sábado, 11 de abril de 2020

El Presidente Vizcarra, informa que a la fecha hay 6,848 infectados por el Coronavirus.

Hoy  11 de abril se cumple el vigésimo séptimo día de emergencia nacional para frenar el contagio del coronavirus. Según información del MINSA, los casos de COVID - 19, desde que se anunciara el primer infectado. A la fecha los casos de coronavirus son los siguientes: 
- Muestras totales realizadas: 65,712
- Casos positivos: 6,848
En UCI:       142



Así mismo el MINSA, informa a la fecha los siguientes resultados:
- Fallecidos: 181 
- Letalidad: 2.64%

viernes, 10 de abril de 2020

OMS: levantar cuarentenas de forma anticipada puede llevar a “rebrote mortal”


Justo cuando en algunos países se alzan voces pidiendo que se relajen las restricciones al movimiento de sus ciudadanos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió este viernes (10.04.2020) sobre las consecuencias que tendría un levantamiento demasiado rápido de los confinamientos, que podría derivar en un "rebrote mortal” del nuevo coronavirus.

Para la OMS, el levantamiento de las cuarentenas debe hacerse de forma gradual y controlada, ya que la fase de descenso en casos "puede ser tan peligrosa como la de ascenso si no se gestiona de forma adecuada". La entidad sostuvo que "algunos países ya están planeando la transición desde los confinamientos (…), pero hacerlo demasiado rápido puede conllevar un resurgimiento mortal” de los casos.

Para el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, los países que vayan levantando las cuarentenas deben garantizar previamente la implantación de medidas preventivas en lugares de trabajo y escuelas, así como un cuidadoso control de los posibles casos importados. Además, pidió a los países que pidan responsabilidad a los ciudadanos. "Cada individuo tiene un papel que jugar para vencer la pandemia”, insistió Tedros.

Serie de medidas
La OMS consulta con los países afectados la elaboración de estrategias para levantar las medidas de confinamiento de forma progresiva y segura. Para ello, se deben dar seis condiciones: controlar la transmisión del virus, garantizar la disponibilidad de salud pública y cuidados, minimizar el riesgo en entornos expuestos; poner en marcha medidas de prevención; controlar el riesgo de casos importados y, por último, responsabilizar a la población.

Tedros también adelantó que se necesitarán como mínimo 280 millones de dólares para iniciar el plan de abastecimiento de equipos médicos que esta semana la organización lanzó en colaboración con el Programa Mundial de Alimentos (PMA). "Cada mes necesitaremos transportar al menos 100 millones de mascarillas médicas y guantes, 25 millones de respiradores, trajes y viseras de protección, y 2,5 millones de tests de diagnóstico", detalló.

Escenas de una pandemia de hace 1.500 años que se repiten hoy


Una pandemia que llegó del extranjero y que se extendía rápidamente desde los puertos adonde arribaban los pasajeros infectados –asintomáticos o no, sin ningún remedio médico disponible que pudiese pararla, todos los habitantes confinados en sus casas en chándal para evitar contagios, la paralización total de la economía, el ejército vigilando las calles, médicos contagiados trabajando hasta la extenuación, miles de fallecidos diarios sin enterrar durante “muchos días porque quienes cavaban ya no daban abasto”… No es la crónica del coronavirus que afecta al mundo. Es el relato que Procopio de Cesarea realizó del brote de peste bubónica que asoló el mundo conocido entre el 541 y 544: de China a las costas de Hispania. El estudio La plaga de Justinià, segons el testimoni de Procopi, (La plaga de Justiniano según el testimonio de Procopio) de Jordina Sales Carbonell, investigadora de la Universidad de Barcelona, ha devuelto a la actualidad este relato de hace 1.500 años con moraleja. “A día 1 de abril de 2020, determinadas similitudes y paralelismos del comportamiento humano frente un virus y sus consecuencias nos parecen tan cercanas y actuales que, a pesar de la tragedia que estamos viviendo en primera persona, nunca podemos dejar de maravillarnos de cómo se repite la historia” escribe esta arqueóloga e historiadora del Institut de Recerca en Cultures Medievals de la Universidad de Barcelona.

En el 541, durante el reinado del bizantino Justiniano, se desató un brote de peste bubónica en el imperio. “La alarma surgió en Egipto, desde donde la infección se expandió de forma rápida y letal”. Procopio lo reflejó en su libro Sobre las guerras, donde relataba las campañas militares de Justiniano por Italia, África del Norte, Hispania... y cómo los soldados iban extendiendo la pandemia por los distintos puertos a los que llegaban, fundamentalmente de Europa, África del Norte, el Imperio Sasánida (Persia) y, desde allí, a China.

