencia nacional para frenar el contagio de coronavirus.
Las últimas cifras brindadas por el presidente Martín Vizcarra indican que los
casos de COVID-19, desde que se
anunciara el primer infectado. A la fecha se han procesado 6.209 muestras por
coronavirus, dando como positivos 395
Covid 19: Amenaza Biológica Silenciosa
La crisis mundial del coronavirus COVID 19 está dando a conocer al mundo que el camino que habíamos tomado respecto a las crisis sanitarias no era el correcto. Los responsables políticos solo apoyan a los investigadores en el área de la sanidad cuando ocurren catástrofes sanitarias, con muertos, miles de afectados y consecuencias económicas transcendentales, para el buen funcionamiento de la sociedad. No atienden a las solicitudes de apoyo económico de los investigadores sanitarios cuando se solicita financiación para prevenir lo que hoy nos está sucediendo.
Los políticos mientras no ocurra nada no valoran la importancia de estar constantemente investigando sobre estas amenazas biológicas. Los que estamos trabajando a diario en ellas sabemos que van a ocurrir, pero no sabemos cuándo.
Hay factores que sin darnos cuenta o sin querer darnos cuenta influyen en la aparición de estas crisis sanitarias. El cambio climático, la globalización, el estrés y la intrusión de hábitats diferentes a los que nos ha asignado la naturaleza hace que cada vez estemos más expuestos a estas manifestaciones patológicas que empiezan por ser epidemias y debido a los factores anteriormente mencionados, terminan en pandemias.
El cambio climático hace que se modifique la manifestación de vida en los diferentes hábitats, ocasionando situaciones de sequías, inundaciones, migraciones de personas y animales, así como la aparición de vectores, en lugares no propios de ellos, con la consiguiente transmisión de enfermedades.
Respecto a la globalización, las personas de todos los países nos movemos por todos los territorios, bien por trabajo, turismo o migraciones. Esto implica que llevamos con nosotros patógenos autóctonos, que sin manifestarse de forma inmediata, sí lo pueden hacer al cabo de cierto tiempo, transmitiendo la enfermedad a las poblaciones visitadas. Mucho más peligroso son las poblaciones de emigrantes que en situaciones penosas de salud, son obligados a trasladarse de un lugar a otro sin control sanitario, haciendo que enfermedades endémicas de las zonas, donde provienen, sean transmitidas a las zonas de acogida.
Este mismo efecto ocurre con la población animal que debido a las mismas consecuencias climáticas, se mueve libremente por territorios no propios ocasionando la propagación de enfermedades puramente veterinarias y a su vez posibilitando el salto de especies de microorganismos, bien entre los propios animales y de estos a las personas, ocasionando las zoonosis que tanto daño ocasionan.
También la situación de estrés en la que vive la mayoría de la población produce un estado de ansiedad con la consiguiente bajada de defensas inmunológicas, haciendo más factible la aparición de la infección. Para explicarlo superficialmente, diremos que el cortisol es una hormona esteroidea que al aumentar el estrés actúa como inmunosupresora haciendo que las defensas bajen. Este puede ser uno de los motivos que explican por qué los médicos y sanitarios, con edades no muy altas, están padeciendo la enfermedad. Se encuentran expuestos a enfermos, en la mayoría con tasas de viremia muy altas y están muy estresados por la cantidad de trabajo que tienen, sobre todo en el caso del COVID 19.
El otro factor al que hemos hecho referencia es la ocupación por parte de las personas de hábitats que se encuentran en la naturaleza fuera de nuestro entorno y que invadimos. Esto ha podido suceder con las últimas apariciones de enfermedades infecto-contagiosas y de gran impacto en la sociedad (Ébola, SARS, MERS).
Hemos de tener muy en cuenta que la naturaleza nos ha dado a cada especie los hábitats naturales para vivir, algo que el ser humano no está respetando. Nos estamos introduciendo en hábitats donde hay una serie de fauna, flora y microorganismos propios que nunca han estado en contacto con seres humanos. Si el ser humano accede y está en contacto directo con ese ambiente o lo que es peor, lo utiliza para su alimentación, se produce una situación muy favorable para el salto de especie (zoonosis). Esto puede estar ocurriendo en países asiáticos, debido a su cultura y costumbres, donde suelen comenzar este tipo de epidemias.
Todos estos son ingredientes que explican la aparición de este tipo de crisis sanitarias y son factores que hemos de modificar en nuestra forma de vivir.
Otra cuestión vital en estas crisis es el modo como se comunican a la sociedad, dando una información lo más veraz posible sin alarmar, pero sí para prevenir, sabiendo transmitir a la sociedad los datos más útiles que siempre no son los más importantes. Hoy día en España no tenemos una prensa especializada en este tipo de crisis y las consecuencias son bastante desastrosas para la sociedad, como nos está ocurriendo. Tenemos mucha información y poca formación, lo que provoca una alerta social muy negativa.
