domingo, 5 de abril de 2020

Nueva York, historia de dos pandemias

Las calles del Soho son como el decorado de una serie de televisión que ya ha terminado, tan bonitas y vacías, que parecen irreales. Wall Street, un sepulcro. A Nueva York no se la calla ni debajo del agua, ni de la nieve, ni siquiera azotada por un buen ciclón, porque siempre hay un loco que lo desafía, o un bar que sirve chupitos a su nombre; o porque el propio fenómeno retumba entre los edificios, reclamando su sitio. Es más fácil describir un ruido que el silencio, sobre todo en un lugar que le es tan ajeno. Quién imagina oír sus propios pasos a las cuatro de la tarde en Times Square; que le dé las buenas tardes otro peatón, como si se lo topase paseando por el monte, o por el pueblo. Cómo explicar que dé tanto miedo andar por el West Village por la noche, sin un solo local abierto, con los guapos y las guapas desaparecidos, los neones apagados y el sonido de la respiración a través de la mascarilla como única compañía. Quién piensa en Broadway sin teatro, en la Quinta Avenida sin compras, en Manhattan sin turistas.

La pandemia de coronavirus se está ensañando con Nueva York, epicentro de tantas cosas en Estados Unidos, y también de este virus atroz. El paciente cero de la ciudad se detectó el 1 de marzo y este viernes se superaban los 1.800 muertos y los 57.159 contagios confirmados, casi el doble que la semana pasada, uno de cada cuatro en todo el país. Las tragedias forman parte del ADN de la ciudad más poblada del país. La quemaron un par de veces durante la Revolución, la atacaron con dureza durante la Guerra Civil y fue la cuna de la Gran Depresión; también ha sido víctima del 11-S y de un buen número de desastres naturales. Pero esta ha atacado singularmente su identidad: el barullo, la multitud, los apretones, un estilo de vida callejero exótico para buena parte de los estadounidenses y un caldo de cultivo idóneo para los contagios.

Los datos de contagios por distrito, hechos públicos este miércoles por el Departamento de Salud de la ciudad, muestran cómo el virus está golpeando con más dureza a las zonas más humildes. Ese día había alrededor de 616 casos confirmados por cada 100.000 habitantes en Queens y 584 en el Bronx, frente a los 376 de Manhattan. Y dentro de Queens, hay un par de códigos postales malditos, el 11.368, que cubre un área llamada Corona —sí, se llama así—, y el 11.370, Elmhurst Este, con menor número absoluto, pero mayor incidencia (12 por cada 1.000). El ingreso medio se esos hogares se sitúan en los 48.000 dólares, frente a los 60.000 de media en el conjunto de la ciudad, según los datos del censo.

Varios factores pueden pesar en la diferente incidencia, como el número de pruebas que se realiza, aunque la doctora Jessica Justman, epidemióloga y especialista en enfermedades infecciosas del centro ICAP en Columbia, destaca el factor sociológico. “Tiene sentido que las zonas de clase trabajadora sufran más exposición el virus, sus puestos en servicios esenciales, comercios, etcétera, no han cerrado, como le ocurre también al personal sanitario, y se mueven más; también suelen compartir vivienda con más frecuencia”, apunta.
En esta zona cero de Queens se erige el hospital Elmhurst, el más castigado por la pandemia, el que el presidente Donald Trump citó el domingo para explicar su cambio de opinión y la necesidad de prolongar el confinamiento. “He visto cosas que no había visto nunca, hay cuerpos en bolsas en todas partes, en los pasillos, los meten en camiones frigoríficos porque no pueden gestionar tantos cadáveres. Y está pasando en Queens, en mi comunidad”, dijo desde la Casa Blanca.

Un imponente buque hospital del Ejército ha atracado en la ciudad, se han levantado otros provisionales en el recinto de ferias Javits, el complejo de tenis Billie Jean y hasta en Central Park. Y 45 morgues móviles. Pero faltan materiales. El martes, el gobernador del Estado, Andrew Cuomo, advirtió de que, al ritmo de nuevos pacientes hospitalizados, solo quedaban respiradores para seis días. Una de las imágenes más gráficas de esta crisis se vio la semana pasada, cuando Bill de Blasio, el alcalde de la ciudad imperial, con una ristra de centros punteros en investigación médica, fue a recoger en persona 250.000 mascarillas donadas a la sede de Naciones Unidas.

