miércoles, 1 de abril de 2020

Coronavirus en Ecuador: el drama de Guayaquil, que tiene más muertos por covid-19 que países enteros y lucha a contrarreloj para darles un entierro digno


De acuerdo a la BBC News, a las miles de imágenes de ciudades vacías y hospitales colapsados impresas alrededor del mundo por la pandemia de coronavirus, en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil se sumaron en la última semana videos y testimonios sobre personas muriendo en las calles y cuerpos esperando días para ser recogidos en los hogares.

La provincia del Guayas, donde se encuentra Guayaquil, hasta el 1 de abril había reportado más víctimas del covid-19 que naciones latinoamericanas enteras: 60 muertos y 1.937 infectados (1.301, solo en la capital).

El colapso del sistema funerario producto de esta crisis es de tal magnitud que el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, debió conformar una fuerza de tarea conjunta para poder enterrar a todas las personas fallecidas.

BBC Mundo se comunicó con algunos de los familiares y vecinos de las víctimas y los testimonios coinciden con aquellas dos palabras que Joseph Conrad destacó en su obra "El corazón de las tinieblas": el horror, el horror.

"Mi tío murió el 28 de marzo y nadie viene a ayudarnos. Vivimos al noroeste de la ciudad. Los hospitales le decían que no tenían camillas y falleció en casa. Nosotros llamamos al 911 y nos pidieron paciencia. El cuerpo sigue ahí en la cama donde falleció, porque nadie lo puede tocar ni nada de esas cosas", cuenta Jésica Castañeda, sobrina de Segundo Castañeda.

Otra joven guayaquileña que vive en el sureste de Guayaquil y quien pidió que no se difunda su nombre, relató que su padre murió en sus brazos y estuvo 24 horas en la casa.

"Nunca le hicieron la prueba del coronavirus, solo nos decían que nos podían agendar una cita y que tome paracetamol. Tuvimos que retirar el cuerpo por medio de particulares porque no tuvimos respuesta del Estado. Uno siente impotencia al ver a su padre así y tener que salir a pedir ayuda".

Pero esta situación no afecta solamente a los muertos por el virus. Wendy Noboa, quien vive en el norte de Guayaquil, cerca de la terminal de autobuses, cuenta la historia de su vecino Gorky Pazmiño, quien murió el domingo 29 de marzo:

"Él se cayó y del golpe en la cabeza murió. Yo llamé al 911 y nunca vinieron. Él vivía con su papá, que tiene más de 96 años, por eso mi angustia. Permaneció en el piso todo un día, hasta que vinieron familiares con la caja para sepultarlo. Pero no lo pudieron sepultar porque no había médico que firmara el certificado de defunción".

Los casos son tantos que la periodista Blanca Moncada, del diario Expreso, ha comenzado una cadena en Twitter solicitando información de familiares y vecinos de personas que se encuentren en esta situación.
"Tomé esta decisión por el grito desesperado de muchos ciudadanos que tienen que esperar hasta 72 horas e incluso más para que las autoridades recojan los cadáveres que permanecen en las casas; busco cuantificar la magnitud de esta tragedia porque, en cuestión de cifras, Guayaquil es en este momento una gran nube gris".

Enfrentamiento político
El comandante de la Armada Nacional, Darwin Jarrín, quien asumió el 30 de marzo la coordinación militar y policial para la provincia del Guayas, indicó a BBC News Mundo que, hasta el jueves 2 de abril, a más tardar, estarán enterrados todos los fallecidos en Guayaquil.

"El Ministerio de Salud entrega en los hospitales el acta de defunción, Policía y CTE (Comisión de Tránsito del Ecuador) trasladan los cadáveres a los dos cementerios -Parques de La Paz en la Aurora y el Panteón Metropolitano en la vía a la costa- y las fuerzas armadas los entierran", señaló Jarrín.

Pero lo ocurrido en la última semana de marzo en la ciudad -donde más de 300 cadáveres fueron recogidos en distintos domicilios por la policía ecuatoriana, según informa el diario El Comercio- puede tener serias consecuencias.