Procopio, como consejero del general bizantino Belisario, al que siguió en sus campañas, se convirtió así en “testigo privilegiado” de una pandemia que recibió el nombre de plaga de Justiniano: “Se declaró una epidemia que casi acaba con todo el género humano de la que no hay forma posible de dar ninguna explicación con palabras, ni siquiera de pensarla, salvo remitirnos a la voluntad de Dios”, escribió el historiador bizantino. “Esta epidemia”, continuó, “no afectó a una parte limitada de la Tierra, ni a un grupo determinado de hombres, ni se redujo a una estación concreta del año [...], sino que se esparció y se cebó en todas las vidas humanas, por diferentes que fueran unas personas de otras, sin excluir ni naturalezas ni edad”. Así, la enfermedad no conocía limites, “hasta los extremos del mundo, como si tuviese miedo de que se le escapara algún rincón”.

Un año después de ser detectada, la peste llegó a la capital del imperio, Bizancio (actual Estambul), “asolándola durante cuatro meses”. “El confinamiento y aislamiento eran totales”, describe Sales Carbonell, “pues era más que obligatorio para los enfermos. Pero también se impuso una especie de autoconfinamento espontáneo e intuitivamente voluntario para el resto, en buena parte motivado por las propias circunstancias”. De hecho, “no era nada fácil ver a alguien en los lugares públicos, al menos en Bizancio, sino que todos los que estaban sanos se quedaban en casa, cuidando de los enfermos o llorando los muertos”, según Procopio. Y lo hacían “con ropa cualquiera, como simples particulares”, lo que la historiadora de la Universidad de Barcelona, traduce con cierta sorna “como en chándal de la época”.

La economía, mientras tanto, se derrumbaba: “Las actividades cesaron y los artesanos abandonaron todos los empleos y los trabajos que llevaban entre manos”. Pero a diferencia de hoy en día, las autoridades fueron incapaces de organizar unos servicios esenciales. “Parecía muy difícil obtener pan o cualquier otro alimento, por lo que, para algunos enfermos, el desenlace final de la vida fue sin lugar a dudas prematuro, debido a la falta de artículos de primera necesidad “, escribió el bizantino en Sobre las guerras. “Muchos se morían porque no tenían a nadie que los cuidara”, ya que las personas que atendían la emergencia “caían agotadas al no poder descansar y sufrir constantemente. Por eso, todos se compadecían más de ellos que de los enfermos”.

Vigilancia en las calles
Justiniano, dada la desesperada situación, distribuyó entonces “pelotones de guardias de palacio” por las calles y nombró a su jefe de gabinete refrendario, el “cual con el dinero del tesoro imperial e incluso poniendo de su propio bolsillo sepultaba los cuerpos de los que no tenía nadie que se ocupara”. El mismo emperador se infectó, aunque superó la enfermedad, y continuó gobernando durante más de un decenio.

Los picos de mortandad subieron de 5.000 a 10.000 muertos al día, e incluso más. De tal manera que, “aunque en un primer momento cada uno tenía cuidado de los muertos de su casa, el colapso y el caos se convirtieron en inevitables y los cadáveres se lanzaban también a las tumbas de otros, a escondidas o con violencia”. Incluso los ilustres, recuerda el Procopio, “permanecieron sin sepultar durante muchos días”, así que “los cuerpos se amontonaron de cualquier manera en las torres de las murallas”. No habría cortejos ni ritos funerarios para ellos.

Cuando finalmente se superó la pandemia, surgió, recuerda la historiadora, un aspecto positivo: “quienes habían sido partidarios de las diversas facciones políticas abandonaron los reproches mutuos. Incluso aquellos que antes se entregaban a acciones bajas y malvadas dejaron, en la vida diaria, toda maldad, pues la necesidad imperiosa les hacía aprender lo que era la honradez”, en palabras de Procopio, aunque al cabo de un tiempo volvieron a las andadas. “Este punto justo de poesía nos hace vislumbrar el optimismo y la esperanza de que tal vez nos permitirán salir adelante y no volver a tropezar de nuevo con la misma piedra”, termina la experta más con ilusión que con certeza.


El Presidente Vizcarra, informa que a la fecha hay 5,897 infectados por el Coronavirus, 169 fallecidos y 2,87 % de Letalidad.