Desde el brote, los mercados financieros han vivido algunas de las peores jornadas desde la Gran Depresión, pero a diferencia de entonces, no hay noticia de suicidio de ningún banquero en Nueva York, aunque uno, Peg Broadbent, de 56, ha muerto de coronavirus; y otro, Peter Tuchman, toda una institución en la Bolsa, ha dado positivo. El parqué contrató su propio servicio médico para hacer pruebas a los brokers, pero acabó cerrando el edificio el 23 de marzo y vació el barrio.

En algunas partes, parece como si la ciudad se hubiese cerrado para que la pudiesen visitar en exclusiva en pequeños grupos. Es lo que ocurre este miércoles por la tarde en Bryant Park, el delicioso parque ubicado entre Times Square y la Biblioteca Pública de Nueva York, donde solo indigentes se sientan en sus mesas. Rodeados de ellos, dos chicos esbeltos sobresalen de la escena jugando a ping pong en manga corta, como si fueran aquellos niños tirándose almohadas al final de la película Cero en conducta, en rebelión inconsciente contra la autoridad.

Al atardecer, cuando acaban las jornadas de teletrabajo, explota la vida por distintos puntos de la ciudad, brotes de dolce vita incluso. Como el río de gente que hace deporte al inicio del puente de Brooklyn, el tráfico en el sur de la isla o los corredores y paseantes de perros y de niños junto al hospital de campaña que se ha abierto en Central Park, enfrente del famoso centro Monte Sinaí, en el Upper East Side, uno de los pedazos más selectos de Manhattan. David Allen, un fotógrafo retirado que vive con su esposa periodista en el barrio, sale varias veces al día con Marley, un pastor alemán de cuatro años. “No llevo máscara ni guantes, pero tengo cuidado, no toco nada ni a nadie, intento no contagiarme, si eso ocurre, espero curarme, si no, es que el destino lo quiere así, he tenido una buena vida”, explica.

El virus no distingue entre clases sociales, pero todo lo que ocurre antes y después de él, sí. Y pocos sitios como Nueva York encarnan con tanta fiereza el relato dickensiano de las dos ciudades. La prensa local ha publicado estos días que muchos sin techo pasan las jornadas de confinamiento viajando sin rumbo en el metro, pero el presidente de la Autoridad del Transporte Metropolitano, Pat Foye, ha aclarado que no hay más que antes, simplemente los vagones van más vacíos y se les ve más

sábado, 4 de abril de 2020

Impresionante despliegue de las Fuerzas Armadas en el Norte del País

Ante tanto malestar de la población fronteriza, por el descontrol que se manejaba esta zona de frontera, especialmente la zona de Aguas Verdes, La Palma, Papayal, Pocitos y Uña de Gato, el Presidente de la República dispuso, desde ayer que se refuerce sus puestos fronterizos en el norte, con Ecuador para evitar el ingreso ilegal de personas.

El Comando de la Primera Brigada de Infantería y de la Novena Brigada Blindada, desplegaron personal y equipo a la frontera, se ve a los porta tropas a orugas, tanques T-55, vehículos diseñados para zonas desérticas y agrestes, los cuales disponen equipamiento especial para el reconocimiento nocturno, en esta actividad estuvo el Jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas quién dirigió estas operaciones; esperemos que la población de Tumbes tome conciencia sobre esta pandemia que viene incrementándose en el país por la negligencia de algunos irresponsables.

Desde la Red Ambiental Amazónica Andina, reciban un saludo afectuoso todos los integrantes de las Fuerzas Armadas por el sacrificado trabajo que vienen realizando las 24 horas del día en beneficio de la población.

Presidente Vizcarra, confirma 1,746 casos al vigésimo día del Estado de Emergencia.