Para comenzar, la crisis ha enfrentado a la alcaldesa de Guayaquil con el gobierno nacional. Cyntia Viteri, quien se encuentra en cuarentena por haberse infectado con el coronavirus, reclamó el 27 de marzo a las autoridades nacionales por las falencias del sistema público:

"No retiran a los muertos de sus casas. Los dejan en las veredas, caen frente a hospitales. Nadie los quiere ir a recoger. ¿Qué pasa con nuestros enfermos? Las familias deambulan por toda la ciudad tocando puertas para que los reciba un hospital público, donde ya no hay camas".
Además de los muertos en los hogares, la ciudad ha tenido que enfrentarse a la pesadilla de muertos en sus calles. Jésica Zambrano, periodista del diario El Telégrafo, le contó a BBC News Mundo su experiencia desde el centro de Guayaquil.

"Mi pareja salió a hacer las compras y se encontró una persona muerta, en las calles Pedro Carbo y Urdaneta. Más temprano nos dijeron que había otro muerto unos cuantos metros más allá. Aquí estamos acostumbrados a ver a mendigos durmiendo en las calles, pero como resultado de esta crisis personas desahuciadas mueren en el centro de la ciudad".

Presidente Vizcarra confirma 1323 casos al décimo séptimo día del Estado de Emergencia.

Hoy  01 de abril se cumple el décimo séptimo día de emergencia nacional para frenar el contagio del coronavirus. Las últimas cifras brindadas por el Presidente Vizcarra indican que los casos de COVID - 19, desde que se anunciara el primer infectado. A la fecha se han procesado 15,587 muestras por coronavirus, dando como positivos 1323 personas, así mismo se encuentran en Cuidados intensivos 56 personas.


Reservistas acuden en forma masiva a Cuarteles

Como se puede apreciar en los vídeos que nos llegan a la Red Ambiental Amazónica Andina, desde diferentes lugares de nuestro territorio,   la masiva concurrencia de los Reservistas ante el llamado del Ministerio de Defensa, el soldado antes de retirarse realiza un juramento en el cual expresa su voluntad sin límites de regresar y vestir el uniforme cuando la patria lo necesite.

El desconcierto se adueña de las calles de México ante la emergencia sanitaria

En las calles de la Ciudad de México, no hay rastro de la emergencia sanitaria decretada por el Gobierno la noche del lunes, que restringe la operación de los negocios no básicos para la población en tiempos de la cuarentena. La capital, con nueve millones en un primer perímetro y más del doble sumada su periferia, es un fiel reflejo de todo el país, que no es uno, sino dos. Está el México que se ha curado en hospitales privados los primeros casos de coronavirus y el que aún amasa con las manos tortas y tortillas en los puestos callejeros; el oficinista que teletrabaja y el señor del carrito que vende chucherías junto al limpiabotas. Los dos países conviven: los acomodados se han autoimpuesto el aislamiento hace días, sin necesidad de la orden del Gobierno. Para los segundos, la falta de un dólar es una comida menos. Las calles de la ciudad estaban vacías después del anuncio como si fuera un domingo de lluvia, pero las tiendas y los puestos ambulantes siguen abiertos. ¿Son negocios de primera necesidad? Para el que vende, sí. Las voces que pregonan su mercadería suenan aún, hora tras hora, poniendo la banda sonora a la ciudad más grande de Latinoamérica.

Estado de emergencia se titula un libro de Carlos Fazio que se vende en una tienda del centro de la capital. Los quioscos cuelgan sus periódicos con esas mismas palabras. Pero la frase no significa mucho. El presidente ha llamado a la voluntad de los vecinos, a la bonhomía de los empresarios, para que la orden se cumpla, pero los dependientes de las zapaterías, joyerías, boutiques, ferreterías, bares y restaurantes ponen cara de ‘esto no es para mí’ y siguen su jornada. Unos policías desayunan en la famosa Casa de los Azulejos, en el Centro Histórico. Oigan, ¿este local no debería estar cerrado? “No, solo los bares, esto es un restaurante”, se excusan. En realidad, es un gran centro comercial con productos para satisfacer al más consentido en la noche de Reyes Magos. Cuatro puertas más allá, otra pareja de policías desayuna en McDonalds. En el medio de esta popular calle que conduce al Zócalo, otros dos agentes: ella dice que sí, que muchas tiendas deberían estar cerradas. Él, que tiene un guante de látex roto por completo, informa de que los comercios tienen un horario reducido. Otro agente monta en bicicleta en la calle República Argentina, a la puerta de una tienda de cuentas de plástico para hacer bisutería, que no es de primera necesidad. “Debería estar cerrado, sí, pero nosotros no podemos hacer nada, eso ya es bajo su responsabilidad”, asegura.

