En el tejido
laberíntico de las conexiones que ocurren dentro de tu cerebro hay unas
neuronas a las que se conoce como “células de la empatía”.
Son las neuronas espejo.
Gracias a ellas lloras cuando ves una película que te emociona, bostezas si lo
hace tu interlocutor o se te contagia la risa de un amigo.
Esas neuronas, que fueron descubiertas casi
por casualidad hace apenas 25 años, no solo son responsables de tu empatía,
sino también de la interacción social con las personas y con el mundo que te
rodea.
Y son especialmente
importantes cuando eres niño, porque es entonces cuando desarrollas – a partir
de los 6 meses o al año de edad – la referencia social, o tu capacidad utilizar
y reconocer expresiones emocionales.
“La referencia social se
refiere a la búsqueda, a la intención de la comunicación con el otro, y sucede
gracias a esas neuronas espejo, por las que imitamos acciones de manera
inconsciente. Es ahí donde está la
raíz de la empatía”, le cuenta a BBC Mundo la psicopedagoga y
especialista en neuropsicología infanto-juvenil Teresa Gutiérrez, quien trabaja
como profesora de educación infantil y primaria en un colegio en Madrid,
España.
Precisamente en España se
anunció recientemente que la vuelta al cole será con mascarillas, una medida
que ya tomó China antes y que podría aplicarse en muchos otros países.
¿Cómo afectará a la referencia social y a
otros aspectos del aprendizaje en los niños el hecho de que tengamos (y tengan)
que usar mascarillas? ¿Y qué podemos hacer al respecto?
Cuestión
de edades
“Afecta a la interacción
social y sobre todo a la
parte emocional”, responde Gutiérrez. “Y no solo las
mascarillas, sino también otras medidas higiénicas, como la distancia social”.
“Eso provoca un bloqueo emocional con los
demás porque la comunicación no se da de una forma natural, sobre todo en
lugares en donde el contacto físico diario es tan importante, como ocurre en
España o en muchos países de Latinoamérica. Se crea un rechazo social y
sentimientos negativos de miedo, de angustia, de fobia”.
“Todavía no hemos podido apreciar cómo será
en las aulas, pero sin duda va afectar porque los niños no van a poder
visualizar nuestra boca, que es fundamental para expresar lo que queremos
transmitir”, añade la psicoterapeuta.
A la psicóloga e investigadora Ángela Ulloa
Solís, con 20 años de experiencia en infanto-juvenil, que trabaja en la Unidad
de Adolescentes del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, también
le preocupa esta cuestión.
“Es un tema bastante nuevo que deja en el
aire más preguntas que respuestas”, le cuenta a BBC Mundo en entrevista
telefónica. “En muchos colegios todavía no se sabe qué medidas se van a adoptar
o el impacto que va a tener, pero es interesante tener algunas alarmas en mente
para prevenir”.
Ulloa destaca dos
parámetros importantes: la
edad y las condiciones psicológicas previas.
Respecto a lo primero, “las edades
tempranas y la adolescencia son puntos a observar muy de cerca”, dice la
especialista.
Los niños más pequeños son más
susceptibles a los efectos de la mascarilla.
“Las etapas son clave porque hasta el final
de la educación infantil se sigue configurando la referencia social como
vehículo para que el niño aprenda a relacionarse con el medio y con los
compañeros, y en la adolescencia también es un punto importante”, explica
Ulloa.
“Si el niño ha adquirido bien la referencia
social podrá adaptarse mejor a los cambios”, añade la psicóloga. “Tenemos que
estar muy atentos a cuál es el desarrollo normal y, según qué etapa, reforzar
las herramientas que tenemos para compensar lo que nos vamos a perder con la
mascarilla”.
En cuanto a las
condiciones psicológicas, ella dice que, por ejemplo con niños autistas, el
impacto será mayor.
“Todo esto ya se está discutiendo y
poniendo en común entre expertos de distintas partes del mundo”, señala Ulloa.
“Uno de los temas es si
usar pantallas para que los niños puedan ver los gestos que hace el
profesional, pero el reto es lograr un equilibrio para no poner en riesgo la
salud física sin perjudicar la
salud mental. Por eso creo que la terapia online va a ocupar un
lugar muy preponderante”.
Guzmán Pisón del Real,
logopeda, orientador, escolar y profesor de Psicología en la Universidad
Complutense de Madrid (UCM), cree que “vamos a necesitar un periodo de
adaptación para que tanto alumnos como profesores se acostumbren al uso de la
mascarilla; adaptarnos
a un nuevo estilo de vida, al menos por ahora”.