Hoy  10 de abril se cumple el vigésimo sexto día de emergencia nacional para frenar el contagio del coronavirus. Según información del MINSA, los casos de COVID - 19, desde que se anunciara el primer infectado. A la fecha los casos de coronavirus son los siguientes: 
- Muestras totales realizadas: 56,681
- Casos positivos: 5,897 personas  infectadas (4,549 PCR +, 1,348 Prueba rápida)
- Fallecidos   169 personas.
- Letalidad:    2.87%.
- En UCI:       130


Vizcarra también comentó el cambio de horario en el toque de queda, que se redujo en una hora (ahora regirá de 6 p.m. a 4 a.m., en vez de cinco de la madrugada). Esto se debe -explicó- a que se busca que los negocios esenciales y mercados aperturen una hora antes y, así, se eviten aglomeraciones innecesarias

Desde la Red Ambiental Amazónica Andina, expresamos nuestro sentido pésame a todas las familias que pierden a un ser querido.

jueves, 9 de abril de 2020

Las pandemias que fueron, antiguas cuarentenas y nuevas enseñanzas

La historiadora de la Medicina Ana María Carrillo Farga hace un repaso por antiguos contagios mundiales y cómo los países se organizaron para combatirlos y utilizarlos a su favor.

La Cruz Roja traslada víctimas de la gripe 1918 en San Luis Missouri
Desde que el mundo es mundo ha habido enfermedad, pero las epidemias, como la que ahora vivimos, o algo parecido, se dan en poblaciones que pasan cierto tiempo en circunstancias anormales, por ejemplo, bajo la debilidad de una guerra, cuando los campos dejan de trabajarse y cunde el hambre. Y ahora, ¿por qué el aleteo del coronavirus en un pueblo de oriente ha ocasionado tal letalidad alrededor del mundo? ¿Cuándo se inventaron las cuarentenas? ¿Usan los Gobiernos las pandemias en su provecho? ¿Quiénes son los chivos expiatorios? ¿Está manipulado el miedo? Ana María Carrillo Farga es historiadora de la Medicina, experta en pandemias y profesora del departamento de Salud Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Una charla con ella es como jugar a una suerte de Trivial historicocientífico.

Los días en el desierto
Quienes piensen que lo que ahora vivimos es excepcional deben saber que las cuarentenas existen desde los Estados venecianos del siglo XIV. Entonces se desconocía el periodo de incubación de las enfermedades (y muchas otras cosas de índole científica y sanitaria), de modo que se estableció un aislamiento arbitrario de 40 días, un número bíblico, en efecto, los que pasó Jesucristo en su travesía espiritual por el desierto. La peste era el demonio por entonces. Las cuarentenas no solo aislaban al enfermo del sano, también impedían el desembarco de las naves que llegaban a puerto, y aun así la población se contagiaba misteriosamente… Solo a finales del XIX, con el desarrollo de la bacteriología (los virus aún eran pequeños para ser detectados con la tecnología disponible) el campo del conocimiento saltó de la Biblia a la ciencia.

La infancia de la globalización: dos teorías

Paciente con fiebre amarilla  en aislamiento 1910
Marineros y exploradores extendieron los confines del mundo y llevaron el comercio más allá de los estrechos horizontes que se vislumbraban por entonces. Las epidemias fueron en aquellos tiempos una herramienta de conquista, por ejemplo, la viruela en el proceso de colonización de Mesoamérica. Y tuvieron un papel determinante en la drástica caída de la población que se experimentó en los siglos XVI y XVII. Pero cuando no fueron útiles se buscó la forma de combatirlas. A finales del siglo XVIII había dos posiciones al respecto, dos escuelas: unos creían en la teoría del contagio entre personas y defendían el aislamiento (secuestro le llamaban, con razón). Estos eran los conservadores, los que no querían cambiar nada, solo controlar. Los españoles eran de estos, para proteger el comercio de sus colonias. En el otro bando estaban los que defendían la teoría miasmática, los ingleses entre ellos. Creían que, de los cuerpos en descomposición, de las basuras, de las aguas residuales emanaban efluvios que enfermaban a la población al inhalarlos. Estos se inclinaban por el saneamiento de las ciudades y por la mejora de las condiciones laborales y domésticas como medidas más eficaces para la salud pública. Ambos tenían parte de razón; los segundos, si no en la causa sí en las consecuencias de unas urbes insalubres. Pero algo seguía escapándose al entendimiento: si la tripulación de un barco permanece aislada y no hay contacto entre personas ni circunstancias ambientales, ¿por qué la población en tierra acababa contagiándose? Faltaba un tercer elemento: los vectores, generalmente insectos, mosquitos, pulgas…