La noche del lunes y la mañana del martes durante la conferencia de prensa del presidente Andrés Manuel López Obrador se pidió a la población permanecer en sus casas. Se dio un paso más. Se decretó la emergencia sanitaria, pero ningún dependiente ha recibido orden de los patrones. A las once de la mañana, disciplinados como un ejército, levantaron las cortinas de los negocios. Donde manda el hambre, no hay decreto que valga. El Gobierno lo sabe bien, por eso lleva días moviéndose en una paradoja: si cierra la actividad económica, condena a la miseria a la mitad de la población; pero si dejan los negocios abiertos el virus se extenderá como una mancha de aceite y los hospitales se convertirán en morgues.

Lo que se ha adueñado de las calles es el desconcierto. Unos locales están abiertos esperando las indicaciones de la empresa; otros, poniendo el cartel de hasta nuevo aviso y los más combaten el hambre mediante el ambulantaje. La cámara nacional de restaurantes, Canirac, calcula que en las dos semanas anteriores han cerrado en México 6.000 restaurantes y temen que la cifra aumente. De hecho, así se ha ordenado. En total, el sector reúne a 550.000 establecimientos, un 90% de ellos medianos o pequeños. El peso de la industria en el mercado laboral representa el 8% del total de empleados, es decir más de dos millones de trabajadores. “Es un impacto muy fuerte, mucho más grave que hace diez años [con la epidemia de influenza H1N1], y al extenderse un mes más, las pérdidas serán mucho más acentuadas, habrá quienes desaparecerán porque 45 días [de paro] son demasiados”, lamenta Francisco Fernández, presidente de Canirac.

Así se ha decretado, hasta el 30 de abril. Dicen que las tiendas de alimentos pueden seguir operando, pero alimentos es lo que venden miles de puestos en cada esquina. El de tortas, huaraches, birrias, vampiros, tlayudas y tacos. Está el señor de los cocos, la mujer de la fruta y los que venden dulces a las puertas de los colegios cerrados desde el 20 de marzo. Son alimentos. Y si esos carritos pueden vender, por qué no el de los helados, el de la miel, el del café, y el que recoge los cartones y periódicos y el de los cordones de zapatos y el de las pilas, las gafas, los cinturones o las fundas de los móviles. La pobreza en México ahoga a la mitad de la población de un país con 127 millones de habitantes.

De nuevo el Gobierno juega con dos barajas: ordena, pero no persigue. Habla de sanciones, pero a quién. ¿A la famosa cadena de almacenes Sanborns, repartida por toda la ciudad, donde hoy mismo se puede comprar un libro, un paraguas, una joya, un producto farmacéutico o comer en el restaurante? ¿A los 7 Eleven, ¿también abiertos? ¿A las grandes tiendas de moda? ¿A las tiendas de electrodomésticos Elektra? ¿O a los boleros? ¿A la señora que vende gelatinas y flanes? A cuál de los dos México van a sancionar.

Kilómetros al sur de la ciudad, las medidas de emergencia son también imposibles de acatar. En Xochimilco, el famoso barrio de las barcas turísticas, está a medio gas, pero sigue abierto. Los mercados están abastecidos, y las jugueterías, zapaterías, peluquerías y artesanías siguen abiertas. Vecino que pasa, vecino que saluda a María Aranda Molina, que toma una sopa de pasta bajo su sombrilla ambulante, como si fuera la dueña de esa esquina, donde lleva 20 años vendiendo artesanía. Confiesa que tiene miedo al bicho, a sus 62 años y con un marido en paro, diabético e hipertenso. En cuanto llega a casa, María se mete en el baño y se desinfecta. “Anda uno con miedo, pero la necesidad es más grande



martes, 31 de marzo de 2020

Perú es el país que mejor prepara el mayor plan de estímulo de América Latina contra el covid-19

