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sábado, 14 de noviembre de 2009
¿CONFLICTO VIOLENTO POR EL AGUA EN EL FUTURO?
Al entrar en el siglo XXI están emergiendo nuevos retos en estas áreas. Nos enfrentamos con amenazas antiguas y nuevas a la paz y la seguridad internacional; la pobreza ha sido reconocida como el más grande de todos los problemas con los que se enfrenta el mundo en el nuevo siglo; y valores fundamentales de libertad, igualdad, solidaridad, tolerancia, respeto por la naturaleza y responsabilidad compartida ahora forman valores comunes a través de los cuales es posible lograr éxitos en las primeras dos categorías. En cada una de estas áreas clave, el medio ambiente y los recursos juegan un papel central. Las amenazas a la seguridad común incluyen ahora las llamadas “amenazas blandas": degradación del medio ambiente, agotamiento de los recursos, enfermedades contagiosas y corrupción, para nombrar sólo unas pocas.
Históricamente, hay pocas pruebas de que la escasez de agua haya causado conflictos violentos, aunque es cierto que, en muchos casos, el agua se ha usado como un objetivo o una meta estratégica, como parte de actividades militares. Sin embargo, ya hubo muchas disputas sobre el agua dentro de naciones: es posible que la probabilidad de conflicto violento por el agua varíe inversamente al tamaño (y tipo) de los órganos políticos involucrados.
Pero la seguridad de agua figurará en un lugar prominente en la agenda internacional durante décadas por venir. En algunos casos, el agua hasta podría ser un factor contribuyente en un conflicto internacional. El Profesor de Hidrología Uri Shamir, uno de los miembros del equipo de negociación israelí del Proceso para la Paz en Medio Oriente, observó cierta vez: “Si existe voluntad para la paz, el agua no será un impedimento. Si se desean razones para luchar, el agua ofrecerá amplias oportunidades”
La escasez de agua es una función de suministro y demanda. La demanda está aumentando a un ritmo alarmante en algunas regiones, debido al crecimiento de la población y al creciente uso per capita. En muchos países en que el agua es escasa, como Jordania e Israel, no existe manera obvia y económica de aumentar el suministro de agua y por ende es probable que resulten tensiones entre diferentes usuarios de agua. En otros países, como Egipto, las mejoras en el uso eficiente del agua, el evitar cultivos de alto consumo de agua, o la importación de agua de países cercanos podrían ofrecer soluciones razonables.
El deterioro de la calidad del agua. La agricultura es el contaminador más grande: el mayor uso de fertilizantes y pesticidas ha contaminado el agua subterránea así como el suministro de agua de superficie. La contaminación doméstica e industrial también está aumentando, y el problema afecta tanto a países desarrollados como en desarrollo.
Por último, el uso de agua tiene una dimensión geopolítica. El agua corre de los usuarios de corriente arriba a los usuarios corrientes abajo, y su retirada y su tipo de uso en una parte pueden afectar la cantidad o la calidad de los suministros corriente abajo. Por otra parte, también hay aspectos históricos, culturales, económicos y sociales en el uso del agua. Para algunos, el agua es un regalo de Dios, al cual no debe ponerse precio, mientras que otros, tales como el Banco Mundial, han ejercido presión para poner un precio total al costo marginal sobre el agua.
Los problemas de escasez de agua y contaminación del agua afectan a la salud humana así como a la del ecosistema, y obstaculizan el desarrollo económico y agrícola. Los problemas locales y regionales, a su vez, pueden afectar al resto del mundo al amenazar los suministros de alimentos y el desarrollo económico mundial. La Comisión de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible concluye que estos problemas podrían resultar en una serie de crisis de agua locales y regionales, con serias implicaciones mundiales.
¿Acaso es probable que se produzca un conflicto violento por el agua en el futuro? La experiencia del pasado sugiere que esto es poco probable. No obstante, muchos aseguran que la probabilidad de conflicto está aumentando. La base para la mayoría de las proyecciones para futuros conflictos es que, con el aumento de la demanda, la disminución de la disponibilidad de agua dulce (por minería y contaminación de agua subterránea), y los efectos adversos sobre la salud, debidos al agua de mala calidad, la escasez resultará en violencia y guerras por el agua. Sin embargo, luchar por el agua tiene poco sentido económica y políticamente.
Hay poca duda de que la escasez de agua constituirá un problema en algunas regiones en el futuro. Es probable que el calentamiento de la Tierra altere las pautas de las precipitaciones y los regímenes de evapo-transpiración en muchas regiones y el planeamiento a largo plazo para el suministro de agua debe tener esto en cuenta. Tampoco se duda que haya la posibilidad de que el agua encarezca a medida que se vaya haciendo más escasa. Esto requerirá que se introduzcan mejoras en la eficiencia del uso del agua -- y posiblemente la reestructuración de economías lejos de los sectores de alto consumo de agua.
“Si existe voluntad para la paz, el agua no será un impedimento. Si se desean razones para luchar, el agua ofrecerá amplias oportunidades”
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