jueves, 2 de abril de 2020

El Ministerio de Salud informa que a la fecha hay un total de 55 fallecidos por infección del COVID - 19

El Ministerio de Salud lamenta informar el sensible fallecimiento de ocho personas por infección con COVID -19.

A  la fecha, el COVID - 19 ha provocado en el Perú 55 personas fallecidas.

Los integrantes de la Red Ambiental Amazónica Andina, expresamos nuestras más sentidas condolencias a los familiares en este momento de dolor.

Presidente Vizcarra dispone restricciones en el tránsito de las personas, y confirma 1,414 casos al décimo octavo día del Estado de Emergencia.

Hoy  02 de abril se cumple el décimo octavo día de emergencia nacional para frenar el contagio del coronavirus. Las últimas cifras brindadas por el Presidente Vizcarra indican que los casos de COVID - 19, desde que se anunciara el primer infectado. A la fecha se han procesado 16, 518 muestras por coronavirus, dando como positivos 1,414 personas, así mismo se encuentran en Cuidados intensivos 51 personas.

Se aprueba el Decreto Supremo donde se  restringe el desplazamiento de las personas a partir del día 03 de Abril de acuerdo al siguiente detalle:
- Lunes, Miércoles y Viernes   solo transitarán los Varones, y

- Martes Jueves y Sábado, solo transitarán las Mujeres, y 

- Domingo, restricción total   nadie transitará.

Este decreto supremo  será publicado en el diario el peruano hoy en la tarde.

miércoles, 1 de abril de 2020

El Ministerio de Salud informa que a la fecha hay un total de 47 fallecidos por infección del COVID - 19

El Ministerio de Salud lamenta informar el sensible fallecimiento de nueve personas por infección con COVID -19.

A  la fecha, el COVID - 19 ha provocado en el Perú 47 personas fallecidas.

Los integrantes de la Red Ambiental Amazónica Andina, expresamos nuestras más sentidas condolencias a los familiares en este momento de dolor.

Coronavirus en Ecuador: el drama de Guayaquil, que tiene más muertos por covid-19 que países enteros y lucha a contrarreloj para darles un entierro digno


De acuerdo a la BBC News, a las miles de imágenes de ciudades vacías y hospitales colapsados impresas alrededor del mundo por la pandemia de coronavirus, en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil se sumaron en la última semana videos y testimonios sobre personas muriendo en las calles y cuerpos esperando días para ser recogidos en los hogares.

La provincia del Guayas, donde se encuentra Guayaquil, hasta el 1 de abril había reportado más víctimas del covid-19 que naciones latinoamericanas enteras: 60 muertos y 1.937 infectados (1.301, solo en la capital).

El colapso del sistema funerario producto de esta crisis es de tal magnitud que el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, debió conformar una fuerza de tarea conjunta para poder enterrar a todas las personas fallecidas.

BBC Mundo se comunicó con algunos de los familiares y vecinos de las víctimas y los testimonios coinciden con aquellas dos palabras que Joseph Conrad destacó en su obra "El corazón de las tinieblas": el horror, el horror.

"Mi tío murió el 28 de marzo y nadie viene a ayudarnos. Vivimos al noroeste de la ciudad. Los hospitales le decían que no tenían camillas y falleció en casa. Nosotros llamamos al 911 y nos pidieron paciencia. El cuerpo sigue ahí en la cama donde falleció, porque nadie lo puede tocar ni nada de esas cosas", cuenta Jésica Castañeda, sobrina de Segundo Castañeda.

Otra joven guayaquileña que vive en el sureste de Guayaquil y quien pidió que no se difunda su nombre, relató que su padre murió en sus brazos y estuvo 24 horas en la casa.

"Nunca le hicieron la prueba del coronavirus, solo nos decían que nos podían agendar una cita y que tome paracetamol. Tuvimos que retirar el cuerpo por medio de particulares porque no tuvimos respuesta del Estado. Uno siente impotencia al ver a su padre así y tener que salir a pedir ayuda".

Pero esta situación no afecta solamente a los muertos por el virus. Wendy Noboa, quien vive en el norte de Guayaquil, cerca de la terminal de autobuses, cuenta la historia de su vecino Gorky Pazmiño, quien murió el domingo 29 de marzo:

"Él se cayó y del golpe en la cabeza murió. Yo llamé al 911 y nunca vinieron. Él vivía con su papá, que tiene más de 96 años, por eso mi angustia. Permaneció en el piso todo un día, hasta que vinieron familiares con la caja para sepultarlo. Pero no lo pudieron sepultar porque no había médico que firmara el certificado de defunción".