Según el Portal de la BBC, un plan sin precedentes para una crisis sin precedentes.
El gobierno de Perú alista el mayor plan económico de América Latina hasta el momento para mitigar el impacto de la crisis del coronavirus.
Serán, de momento, más de US$25.000 millones, el equivalente a un 12% del Producto Interno Bruto (PIB) del país.
Unas cifras muy superiores a las medidas de estímulo aprobadas ya por otros países de la región: Argentina, por ejemplo, prevé ayudas por US$5.700 millones y los subsidios directos y el financiamiento a empresas equivalen a un 1% de su PIB.
"El impacto económico de lo que está sucediendo no tiene precedentes y el plan económico que tenemos que aplicar es un plan sin precedentes", dijo el domingo en televisión María Antonieta Alva, ministra de Economía y Finanzas de Perú, país que tomó pronto severas medidas de restricción de movimientos.
Al menos hasta el 12 de abril está en vigor un confinamiento obligatorio con toque de queda, además del cierre de fronteras y del espacio aéreo.
Perú registraba hasta el lunes 30 de marzo al menos 900 contagios y 24 personas fallecidas por el virus que ha provocado una pandemia mundial.

Porcentualmente equiparable al de Dinamarca

"En la etapa de contención estimamos que vamos a gastar, en una (primera) fase, 30.000 millones de soles (US$8.500 millones)", anunció Alva el domingo.
Habrá una segunda fase, reveló el presidente del Banco Central (de Reserva), que consiste en un esquema de préstamos a las empresas con garantías valorado en la misma cantidad.
Y se prevé otra etapa de reactivación de otros US$8.500 millones, anunció la ministra.
"Tenemos que meter la mano al bolsillo del tesoro público para atender las necesidades de las familias vulnerables", había dicho la pasada semana el presidente del país, Martín Vizcarra.
"Ha habido una reacción inmediata y grande en lo sanitario y en lo económico", destaca en conversación con BBC Mundo Hugo Ñopo, investigador principal del centro de investigaciones GRADE.
Pero más allá de las medidas sanitarias ¿cómo es posible que Perú se pueda permitir un paquete de ayuda y estímulo que en términos de porcentaje de PIB es equiparable al de Dinamarca?

Una deuda pública de las más bajas del continente

"Tenemos la espalda fiscal para tomar medidas audaces", dijo la ministra Alva, confiada en las finanzas de Perú.
Y es que el país minero cuenta con un buen colchón de ahorros después de tres décadas de disciplina fiscal y escaso endeudamiento, lo que que le concede también buenas líneas de crédito con organismos multilaterales.
"Las finanzas públicas del Perú son las más fuertes de América Latina", asegura a BBC Mundo Jorge Chávez, expresidente del Banco Central de Reserva del Perú y ahora presidente ejecutivo de la consultora Maximixe.
Según la agencia Reuters, Perú tiene US$68.044 millones de reservas en el Banco Central y una deuda pública del 27% del PIB, una de las más bajas de América Latina.
Además cuenta con una baja inflación y su moneda, el sol, es una de las menos volátiles de la región.
"Nuestros ahorros y nuestros activos nos permiten enfrentar la crisis", dijo Alva.
"No vamos a escatimar recursos en proteger la salud de los peruanos, en contener el coronavirus, y tampoco vamos a escatimar para garantizar la reactivación económica", añadió.

"Para eso se acumulan reservas"

Los números parecen darle la razón a la joven ministra de Economía.
"Felizmente el país está bien posicionado en términos de reservas, de cifras macro, fiscales. Tenemos espacio para invertir lo que hemos ahorrado durante 30 años de disciplina macro y fiscal", dice Ñopo.
"Es ahora cuando esa disciplina está dando sus frutos", agrega el analista.
"Para eso se acumulan reservas: para que cuando haya una emergencia como esta, poder usarlas", refuerza Chávez, el expresidente del Banco Central.
Ñopo destaca que el fantasma de la hiperinflación en 1990, que alcanzó más de un 7.000%, aún asusta a los peruanos.
Según la agencia Reuters, Perú tiene US$68.044 millones de reservas en el Banco Central y una deuda pública del 27% del PIB, una de las más bajas de América Latina.
Además cuenta con una baja inflación y su moneda, el sol, es una de las menos volátiles de la región.
"Nuestros ahorros y nuestros activos nos permiten enfrentar la crisis", dijo Alva.
"No vamos a escatimar recursos en proteger la salud de los peruanos, en contener el coronavirus, y tampoco vamos a escatimar para garantizar la reactivación económica", añadió.