Hoy  04 de abril se cumple el vigésimo día de emergencia nacional para frenar el contagio del coronavirus. Las últimas cifras brindadas por el Presidente Vizcarra indican que los casos de COVID - 19, desde que se anunciara el primer infectado. A la fecha se han procesado 17,841 muestras por coronavirus, dando como positivos 1,746 personas, así mismo se encuentran en Unidades de Cuidados intensivos, 88 pacientes.

viernes, 3 de abril de 2020

El nuevo coronavirus se multiplica 1.000 veces más en la garganta que el virus del SARS


La humanidad no acaba de comprender cómo un virus desconocido hace tan solo tres meses ha viajado ya por todo el planeta y ha obligado a esconderse en sus casas a miles de millones de personas. Tampoco lo entiende todavía la comunidad científica, pero un análisis exhaustivo de nueve jóvenes infectados en Alemania ilumina ahora la propagación de la enfermedad. El nuevo patógeno se multiplica mucho más y en mucho menos tiempo que su hermano, el virus del síndrome respiratorio agudo severo (SARS), otro coronavirus que apareció en China en 2002 y mató a casi 800 personas antes de que una campaña internacional cortase la epidemia. La carga viral del nuevo coronavirus es mil veces superior.

Las nueve personas analizadas se infectaron en un mismo brote descubierto en Múnich el 27 de enero. El estudio no lo dice, pero por la fecha se trata de los primeros contagiados en Europa: un grupo de trabajadores de la empresa de productos automovilísticos Webasto que hicieron un curso de formación junto a una compañera china. De este mismo brote también salió el turista alemán de La Gomera que fue el primer caso confirmado en España. El seguimiento de los nueve pacientes, llevado a cabo por el médico Clemens Wendtner, muestra que el virus no solo se multiplica en los pulmones como el SARS de 2002, sino que también se replica de manera increíblemente activa en la garganta durante la primera semana con síntomas.

El equipo de Wendtner, del hospital de Schwabing-Múnich, ha analizado muestras de la garganta, de los pulmones, de los esputos, de las heces, de la orina y de la sangre de los pacientes para entender el comportamiento del nuevo coronavirus. En las personas con un cuadro leve, que fueron casi todas, los investigadores aislaron virus activos en la garganta y los pulmones solo hasta el día ocho tras el inicio de los síntomas. El pico de carga viral se alcanzó antes del día cinco. En el virus del SARS de 2002, ese pico, mil veces menor, se alcanzaba entre 7 y 10 días después del inicio de los síntomas. La diferencia es crucial, porque la potente y rápida excreción de virus en la garganta de personas con síntomas muy leves las convierte en bombas de relojería para la propagación de la enfermedad.

Los modelos matemáticos, alimentados con los patrones de movimiento de centenares de millones de chinos registrados por las empresas de telecomunicaciones, ya han revelado que hasta el 86% de los contagios al inicio de la pandemia se debieron a personas infectadas pero con síntomas leves o directamente indetectables. China, Corea del Sur y otros países asiáticos recomiendan el uso generalizado de mascarillas para evitar que estos portadores invisibles transmitan el virus. La OMS solo aconseja llevar mascarillas si se tienen tos o estornudos.

“Asusta y tiene implicaciones”, afirma la viróloga española Margarita del Val sobre el nuevo estudio, en el que no ha participado. “Ya sabíamos lo contagioso que es el virus. Aquí demuestran por qué lo es”, explica. El nuevo coronavirus y el virus del SARS de 2002 utilizan una misma puerta de entrada al organismo humano: la proteína ACE2, que se expresa en la superficie de las células de los pulmones. Es como una cerradura que los virus abren con una llave: su proteína S. El análisis alemán, publicado este miércoles en la revista científica Nature, sugiere que una mutación en esta llave permite que el nuevo coronavirus abra otra puerta: la de las células de la garganta.

“Este estudio también trae buenas noticias: no han encontrado virus activos ni en la sangre ni en la orina ni en las heces”, señala Del Val, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, en Madrid. Los análisis de sangre de los nueve pacientes muestran que la mitad de ellos presentaban anticuerpos contra el virus en el día siete y todos ellos lo hacían el día 14. Sin embargo, según advierten los científicos alemanes, “los niveles de anticuerpos neutralizantes no sugieren una estrecha correlación con el curso clínico de la enfermedad”. La aparición de los anticuerpos —generados por el cuerpo humano para defenderse del invasor— no implica la eliminación inmediata del virus.