Los efectos del COVID 19 en nuestro país van a ser muy negativos, no solo desde el punto de vista sanitario –que ya lo está siendo–, sino además los evidentes efectos colaterales en el ámbito económico. Hemos de esperar un número de muertes muy elevado, pienso que más que otros países, debido a que España es el segundo país del mundo, después de Japón, en longevidad. Tenemos una población muy numerosa de personas mayores a las que más afecta esta enfermedad, de ahí que tengamos un número mayor de defunciones. En la actualidad el 15% de muertes son de mayores de 80 años y hay 8 millones de jubilados. Por otro lado, el 33% de muertes no tenían una patología de riesgo y algunos no eran tan mayores.
En estas líneas solo se quiere manifestar errores que repetimos en este tipo de crisis y hacer una llamada a que los responsables políticos tomen verdadera conciencia de lo que nos está ocurriendo y que nos sirva de ‘vacuna’ para las sucesivas amenazas biológicas, que como dije al comienzo no tenemos que preguntarnos si van ocurrir o no, sino cuándo van a ocurrir.
Ya tendremos tiempo más adelante de analizar cómo y por qué se ha producido esta pandemia pero pienso que en estos momentos lo importante es poner de manifiesto los errores cometidos para que no vuelvan a repetirse.
domingo, 22 de marzo de 2020
La pandemia abre un nuevo campo de batalla entre Estados Unidos y China
Acusaciones mutuas
sobre el origen del coronavirus; carrera precipitada por ver quién logra antes
una vacuna; expulsión de periodistas. La pandemia de la Covid-19 en
el mundo se ha convertido en el nuevo caballo de batalla –uno más– entre las
dos grandes potencias mundiales, apartados de momento los de la tecnología 5G y
su guerra comercial. Las relaciones entre ambos países han entrado en aguas
peligrosas en un momento delicado: lo peor de la enfermedad aún está por llegar
a EE UU, la economía china necesita recuperarse con urgencia de dos meses de
parálisis y sobre el mundo entero pende una grave incertidumbre.
En Washington,
Donald Trump lleva días hablando de “virus chino” en sus comparecencias diarias
ante la prensa. En Pekín, los medios oficiales y varios diplomáticos ponen en
juego cada vez más abiertamente la tesis de que el virus pudo llegar a China
traído de la mano de soldados estadounidenses que participaron en los Juegos
Militares de octubre en Wuhan, el foco original de la pandemia. En pleno
rifirrafe, Pekín ha anunciado la expulsión de, al menos, 13 periodistas
estadounidenses, en réplica a la salida forzosa de sesenta empleados chinos de
medios de su país en suelo estadounidense.
Para David Dollar,
experto en China del think tank estadounidense Brooking
Institution, la relación entre los dos países se encuentra en el peor momento
de los últimos 40 años y en esta crisis ambos tratan de desviar las
responsabilidades hacia el otro. “El Gobierno chino tardó mucho en reconocer el
problema y empezar a gestionarlo, algo que ahora están intentando esconder, y
la Administración estadounidense también reaccionó con lentitud. Sabiendo lo
ocurrido durante meses, no se preparó”, señala.
A principios de
febrero, el Gobierno en Pekín se encontraba ante una situación complicada.
Habían circulado numerosas informaciones sobre la mala gestión de la crisis en
Wuhan. Faltaban suministros y médicos en los hospitales. Llovían denuncias de
corrupción en el reparto de material protector, de personas que no lograban
recibir tratamiento.
Y en medio del
caos se anunció, el 6 de febrero, la muerte por Covid-19 del médico Li
Wenliang, un oftalmólogo que había intentado advertir sobre el peligro de
la epidemia cuando comenzaron los primeros casos y fue amonestado por ello por
la Policía. Su caso dejó en evidencia todas las grietas del sistema: el peso de
la burocracia; la tendencia a encubrir los problemas por miedo a reprimendas;
la prepotencia desde el poder –en este caso, un grupo de policías– hacia
quienes simplemente intentan contar la verdad. La furia y el dolor que
expresaron los ciudadanos en las redes sociales encontró a contrapié a los
líderes.
El inicio de la
epidemia “apuntó claramente a los defectos del sistema, y eso se percibió como
un riesgo. Así que, en los primeros días, la respuesta se centraba en cubrir
los fallos, echar la culpa de los errores al gobierno local, mostrar las
acciones decisivas que adoptaba el gobierno central. Era un mensaje interno,
más que cualquier otra cosa”, apunta Natasha Kassam, especialista en política
interna china del think tank australiano Lowy Institute.