"Para eso se acumulan reservas"

Los números parecen darle la razón a la joven ministra de Economía.
"Felizmente el país está bien posicionado en términos de reservas, de cifras macro, fiscales. Tenemos espacio para invertir lo que hemos ahorrado durante 30 años de disciplina macro y fiscal", dice Ñopo.
"Es ahora cuando esa disciplina está dando sus frutos", agrega el analista.
"Para eso se acumulan reservas: para que cuando haya una emergencia como esta, poder usarlas", refuerza Chávez, el expresidente del Banco Central.
Ñopo destaca que el fantasma de la hiperinflación en 1990, que alcanzó más de un 7.000%, aún asusta a los peruanos.
 ese temor ha sido clave para que gobierno tras gobierno haya mantenido una disciplina fiscal que es "rara en las economías de América Latina".
"(A partir de 1990) Todos se dieron cuenta de que la estabilidad, el equilibrio fiscal, es algo inamovible, sagrado", dice Chávez, que presidía el Banco Central durante el proceso de reestructuración y estabilización que comenzó en agosto de 1990.
A esa disciplina se sumó que Perú aprovechó la bonanza de la globalización económica de las últimas décadas y el alza continua del precio de las materias primas, su principal fuente de exportaciones.
Por todo ello, Perú también está en mejor disposición para salir menos magullada de la crisis económica del coronavirus que se cierne como una grave amenaza sobre la región.
"Somos los mejor preparados dentro de las limitaciones que tenemos", afirma Ñopo.
Coincide con él Chávez.
"Ya se vio en coyunturas anteriores, como en la crisis financiera internacional de 2008: la economía peruana en 2009 creció cerca de un 1%; y en 2010, un 10%", recuerda.
"(La economía peruana) Va a tener capacidad de reponerse rápidamente, aunque todo va a depender de cuánto demore la cuarentena, que es lo que más impacto negativo tiene", añade.
A pesar del plan, el golpe del coronavirus se dejará sentir, porque Perú también tiene debilidades.
"Somos una economía altamente informal, las redes de protección todavía son precarias, tenemos variables estructurales en lo microeconómico que todavía son muy precarias", dice Ñopo.
El avance en lo macro de las últimas tres décadas hizo que Perú pasara de ser un país pobre a uno de ingresos medios.
Pero ese progreso no se vio tan reflejado en una red de salud aún muy débil, de ahí que el gobierno tomara tan rápido medidas tan estrictas para evitar la tensión del sistema.
Además, la economía del Perú registra su peor momento en una década.
En 2019, creció un 2,2%, por debajo del 4% del año anterior debido, entre otros factores, a la caída en la industria pesquera y a la tensión comercial entre China y Estados Unidos.
Antes de la crisis del coronavirus, el gobierno estimaba un crecimiento del 4%, algo que no se podrá sostener ahora.
Dependiente de la exportación de materias primas, Perú se verá expuesto al retroceso económico de China, destino del 28% de las exportaciones del país y del 70% de sus ventas de cobre.
Ya en diciembre del año pasado, el presidente Vizcarra había reconocido que no cumpliría el objetivo de rebajar su déficit fiscal al 1% del PIB para 2021 y aplazó la meta hasta 2024.
Pese a todo, cifras robustas para encarar este momento.
"Nuestras fortalezas macro son un buen escudo contra el coronavirus", cierra Ñopo.

Presidente Vizcarra confirma 1065 casos al décimo sexto día del Estado de Emergencia, el MINSA informa que a la fecha hay 30 fallecidos.

Hoy  31 de marzo se cumple el décimo sexto día de emergencia nacional para frenar el contagio del coronavirus. Las últimas cifras brindadas por el Presidente Vizcarra indican que los casos de COVID - 19, desde que se anunciara el primer infectado. A la fecha se han procesado 14,463 muestras por coronavirus, dando como positivos 1065 personas.