Los autores del estudio alertan de que las futuras vacunas enfocadas a instigar la producción de anticuerpos tendrán que “inducir respuestas muy fuertes para ser efectivas”. Margarita del Val cree que esto es un espaldarazo a la estrategia del virólogo español Luis Enjuanes, cuyo equipo en el Centro Nacional de Biotecnología trabaja para obtener una vacuna a partir de una versión atenuada del virus, capaz de desencadenar una respuesta inmune completa sin causar la enfermedad.

Algunos tipos de glóbulos blancos de la sangre producen anticuerpos para luchar contra los virus que circulan fuera de las células humanas. Otros glóbulos blancos, denominados linfocitos T citotóxicos, destruyen las propias células infectadas, convertidas en auténticas fábricas de nuevos virus. Una vez dentro de una célula humana, un coronavirus puede producir hasta 100.000 copias de sí mismo en 24 horas.

“Con una vacuna como la del grupo de Luis Enjuanes se dejaría abierta la posibilidad de que se induzca también una inmunidad celular que pudiera actuar sobre las fábricas de nuevos virus, las células infectadas, a la vez que los anticuerpos neutralizan las partículas de virus infeccioso circulante”, opina Del Val. Otro camino para desarrollar vacunas es utilizar solo determinadas proteínas del virus, pero la estimulación del sistema inmunitario podría ser insuficiente, según advierte la viróloga. Para Del Val, los nuevos hallazgos también obligan a “evaluar con cautela” el uso de transfusiones directas de plasma sanguíneo de pacientes recuperados como tratamiento experimental de los enfermos. “Habría que usar los plasmas con la mayor concentración de anticuerpos posible”, apunta.

Cuatro de los nueve pacientes de Múnich comunicaron una pérdida del olfato y del gusto, mucho más fuerte y duradera que la típica de un resfriado común. Hace ya semanas que agrupaciones médicas de varios países, como la Sociedad Española de Neurología, recomiendan el aislamiento preventivo de las personas que estos días pierden el olfato de manera repentina y sin causa aparente. Según el nuevo estudio, este síntoma podría estar relacionado con la intensa multiplicación del virus en las células del tracto respiratorio superior, desde la nariz a la garganta.

El análisis de los nueve pacientes alemanes sugiere que el virus ataca el cuerpo humano en “dos oleadas”, en palabras de Margarita del Val. La primera, concentrada en la garganta y con síntomas leves o indetectables, facilitaría la diseminación explosiva del virus. En la segunda fase, solo presente en una minoría de los enfermos, la multiplicación del virus se concentraría en los pulmones, de manera similar al SARS de 2002, con neumonías que pueden llegar a ser letales.

Dos de los nueve pacientes alemanes llegaron a mostrar indicios preliminares de neumonía. En sus esputos, el virus se mantuvo en niveles altos hasta los días 10 y 11. Según los autores, estos resultados sugieren que, en los casos leves, los médicos podrían dar el alta hospitalaria a los pacientes a partir del día 10, si la presencia de ARN del virus en sus esputos es baja. Para evitar el “pequeño riesgo residual de infectividad”, los investigadores recomiendan el aislamiento domiciliario de estas personas hasta la curación total.

Presidente Vizcarra, confirma 1,595 casos al décimo noveno día del Estado de Emergencia.

Hoy  03 de abril se cumple el décimo noveno día de emergencia nacional para frenar el contagio del coronavirus. Las últimas cifras brindadas por el Presidente Vizcarra indican que los casos de COVID - 19, desde que se anunciara el primer infectado. A la fecha se han procesado 17,334 muestras por coronavirus, dando como positivos 1,595 personas, así mismo sigue reiterando el cumplimiento de la distancia social que debe haber entre todos los peruanos y el uso obligatorio de mascarilla.

Wuhan despide a sus muertos entre la incertidumbre sobre su número

Wuhan, el foco original de la pandemia de Covid-19 en China, tiene ocho tanatorios. Sus trabajadores han incinerado los cuerpos de los 2.553 fallecidos oficialmente en la ciudad por coronavirus, y estos días se encargan de entregar las cenizas a los familiares. Un trabajo bajo un intenso escrutinio, después de que un informe de la CIA haya afirmado que las cifras oficiales de víctimas en China están muy por debajo de la realidad, y de que informaciones de la prensa local hayan denunciado que las entregas de urnas funerarias apuntan a un número mayor de muertos en esta ciudad de lo que Pekín admite.