Una estrategia internacional
La salud empezó a ser cosa de todos oficialmente en 1851, en la primera reunión internacional que se celebró en París, todavía con un cariz muy europeo. En 1881 la cita fue en Washington. “Las primeras convenciones sanitarias buscaban proteger a los países y regiones de la llegada de epidemias, pero tratando de interferir lo menos posible en el libre comercio y el tránsito de personas”, dice Ana María Carrillo. La agenda de aquellos encuentros tenía otros objetivos secundarios, como impulsar la creación de organismos de salud en los Gobiernos de cada país o insistir en que en caso de pandemia lo conveniente era informar con transparencia a la comunidad internacional, así como la pertinencia del saneamiento de puertos y ciudades. Preocupaban especialmente aquellos años el cólera y la peste, que hacían estragos desde mediados del XIX y que fueron el detonante de estas cumbres sanitarias. Después sería la fiebre amarilla. Las dos guerras mundiales dejaron sus respectivos avances en este campo. Tras la primera, se creó la Liga de las Naciones con su área sanitaria y en 1948 nació la Organización Mundial de la Salud. México, Estados Unidos, Guatemala, Costa Rica y Uruguay ya habían fundado en 1902 la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que, el tiempo andando, sería filial de la OMS. Todos estos organismos buscan respuestas coordinadas en tiempos de pandemia. En 1951 se redactó un primer reglamento sanitario internacional, reformado en 1969, que incidía en la no interrupción del tránsito de personas de forma radical. “Es parecido a lo que hace México hoy en día. Aquel documento decía que parar el comercio no detiene las epidemias”, señala Carrillo.

El peso del comercio
El equilibrio que han buscado, a la desesperada, muchos países en esta crisis del coronavirus entre la protección de la salud y la estabilidad en la economía tiene siglos de tradición. En aquellas reuniones internacionales de sanitaristas e higienistas del XIX tenían mucho peso las intervenciones políticas y empresariales, la diplomacia comercial. “Los comerciantes siempre trataban de ocultar las epidemias y los Gobierno también preferían evitar cierto pánico, así que las alarmas llegaban tarde para el control efectivo de la enfermedad, que se extendía más y más. Hubo que convencer de que la transparencia ayudaba al control y, por tanto, a la economía”. El comercio ya estaba globalizado y América Latina y el Caribe se incorporaban a ese negocio internacional cuando se atravesaba la segunda revolución industrial. México, por su parte, comienza un intercambio de mercancías muy desigual, pero fluido, con Estados Unidos. Como en tiempos de la conquista, las epidemias también se convierten en este siglo en una herramienta, en este caso de control comercial, para cerrar fronteras o estigmatizar a los países. “Texas tenía en cuarentena permanente a México para obstaculizar el comercio mientras los Estados Unidos miraban para otro lado argumentando que cada uno de sus Estados era soberano”, explica la profesora de la UNAM.

El virus como arma arrojadiza
Voluntarias de la Cruz Roja, durante la gripe española 1918
La política clásica de la OMS ha condenado la estigmatización de los países en los que se ubica el origen de una pandemia: el cólera asiático, el virus chino, la influenza mexicana, la gripe española… Hay dos buenas razones para ello. Lo primero es que los virus no son de nadie, “es difícil determinar dónde empieza una pandemia, quizá donde acaba… En segundo lugar, señalar a un pueblo como el causante de la desgracia no contribuye a su erradicación, porque “si alguien se siente señalado o perseguido se esconderá ¿verdad? y eso impide un mejor control y freno en la transmisión de la enfermedad”. Pero los derechos humanos no suelen estar en primer lugar en la agenda, y pocos se han resistido a utilizar las pandemias en beneficio propio. México, por ejemplo, tiene una triste historia de discriminación con la población china en su territorio, que no solo contribuyó al trazado de ferrocarriles y obras públicas, sino que se integró plenamente y se convirtió en una comunidad próspera. He ahí el pecado. “Siempre se les acusó de transmitir enfermedades. Incluso se acabó relacionando su color de piel con la fiebre amarilla, cuando solo tenía que ver con la ictericia que provocaba”. También se les atribuía la peste que se sufrió en México en 1092/1903 cuando ellos se demostraron indemnes. El gentilicio de la mortífera gripe española también es interesado. “Se trataba de evitar que cundieran el pánico entre las tropas, así que era mucho más sencillo circunscribirla a España, ausente en la contienda”. Siempre ha habido chivos expiatorios, lo fueron los gais cuando el VIH, las prostitutas en tiempos de la sífilis. El H1N1 que circuló por México en 2009 fue fatal para el comercio de la carne del cerdo en este país, que necesitó exhibiciones públicas de los políticos comiendo tacos para conjurar el miedo.