De acuerdo al comunicado N° 45 el Ministerio de Salud lamenta el sensible fallecimiento hasta la fecha de 30 personas.
El último fallecido fue un hombre de 66 años de edad con diabetes como enfermedad preexistente. Ingresó al Hospital de Tarapoto en la región San Martín, lugar en donde fue derivado a UCI por presentar neumonía crónica e infección por COVID-19. Su deceso se produjo el 31 de marzo de 2020 a las 02:40h

lunes, 30 de marzo de 2020

Encerrados sin ahorros ni provisiones: así sobrevive Venezuela en cuarentena

La policía ha impuesto un control estricto sobre la cuarentena en los sectores clase media de Caracas, donde las calles han permanecido desoladas. Solo los supermercados y las panaderías reúnen gente, en filas con metro de separación entre cada persona y todos con guantes y tapabocas, como ordenó Nicolás Maduro. Pero en varias zonas populares de la capital, aun con restricciones, el día a día se impone al distanciamiento social y allí las calles llegan a ser el hervidero de gente de siempre, con tapabocas de todo tipo. Estos días se han visto escenas como la de un funcionario de un policía con un megáfono en la redoma de Petare enfrentando la indiferencia de un mar de personas a las que les pedía volver a sus casas “por la salud de todos”. El viernes hubo protestas en el barrio de Catia cuando intentaron desalojar a cientos de comerciantes informales que vendían productos sobre manteles en la calle.

Sin gasolina no hay comida
Para muchos venezolanos no es posible hacer una compra de alimentos para guardar. Los datos presentados en febrero por del Programa Mundial de Alimentos revelan que el 8% de la población venezolana (2,3 millones de venezolanos) está en situación de inseguridad alimentaria severa “principalmente como resultado de los altos precios de los alimentos”. El estudio dice que otros 7 millones de venezolanos están en situación de inseguridad alimentaria moderada. A principios de este mes, la FAO alertó que Venezuela y Haití son los únicos países de América Latina que necesitan asistencia alimentaria exterior.

La restricción del combustible para sectores prioritarios -trabajadores sanitarios, de seguridad, militares y transporte de alimentos- ha sido una medida inédita que se ha aplicado en una Venezuela petrolera que debe importar gasolina para el consumo interno, seriamente afectado por la caída de la producción, el colapso de la industria petrolera por la mala gestión y las sanciones económicas. En otros países en cuarentena el combustible se acumula por la paralización, en Venezuela las reservas parecen haber llegado al límite.

El sector agrícola ha advertido esta semana que los productores no tienen acceso al combustible y que la distribución de las cosechas está comprometida y, por ende, el frágil abastecimiento. “Algunas ya se están perdiendo”, dijo Aquiles Hopkins, presidente de Fedeagro en la sesión virtual que tuvo el Parlamento esta semana. En el monitoreo de servicios durante la crisis que está haciendo la Asamblea Nacional se señala que para esta semana el suministro de combustible no llegó al 1% de las estaciones del país.

“Venezuela está parada desde hace mucho tiempo, luego de seis años de contracción del PIB. La cuarentena al final es una sobreactuación del gobierno para disimular que, si estamos parados porque no hay gasolina, porque no hay actividad económica, no tanto por el virus y que en el marco de la recesión mundial va a ser peor. ¿Qué economía del mundo que va a estar preocupándose de la economía de un país cuyos jefes ahora están buscados por la justicia?”, opina el sociólogo Luis Pedro España, director de Ratio, una agencia de análisis de la Universidad Católica Andrés Bello.

El coronavirus avanza en Venezuela con 113 contagios confirmados y dos muertes en dos semanas. El espectro de los afectados por las más medidas de confinamiento para frenarlo va más allá de grueso grupo de trabajadores por cuenta propia a los que Maduro prometió -para cuatro millones de ellos- un bono de 350.000 bolívares (unos cuatro dólares), que alcanzan para un kilo de carne, que también ha entregado a los que están afiliados al llamado carnet de la patria. Mariana Hernández ni Gerson ni Yonathan aplican para ese grupo. Ella se graduó en diciembre en la Universidad Central de Venezuela y empezó el 2020 trabajando como psicóloga clínica. Con 16 pacientes que veía en un centro médico privado podía mantenerse ella y a su mamá, profesora jubilada. Ahora está cerrado el edificio donde trabajaba y como han hecho otros profesionales médicos, ha intentado pasarse a las consultas online con poco éxito. “Veo personas mayores, que no manejan la herramienta y para quienes no es cómodo hablar desde sus casas. Yo vivo de mis consultas y me preocupa mucho que esto se extienda más allá porque veo mis ingresos muy reducidos. Con mis ahorros solo tengo para dos meses de comida”.