El escrutinio es aún mayor en cuanto que el sábado llegará Qingming, el Día de Difuntos chino, en el que es tradicional barrer las tumbas y rendir homenaje a los antepasados. La costumbre es quemar dinero para consumir en el Más Allá o dejar en la tumba cosas que gustaban a los fallecidos, desde fruta a cigarrillos y alcohol. Pero este año, Wuhan tiene vetado hacerlo. La campaña de Prevención y Control de la Pandemia de Coronavirus ha prohibido los funerales para evitar aglomeraciones. En el foco original de la enfermedad, ese veto hace difícil contabilizar cuántos muertos se han procesado en sus diez semanas de cuarentena.

El tanatorio Jardín de la Tranquilidad es el mayor de todo Wuhan, una ciudad de 11 millones de habitantes en la ribera del Yangtze, el río más caudaloso de China. En el barrio de Huangpi, en el extrarradio, está rodeado de edificios por construir y solares por adjudicar. A la entrada, una banderola roja recomienda “entierros ecológicos”, beneficiosos con el medio ambiente, y no ensuciar la carretera con las cenizas de la quema de billetes de papel.

Aquí vigilan la entrada tres guardias, que tras constatar que llega prensa extranjera se convierten en nueve. Entre ellos, dos portavoces que se identifican como personal del Departamento de Propaganda local, que indican que “no es conveniente” aportar información de ningún tipo sobre los preparativos para el Día de Difuntos; o cuántas incineraciones han ocurrido últimamente; o qué recomendaciones se dan a los familiares de los fallecidos. Sí acceden a tomar una lista de preguntas para los responsables del tanatorio y responder más tarde. En otros tanatorios, la respuesta de otros funcionarios que también se identifican como del Departamento de Propaganda, será similar: no es conveniente responder.

En el cementerio de Biandanshan, el mayor de la ciudad, la respuesta es similar. El recinto, un apacible jardín en torno a una colina boscosa, está cerrado al público. El motivo, nuevamente, evitar aglomeraciones de acuerdo a la campaña de prevención y control de la epidemia. Vigilan la entrada dos vehículos de policía, varios hombres vestidos con traje protector y varias filas de barreras amarillas, las mismas que -ubicuas por todo Wuhan durante la cuarentena impuesta desde el 23 de enero y a punto de finalizar- separan los barrios y controlan el flujo de peatones.

“Solo está permitido el acceso a quienes quieran comprar tierra, a quienes quieran enterrar las cenizas de un difunto o a quienes quieran dejar en depósito esas cenizas”, se lee en un cartel, que repite casi palabra por palabra un responsable que no se identifica. Quienes quieran celebrar Qingming pueden hacerlo, sostienen las autoridades, de manera virtual en alguna de las muchas aplicaciones creadas expresamente para ello.

La susceptibilidad en torno al festejo es máxima. Un artículo de la prestigiosa revista Caixin la semana pasada ponía en duda el número oficial de fallecidos por el coronavirus en esa ciudad. Después de que, amainado ya el temporal de contagios y fallecimientos, la ciudad comenzara finalmente a incinerar los cuerpos y entregar las cenizas a los allegados (la cremación es obligatoria en China), esta revista encontró que solo en el Jardín de la Tranquilidad se entregaban al menos 2.500 urnas; otra imagen muestra 3.500 urnas, aunque no está claro cuántas están llenas. En total, un número muy superior al oficial.

En Wuhan, muchos son escépticos sobre las cifras oficiales, que indican que, además de las víctimas en la ciudad, en total han muerto en China más de 3.200 personas y se han infectado en torno a 82.000. Recuerdan la confusión de los primeros momentos, la mala gestión de las autoridades locales, lo desbordado de los hospitales en las primeras semanas y los diversos cambios de criterio en la contabilidad: solo se han empezado a registrar los casos asintomáticos desde este miércoles, entre otras cosas.