Pero, a medida que
su curva de contagios se ha aplanado hasta desaparecer –desde el miércoles solo
detecta casos importados–, y se disparan las nuevas infecciones en Europa y
América, la propaganda ha pasado de la defensiva a la ofensiva. De un mensaje
interno a toda una campaña internacional para lavar el daño a su imagen que le
haya podido provocar el coronavirus. China siente que ha ganado la batalla a la
enfermedad, se ve fuerte y busca diluir cualquier vinculación con el estallido
de la epidemia y, por ende, con los errores del principio.
La idea que se
difunde en los discursos y los medios oficiales es que China ha sabido derrotar
al virus con eficacia. Que al adoptar medidas radicales de cuarentena
en la ciudad de Wuhan y toda la provincia de Hubei, a expensas de asestar
un terrible golpe a su economía, “dio tiempo al mundo a prepararse” para lo que
se venía encima. Las imágenes de envío de material y personal médico a países
donde la pandemia golpea especialmente fuerte, entre ellos Italia o España,
subrayan el mensaje de que China es una potencia responsable que apoya a países
que lo necesitan.
La campaña también
pone en duda la narrativa inicial de que la epidemia tuvo su foco en un mercado
de animales en Wuhan. La semana pasada, un portavoz del Ministerio de
Exteriores chino, Zhao Lijian, planteó en Twitter –censurada en China– la tesis
de la importación militar estadounidense. Desde entonces, en el país ha ido cobrando
impulso, en los medios oficiales y entre la población, la teoría de que Estados
Unidos está detrás del patógeno.
Simultáneamente,
en Washington, Donald Trump ha recogido el guante con su “virus chino”. Podría
parecer un ataque espontáneo, una estigmatización natural por parte del hombre
que llegó a la Casa Blanca a lomos de una retórica nacionalista y, en
ocasiones, xenófoba. Pero el estadounidense no se había referido de ese modo a
la Covid-19, al menos no con ese ahínco, al principio de la crisis. De hecho,
llegó a elogiar el modo en el que el régimen de Xi Jinping estaba lidiando con
el brote.
El gran punto de
inflexión llegó el 11 de marzo, cuando Trump se dirigió a la nación para
comunicar el veto a los viajes desde Europa y las líneas maestras de los
estímulos económicos que pensaba impulsar para contener el desplome económico.
Entonces ya remarcó que se trataba de un “virus extranjero” que se había
originado “en China”. A partir de entonces, el discurso se endureció y la
Covid-19 adquirió en sus intervenciones públicas una nacionalidad. El jueves,
una periodista le preguntó si no consideraba racista esa actitud, y el
neoyorquino respondió: “Lo llamo así porque viene de China”.“China ha dicho que
ese virus ha venido de los soldados estadounidenses y eso no puede ser”.
El giro en el
discurso de Trump no solo coincide con esas acusaciones chinas sin base, sino
también con el reconocimiento de la gravedad de la pandemia. Después de semanas
quitándole hierro, el presidente de EE UU ha admitido que con esta crisis se
enfrenta a algo equivalente a una guerra. Y esta pone en jaque el talón de
Aquiles de Estados Unidos, su sistema sanitario. Los repentinos ataques a China
y las polémicas racistas pueden ayudar a desviar la atención.
Mientras, el
gigante asiático se afana en enviar lotes de mascarillas y acumula el
agradecimiento de los Gobiernos que los reciben. “Cada vez más países reconocen
y aprenden de los métodos chinos en la lucha contra el virus. La victoria por
fases de China inspira a otros países muy afectados que atraviesan momentos
difíciles. Solo Washington sigue desacreditando histéricamente a China”,
sostenía esta semana el periódico Global Times, de corte
nacionalista.
El contraste de la
asistencia china con el discurso nacionalista de Washington puede convertir a
Xi Jinping en el ganador de la carrera de la propaganda, aunque David Dollar
considera prematura esa apuesta. “Lo importante es quién consigue poner el
virus bajo control, quién reconstruye antes la economía, la guerra de la imagen
la ganará quien obtenga mejores resultados y para eso faltan unos meses”,
apunta.
En ese contexto se
entiende también la carrera por hallar la vacuna contra el feroz SARS-Cov-2.
Cada noticia o anuncio de un país relacionado con la investigación de este
virus se ve respondido con lo mismo por parte del otro.
La doctrina
“América, primero” de Trump resulta incompatible en esta crisis con el viejo
papel de líder global. La cooperación entre estas dos superpotencias es, hoy
por hoy, una quimera. Las recesiones que se avecinan sobre las dos primeras
economías del mundo también dificultará un entendimiento que entierre la guerra
comercial.
Desde China se
entrevé ya un cambio. “El capital de Estados Unidos ha disminuido. Este virus
se ha convertido en un cisne negro, uno de esos fenómenos imprevisibles que
cambian por completo una situación. Las relaciones entre China y el resto del
mundo van a acercarse, y esto va a alterar el orden mundial. Exactamente cómo,
tendremos que esperar a verlo”, adelanta el profesor de Relaciones
Internacionales de la Universidad Renmin de Pekín Chen Xiaohe.
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