Él cree que el que un maestro lleve
mascarilla podría tener “ciertos efectos en el aprendizaje del alumno”, y está
de acuerdo con Ulloa en que afectará en mayor o menor medida dependiendo de la
edad del niño, “especialmente en los niños más pequeños que requieren un
modelado vocal (para enseñar a pronunciar los sonidos del lenguaje) o que
necesitan más tiempo de expresión facial”.
“No hay que ser tremendista, pero en
algunos niños sí podría tener ciertas repercusiones”, agrega el logopeda.
3
tipos de cambios
¿Qué podemos hacer para minimizar el
impacto?
“Cuando tenemos que usar una mascarilla
,perdemos muchas habilidades en el mecanismo del habla”, dice el logopeda.
“Tenemos que hablar más alto y repetir más veces el mensaje oral y eso se puede
trasladar al aula”.
En cuanto a lo
organizativo, él dice que se trata de una serie de pautas a seguir por los
profesores. Por ejemplo, colocar al alumnado en forma de “u” para que el
profesor tenga una posición central y que todos los niños puedan acceder
a un mensaje más visual,
o fomentar rutinas en la clase, sobre todo en educación infantil.
“Esas rutinas son vitales para reducir la
ansiedad y el impacto emocional, no solo en los alumnos sino también en los
profesores”.
Jugar
con mascarillas
Ulloa aconseja interactuar con los niños a
través de juegos usando las mascarillas, “por ejemplo, ayudándoles a leer lo
que dicen los ojos o jugando a adivinar expresiones”.
“Si los cuidadores, sea
en el colegio en casa, consiguen mantener más calma, serenidad e incluso usar
el humor y el juego para que el niño pueda introducir en su día a día algo tan
ajeno como es una mascarilla, el niño lo percibirá de una manera no amenazante,
lo cual es clave para la influencia que pueda tener en su desarrollo”.
“El hecho de hacérselo ver como un juego es
para ayudarle a tener más control sobre algo que es nuevo”, dice la psicóloga.
Pisón del Real tiene una opinión similar:
“Evidentemente, los niños (y muchos adultos) asocian las mascarillas a riesgo,
a situación anómala, a preocupación. Creo que es importante lanzar a los niños
un mensaje de esperanza en esa normalización de algo anormal”.
“Nosotros como adultos
tenemos que enseñarles a gestionar esas emociones. Van a necesitar más apoyo,
empatía, consuelo y respuestas a las incógnitas que tienen. Es necesario de
que, de alguna forma, tengan el
mensaje de seguridad y protección”.
“Tenemos que tener en cuenta que las
mascarillas van a ser un elemento importante de protección en nuestras vidas,
pero también que van a ser algo pasajero y temporal”, dice el especialista.
Por otra parte, Ulloa plantea que habrá que
responder a las preguntas de cuántas horas en el colegio tendrá que llevar el
niño la mascarilla o si se la podrá quitar dependiendo de la edad.
“Todo eso
sería fundamental para hacer planes en los colegios para que esa carencia se
compense”.
“Yo creo que habrá distintas etapas a lo largo del
año, unas más relajadas, tal vez en verano, y otras más
estrictas”, vaticina.
Plasticidad
cerebral
Los tres especialistas consultados por BBC
Mundo coinciden en que la plasticidad cerebral de los niños puede ayudar a que
el cambio no sea tan problemático.
“Todos los que trabajamos con niños sabemos
perfectamente que se adaptan de forma rápida por su plasticidad cerebral”, dice
Gutiérrez.
“Para mí, eso es lo más esperanzador”, dice
Ulloa. “El cerebro es muy plástico. Está compuesto por circuitos neuronales, y
cuanto más usas unos circuitos, más se van reforzando. Pero también podemos
generar circuitos alternativos y ejercitarlos”.
Eso se puede aplicar al uso de las
mascarillas: “Si fuera tan limitante su uso como para que tuviéramos que
ejercitar mucho más el fijarnos en la información que no está tapada por la
mascarilla (como la mirada), acabaríamos siendo expertos en leer esa
información”.
De esa manera, las mascarillas incluso
podrían permitirnos desarrollar, literalmente, una “mirada” más empática.
Pisón del Real tiene claro que lograremos
encontrarla: “El tú y el yo ya se ha convertido en un nosotros porque cada uno
estamos aportando nuestro granito de arena”, dice con optimismo.
Cuando piensa en la vuelta a las aulas,
Gutiérrez habla de la empatía.
“Lo primero será preguntarles a los niños
cómo están y cómo se sienten, y acompañarles emocionalmente. Que se sientan
queridos, que sientan que estamos ahí y que somos cercanos, aunque parezcamos
distantes. Eso es lo más importante”.