“Nadie se cree las cifras oficiales. Están intentando ocultar los errores de los primeros momentos”, cuenta Jiefu, un joven de 23 años que pasea con su novia por la calle Han, un centro comercial para las clases medias y altas inspirado en los edificios de una calle europea. Recién reabierto, se ha convertido de inmediato en el destino de muchos jóvenes que quieren recuperar ya su vida de antaño, ahora que Wuhan va a levantar por fin su bloqueo el día 8 tras dos semanas sin apenas nuevos casos.

Como Jiefu y su novia, otro joven, Harvey, de 20 años y que mira escaparates con un amigo, también cree categóricamente que las cifras que ha aportado la Comisión Nacional de Salud están muy por debajo de las reales. “Ha muerto mucha más gente, seguro”, apunta. El coronavirus pasó por su casa, lo que le da cierta autoridad para opinar: su abuela resultó contagiada. “Fue un caso leve y se ha recuperado, pero después, una vez dada de alta, ha tenido que pasar una cuarentena. Mañana, precisamente, iremos a buscarla”, apunta.

Hace un rato ha sonado el teléfono. Es el Departamento de Asuntos Exteriores de Wuhan. “Esas preguntas que hizo en el tanatorio… Me pide el Departamento de Propaganda que le diga que los responsables no han aceptado responderlas. No sé cuáles eran las preguntas”.

jueves, 2 de abril de 2020

El Pentágono releva al capitán que pidió ayuda para desembarcar un portaaviones con un brote de Covid-19


Un grupo de unos mil marineros del portaaviones nuclear estadounidense Theodore Roosevelt comenzaron el miércoles a bajar a tierra en la isla de Guam, dos días después de que el capitán del barco pidiera ayuda desesperada al Pentágono por el peligro que corren de contraer el coronavirus. En el buque hay casi 4.000 marineros encerrados con un brote de coronavirus que ya afecta a 100 de ellos. La denuncia le ha costado cara al capitán Brett Crozier. El jueves fue relevado del mando. El secretario de la Marina había expresado su descontento con la filtración de la carta.

“No estamos en tiempo de guerra. No tienen por qué morir marineros”. El llamamiento en muy duros términos de Crozier a sus jefes de la Marina para que organizaran el desembarco del Roosevelt trascendió a los medios nada más llegar la carta al Pentágono el martes. Solo una pequeña parte de los camarotes de los oficiales permitían seguir las recomendaciones de aislamiento de las autoridades sanitarias.

Algunos marineros habían podido desembarcar, pero se encontraban en cuarentena en grupos, no aislados. Crozier pedía que se habilitara el acomodamiento que fuera necesario en Guam para toda la tripulación menos un retén del 10% que se quedaría en el barco. El secretario de la Marina, Thomas Modly, dijo el miércoles que no estaba de acuerdo con esta estimación, puesto que en el barco hay armas y material sensible que necesitan estar vigilados y operativos.

El jueves, Modly anunció el relevo de Crozier como comandante del Roosevelt. “He perdido la confianza en sus capacidades”, dijo a los periodistas. Según el responsable de la Marina, Crozier se dejó llevar por sus emociones al escribir una carta en ese tono. Además, envió la carta “fuera de la cadena de mando”. El día antes, Modly había expresado su enfado con el hecho de que la carta se hubiera filtrado a los medios casi inmediatamente, pero había dicho que no habría represalias contra el capitán.

La carta, sin embargo, dio resultado. A pesar de que Modly no está de acuerdo en desembarcar al 90% de los marineros, dijo que 2.700 de los más de 4.800 tripulantes van a bajar a tierra esta semana. Más de un centenar han dado positivo por coronavirus y el propio Modly reconoció que el número final de infectados puede aumentar “en cientos”. El problema para desembarcar era la falta de alojamientos disponibles en tierra en Guam.

El Theodore Roosevelt, con base en San Diego, California, se encontraba en el Pacífico cuando se detectó el primer caso de coronavirus hace una semana. El número de infectados pasó a casi 100 durante el fin de semana pasado.

La gobernadora de Guam, Lourdes León Guerrero, había indicado que a los habitantes de la isla no les gusta la idea de que desembarquen los marineros norteamericanos, pues ya tienen sus propios casos de contagio. El Pentágono le dio garantías de que estarán completamente aislados de la población