Los casos son tantos que la periodista Blanca Moncada, del diario Expreso, ha comenzado una cadena en Twitter solicitando información de familiares y vecinos de personas que se encuentren en esta situación.
"Tomé esta decisión por el grito desesperado de muchos ciudadanos que tienen que esperar hasta 72 horas e incluso más para que las autoridades recojan los cadáveres que permanecen en las casas; busco cuantificar la magnitud de esta tragedia porque, en cuestión de cifras, Guayaquil es en este momento una gran nube gris".

Enfrentamiento político
El comandante de la Armada Nacional, Darwin Jarrín, quien asumió el 30 de marzo la coordinación militar y policial para la provincia del Guayas, indicó a BBC News Mundo que, hasta el jueves 2 de abril, a más tardar, estarán enterrados todos los fallecidos en Guayaquil.

"El Ministerio de Salud entrega en los hospitales el acta de defunción, Policía y CTE (Comisión de Tránsito del Ecuador) trasladan los cadáveres a los dos cementerios -Parques de La Paz en la Aurora y el Panteón Metropolitano en la vía a la costa- y las fuerzas armadas los entierran", señaló Jarrín.

Pero lo ocurrido en la última semana de marzo en la ciudad -donde más de 300 cadáveres fueron recogidos en distintos domicilios por la policía ecuatoriana, según informa el diario El Comercio- puede tener serias consecuencias.

Para comenzar, la crisis ha enfrentado a la alcaldesa de Guayaquil con el gobierno nacional. Cyntia Viteri, quien se encuentra en cuarentena por haberse infectado con el coronavirus, reclamó el 27 de marzo a las autoridades nacionales por las falencias del sistema público:

"No retiran a los muertos de sus casas. Los dejan en las veredas, caen frente a hospitales. Nadie los quiere ir a recoger. ¿Qué pasa con nuestros enfermos? Las familias deambulan por toda la ciudad tocando puertas para que los reciba un hospital público, donde ya no hay camas".
Además de los muertos en los hogares, la ciudad ha tenido que enfrentarse a la pesadilla de muertos en sus calles. Jésica Zambrano, periodista del diario El Telégrafo, le contó a BBC News Mundo su experiencia desde el centro de Guayaquil.

"Mi pareja salió a hacer las compras y se encontró una persona muerta, en las calles Pedro Carbo y Urdaneta. Más temprano nos dijeron que había otro muerto unos cuantos metros más allá. Aquí estamos acostumbrados a ver a mendigos durmiendo en las calles, pero como resultado de esta crisis personas desahuciadas mueren en el centro de la ciudad".

Presidente Vizcarra confirma 1323 casos al décimo séptimo día del Estado de Emergencia.

Hoy  01 de abril se cumple el décimo séptimo día de emergencia nacional para frenar el contagio del coronavirus. Las últimas cifras brindadas por el Presidente Vizcarra indican que los casos de COVID - 19, desde que se anunciara el primer infectado. A la fecha se han procesado 15,587 muestras por coronavirus, dando como positivos 1323 personas, así mismo se encuentran en Cuidados intensivos 56 personas.


Reservistas acuden en forma masiva a Cuarteles

Como se puede apreciar en los vídeos que nos llegan a la Red Ambiental Amazónica Andina, desde diferentes lugares de nuestro territorio,   la masiva concurrencia de los Reservistas ante el llamado del Ministerio de Defensa, el soldado antes de retirarse realiza un juramento en el cual expresa su voluntad sin límites de regresar y vestir el uniforme cuando la patria lo necesite.

El desconcierto se adueña de las calles de México ante la emergencia sanitaria

En las calles de la Ciudad de México, no hay rastro de la emergencia sanitaria decretada por el Gobierno la noche del lunes, que restringe la operación de los negocios no básicos para la población en tiempos de la cuarentena. La capital, con nueve millones en un primer perímetro y más del doble sumada su periferia, es un fiel reflejo de todo el país, que no es uno, sino dos. Está el México que se ha curado en hospitales privados los primeros casos de coronavirus y el que aún amasa con las manos tortas y tortillas en los puestos callejeros; el oficinista que teletrabaja y el señor del carrito que vende chucherías junto al limpiabotas. Los dos países conviven: los acomodados se han autoimpuesto el aislamiento hace días, sin necesidad de la orden del Gobierno. Para los segundos, la falta de un dólar es una comida menos. Las calles de la ciudad estaban vacías después del anuncio como si fuera un domingo de lluvia, pero las tiendas y los puestos ambulantes siguen abiertos. ¿Son negocios de primera necesidad? Para el que vende, sí. Las voces que pregonan su mercadería suenan aún, hora tras hora, poniendo la banda sonora a la ciudad más grande de Latinoamérica.