Manipular el miedo
Esta pandemia que ahora atraviesa el mundo se traslada en avión, lo que habla de un primer contagio entre gente pudiente y una segunda fase de contagio local que afectará a los más pobres en mayor medida, antes o después, como todas. “No siempre las pandemias tienen su origen en las clases superiores para pasar después a las más desfavorecidas. Hubo un tiempo que llegaban en ferrocarril o en barco con el traslado de la clase obrera, los migrantes. Por sus condiciones de vida y laborales, los pobres siempre acaban sufriendo más contagios y salen peor parados en la curación. Y eso les convierte en chivos expiatorios como los de capítulo anterior, porque acaba atribuyéndoselas el origen y la propagación de la epidemia. Esto también responde a intereses. Ana María Carrillo cita el ejemplo de México. “A finales del siglo XIX se dio la peste gris, transmitida por un piojo, y aunque hubo infectados de todas las clases, se manipuló el miedo contra los pobres, que seguramente resultaron más afectados. Se logró expulsarlos del centro de varias ciudades y se establecieron colonias de ricos, como las hoy famosas y acomodadas de la Condesa o la Roma, en la Ciudad de México, mientras que las clases bajas fueron desplazadas a la periferia.

Muy eficaces son también las pandemias para dirigir o controlar el comercio. La profesora Carrillo recela de esa “insistencia actual por criminalizar a los chinos” que ha circulado no solo en las redes sociales con humor más negro y más blanco, sino en boca de líderes políticos como Donald Trump, en cuyos discursos no se apeaba del “virus chino”. La insistencia con China, opina la profesora Carrillo, tendría en este caso que ver “con el auge del comercio en ese país, muy pujante en los últimos años. No me atrevo a señalar el origen de la pandemia, pero veo presiones comerciales en la denominación que se le ha dado. Históricamente se han usado las pandemias para frenar comercios florecientes. Ya lo hizo Estados Unidos con la fiebre amarilla, por ejemplo”.

Enseñanzas para el futuro
Médicos chinos de Shandong antes de abandonar Wuhan
Se decía al principio que las epidemias surgen cuando una sociedad está pasando por un mal trago, hambre, guerras, debilidad o todo junto. ¿Qué es lo que pasa ahora para que la Covid-19 se esté cebando con una población aparentemente sana y en perfecto desarrollo? La profesora Carrillo se suma a quienes opinan que “el neo liberalismo político” ha tenido que ver mucho en la transmisión y expansión del virus. “Por un lado, las sociedades están más empobrecidas debido a las crisis económicas recientes y eso es un caldo de cultivo para los contagios, como decíamos. En segundo lugar, los sistemas sanitarios públicos han sufrido con estas políticas durante mucho tiempo, han sido privatizados, se les han recortado recursos”. Eso es algo que no dejan de recordar en los países europeos y que está sirviendo a la pelea política en las últimas semanas. Es más, se tiene en cuenta que habrá los mismos contagios, de lo que tratan todos los países es de que no ahoguen sus hospitales, tan faltos de recursos. Carrillo Farga cita en tercer lugar la comorbilidad que se señala como un factor de riesgo añadido en la letalidad del virus. Enfermedades todas ellas muy relacionadas con un mundo en el que, sobre todo las clases pobres, han ido perdiendo la dieta tradicional para integrarse en el mercado de las calorías vacías, de los refrescos chispeantes para desayunar, comer y cenar. Obesidad, diabetes e hipertensión serán la puntilla para muchos de estos enfermos que han sucumbido a necesidades generadas antes de ofrecerles el producto. “Creo que esta pandemia resultará en beneficio de los sistemas sanitarios públicos. La enseñanza que dejará será que hay que reforzar a los Estados en los recursos y servicios para la salud pública.

El MINSA, informa que a la fecha hay 5,256 infectados por el Coronavirus, 138 fallecidos y 2,63 % de Letalidad.

Hoy  09 de abril se cumple el vigésimo quinto día de emergencia nacional para frenar el contagio del coronavirus. Según información del MINSA, los casos de COVID - 19, desde que se anunciara el primer infectado. A la fecha los casos de coronavirus son los siguientes: 
- Casos positivos 5, 256 personas  infectadas (4,121 PCR +, 1135 Prueba rápida)
- Fallecidos 138 personas.
- Porcentaje de letalidad 2.63%.


Desde la Red Ambiental Amazónica Andina, expresamos nuestro sentido pésame a todas las familias que pierden a un ser querido.

miércoles, 8 de abril de 2020

Resistiré



La Red Ambiental Amazónica Andina, se solidariza con todos los hermanos del mundo por esta pandemia que viene causando muchas muertes, lo único que nos queda es  quedarnos en casa y Resistir que triunfaremos y ganaremos esta guerra contra el Coronavirus Covid - 19.