Estado de emergencia se titula un libro de Carlos Fazio que se vende en una tienda del centro de la capital. Los quioscos cuelgan sus periódicos con esas mismas palabras. Pero la frase no significa mucho. El presidente ha llamado a la voluntad de los vecinos, a la bonhomía de los empresarios, para que la orden se cumpla, pero los dependientes de las zapaterías, joyerías, boutiques, ferreterías, bares y restaurantes ponen cara de ‘esto no es para mí’ y siguen su jornada. Unos policías desayunan en la famosa Casa de los Azulejos, en el Centro Histórico. Oigan, ¿este local no debería estar cerrado? “No, solo los bares, esto es un restaurante”, se excusan. En realidad, es un gran centro comercial con productos para satisfacer al más consentido en la noche de Reyes Magos. Cuatro puertas más allá, otra pareja de policías desayuna en McDonalds. En el medio de esta popular calle que conduce al Zócalo, otros dos agentes: ella dice que sí, que muchas tiendas deberían estar cerradas. Él, que tiene un guante de látex roto por completo, informa de que los comercios tienen un horario reducido. Otro agente monta en bicicleta en la calle República Argentina, a la puerta de una tienda de cuentas de plástico para hacer bisutería, que no es de primera necesidad. “Debería estar cerrado, sí, pero nosotros no podemos hacer nada, eso ya es bajo su responsabilidad”, asegura.

La noche del lunes y la mañana del martes durante la conferencia de prensa del presidente Andrés Manuel López Obrador se pidió a la población permanecer en sus casas. Se dio un paso más. Se decretó la emergencia sanitaria, pero ningún dependiente ha recibido orden de los patrones. A las once de la mañana, disciplinados como un ejército, levantaron las cortinas de los negocios. Donde manda el hambre, no hay decreto que valga. El Gobierno lo sabe bien, por eso lleva días moviéndose en una paradoja: si cierra la actividad económica, condena a la miseria a la mitad de la población; pero si dejan los negocios abiertos el virus se extenderá como una mancha de aceite y los hospitales se convertirán en morgues.

Lo que se ha adueñado de las calles es el desconcierto. Unos locales están abiertos esperando las indicaciones de la empresa; otros, poniendo el cartel de hasta nuevo aviso y los más combaten el hambre mediante el ambulantaje. La cámara nacional de restaurantes, Canirac, calcula que en las dos semanas anteriores han cerrado en México 6.000 restaurantes y temen que la cifra aumente. De hecho, así se ha ordenado. En total, el sector reúne a 550.000 establecimientos, un 90% de ellos medianos o pequeños. El peso de la industria en el mercado laboral representa el 8% del total de empleados, es decir más de dos millones de trabajadores. “Es un impacto muy fuerte, mucho más grave que hace diez años [con la epidemia de influenza H1N1], y al extenderse un mes más, las pérdidas serán mucho más acentuadas, habrá quienes desaparecerán porque 45 días [de paro] son demasiados”, lamenta Francisco Fernández, presidente de Canirac.

Así se ha decretado, hasta el 30 de abril. Dicen que las tiendas de alimentos pueden seguir operando, pero alimentos es lo que venden miles de puestos en cada esquina. El de tortas, huaraches, birrias, vampiros, tlayudas y tacos. Está el señor de los cocos, la mujer de la fruta y los que venden dulces a las puertas de los colegios cerrados desde el 20 de marzo. Son alimentos. Y si esos carritos pueden vender, por qué no el de los helados, el de la miel, el del café, y el que recoge los cartones y periódicos y el de los cordones de zapatos y el de las pilas, las gafas, los cinturones o las fundas de los móviles. La pobreza en México ahoga a la mitad de la población de un país con 127 millones de habitantes.

De nuevo el Gobierno juega con dos barajas: ordena, pero no persigue. Habla de sanciones, pero a quién. ¿A la famosa cadena de almacenes Sanborns, repartida por toda la ciudad, donde hoy mismo se puede comprar un libro, un paraguas, una joya, un producto farmacéutico o comer en el restaurante? ¿A los 7 Eleven, ¿también abiertos? ¿A las grandes tiendas de moda? ¿A las tiendas de electrodomésticos Elektra? ¿O a los boleros? ¿A la señora que vende gelatinas y flanes? A cuál de los dos México van a sancionar.

Kilómetros al sur de la ciudad, las medidas de emergencia son también imposibles de acatar. En Xochimilco, el famoso barrio de las barcas turísticas, está a medio gas, pero sigue abierto. Los mercados están abastecidos, y las jugueterías, zapaterías, peluquerías y artesanías siguen abiertas. Vecino que pasa, vecino que saluda a María Aranda Molina, que toma una sopa de pasta bajo su sombrilla ambulante, como si fuera la dueña de esa esquina, donde lleva 20 años vendiendo artesanía. Confiesa que tiene miedo al bicho, a sus 62 años y con un marido en paro, diabético e hipertenso. En cuanto llega a casa, María se mete en el baño y se desinfecta. “Anda uno con miedo, pero la necesidad es más grande